El hechizo

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-¿Cómo se encuentra mi hermana?-. Preguntó Will entrando a la habitación de Sam mientras que se sentaba junto Magnus, uno que se veía cansado, despeinado y preocupado.

-Sam aún no puede despertar, es un coma muy fuerte que le agarró, yo sólo la mantengo con vida gracias a mi magia-. Dijo realmente cansado Magnus, necesitaba un descanso.

-Oye, tranquilo, Sam se pondrá bien-. Dijo Will tratando de reconformar a Magnus el cual lo miró con cara de disgusto.

-no sólo es Samanta, es Leonardo, me preocupa demasiado, es demasiado joven como para estar ya un mes en el infierno. Esto no me gusta para nada-. Aclaró Magnus cansado. -Necesito un café, cuida a tu hermana-. Y se despidió dejando un velo que gracia.

Mientras tanto, todo ese tiempo en el infierno, Lilith recibió la sangre y estela incorrecta, ésas eran de Narcissa. Pero al parecer eso a ella le daba lo mismo, tenía que ser de una mujer cazadora de sombras.

-Bien, mi preciosa arma, te vamos a enviar al instituto de nueva York hasta que lo destruyas-. Pidió Germán en una de las celdas de la carcel del infierno a Leo.

-Zzí mmmí sszíniorrrr-. Exclamó con vehemencia Leonardo, que salió disparado de allí hacia un portal que lo llevó a una cuadra del instituto.

Leo físicamente se veía sucio, con demasiada sangre seca, le habían arrancado uno de sus cuernos, donde se podía ver un hueco que se iba hacia abajo, sus ojos estaban completamente rojos, tenía las mismos jeans negros que había usado cuando estaba llendo hasta el apartamento de Magnus que Germán lo interceptó y llevó al infierno, sus alas se encontraban perfectamente.
Pero psíquicamente, Leo estaba mal, era controlado por un hechizo demasiado poderoso que lo volvía contra todo lo que amaba.

Leo, caminó bajo la luz de la mañana, hasta llegar a la puerta del instituto, que Alec abrió.

-Leo ¿Estás bien?-. Dijo Alec entrando en pánico, viendo que el joven se caía, lo sostuvo y llamó enseguida a Jace. «es por eso que no quiero hijos» pensó Alec.

Condujeron a Leo hacia la cocina del instituto, le dieron de comer, porque éste no había comido nada en el infierno, y les contó una historia falsa a Alec y a Jace que dispersaron por todo el instituto, evitando que Magnus se enterase, pero fue la tercer persona en enterarse sobre dicha historia.

Cuando Leo vio a Magnus, éstos se abrazaron fraternalmente.

-te eh hechado de menos-. Exclamó Magnus, de él emanaba un olor a frambuesa dulce, lo que produjo que Leo quisiese comer un delicioso postre con frutillas y frambuesas. De la nada, lo hizo aparecer y lo engullió enseguida.

-Veo que tu magia ha estado demasiado baja todo este tiempo ¿Comiste algo allí abajo?-. Preguntó preocupado Magnus.

-Nop-. Dijo Leo feliz de poder sentir comida de verdad en su boca.

Por la noche, Magnus le había pedido a Leo que se valla a dormir a su apartamento, que allí tendría todo lo que necesitase. Pero Leo le hizo caso omiso, estando bajo las influencias del hechizo de Germán. E hizo que se iba hacia el apartamento de Magnus pero no lo hizo.

Para lo que fueron las altas horas de la noche (cuando todos dormían). Leo se metió infiltrado en el instituto y destruyó todo un salón de armas y se robó un par de cosas de la biblioteca, de supuestamente 'suma importancia' según Jace.

A la mañana siguiente, todos estaban incrédulos, no sabían qué decir. Se habían robado todas las armas del instituto y también un par de libros de la biblioteca. Se fijaron en las cámaras y no vieron nada, sólo la oscuridad de la noche.

Mientras tanto, Leo había vuelto a el infierno, con todas las armas del Instituto y los libros. Todo eso, era necesario para realizar un ritual con armas de los nefilim y un par de pociones que estaban en esos libros, para llevarlo a cabo. Lilith estaba feliz con Leonardo.

Mientras que Sam, era como una bella durmiente, no despertaba aún, pero Magnus sentía que ella estaba mejorando.

Continuará...

Angeles Y DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora