«rubio oxigenado»

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Cuando la familia Lightwood-Bane llegó al instituto de Nueva York, la mirada de Rafa no se impresionó ante la vista del Instituto. El instituto de Buenos Aires era más lindo.

El lugar era una gran capilla, elaborada con esfinges a su alrededor. Tenía un jardín trasero repleto de plantas y hortalizas, el césped allí era suave, corto y bien verdoso.

-Ven Rafa, pasa, te mostraré el lugar-. Exclamó Alec sonriendo de oreja a oreja. Alec estaba feliz de tener a un nuevo integrante en su familia. Alguien que necesitaba un amor paternal y nadie mejor que Magnus y él, pensó Alec.

Rafael no estaba tan fascinado por el lugar, se había acostumbrado a la vista del Instituto de Buenos Aires.

De pronto, Rafa, recibió una llama. «es de Cami» se dijo para sí mismo.

~¿Hola?

~¡Rafe! No sabes, hace sólo 10 minutos que te has ido y ya te extraño.

~son sólo 10 minutos, Camila Dominic, oye... ¿Y tus padres? ¿Qué sucedió entre Thess y Mati? -Dijo Rafa reprimiendo pucheros-.

~Ohhhh, no sabes ¡Voy a ser tía! ¡Y la mejor parte: voy a ser madrina!

~¿Cómo es eso posible?

~Thess y Mati se besaron, al parecer a Thess le gustó y quiere repetir. -desde atrás se oye la voz de Thess gritando que no quería repetir nada, pero estaba claro que mentía-.

~¿En serio? Cool, quiero ser el tío.

~Oh, Rafa, tengo que cortar, estamos esperando un ataque del brujo malvado, besotes!!!!

Y Cami cortó la llamada antes de que Rafa se despidiera.

Mientras tanto, Leonardo, estaba en busca de Sam. Hacía mucho tiempo que no la veía. Sinceramente, extrañaba sus siestas junto a ella, sus sonrisas y sus besos. Al parecer estaba en el cuarto que solía dormir.

Leo tocó la puerta esperando una respuesta, pero no la hubo. Esperó un poco más y volvió a tocar la puerta. Como nadie respondía, se adentró al cuarto de Sam.

Al entrar, vio a la joven acurrucada en un costado de la cama, esperando a alguien.

Leo, se sentó en el lecho de la cama y empezó a acariciar sus caderas. Pero él no se percató de algo, había alguien en el baño.

Cuando la luz que se veía proyectada por debajo de la rendija de la puerta se apagó, la puerta se abrió. Dejando ver a un muchacho de unos 17 años, igual que Sam, su tez blanquecina, sus cabellos rubios oxigenados con unos ojos despectivos grises y un físico trabajado.

¿Qué significa esto?, pensó Leo ¿Sami me engaña? El joven brujo no pudo sentir sus lágrimas salir a través de sus ojos. Sam lo dejó por un rubio oxigenado, eso rompió su corazón.

El joven no se dio cuenta de la presencia de Leo, se recostó de manera plácida y abrazó a Sam. Una sonrisa se dibujó en el rostro de la Jóven cazadora de sombras. Se veía más que feliz engañando a Leo.

Éste último, dejó caer el peso de sus grandes alas grises sobre el suelo, de manera que las arrastraba. Bajó su mirada al suelo y sus ojos se hincharon aguantando las lágrimas.

Ahora ni era necesario que pase la noche allí en el instituto. Sam lo abandonó por un rubio oxigenado. Su corazón estaba partido en millones de pedacitos.

«entonces, me iré con Magnus, a su apartamento, junto a su familia, ya, dentro de dos días cumplo los dieciocho y me voy a vivir solo. Los Fairchild ya me abandonaron, me lo merezco, provoqué la muerte de Narcissa, ella no tenía porqué morir, sólo espero que estén bien.» pensó para sus adentros Leo.

La culpa y la tristeza sobrecaían en él, se sentía por primera vez en ocho años muy solo. Antes de que él viviese con los Fairchild, vivió los primeros años de su vida en la calle, solo muy solo y hambriento, carecía de todo lo que un niño normal podría tener. Además, sus impactantes ojos rojos espantaban a todos, y sus pequeñas puntas punteagudas que sobresalían de su espalda atemorizaba a la gente.

Leo, muy solo y triste, decidió ir al baño para limpiar su cara y sollozar. No quería estar con nadie en especial, y menos con Sam, a esa mujer que tanto amaba, lo había abandonado.

Cuando llegó al baño y vio su reflejo en el vidrio, las pupilas de sus ojos de habían cerrado muy al mínimo, además parecían alargadas, como las pupilas gatunas o como las de Magnus. Eso le pasaba cuando algo negativo sentía.

Se recostó sobre el frío mármol de la pared del baño, lo que le provocó un escalofrío. De pronto se quedó dormido y la imaginación de sus sueños más profundos nubló su mente.

En el sueño Leo se veía caminando en una hermosa pradera junto a Sam tomados de la mano. Pero de pronto, Sam se evaporizaba y volvía a reaparecer pero ésta vez junto con el rubio oxigenado. Los dos se veían muy felices juntos. Un gran odio recorrió el cuerpo de Leo. Deseaba borrar del camino a ese rubio, pero no podía.

Su mente estuvo largo rato en blanco hasta que su imaginación de ensueños lo inundó, volviendo al sueño.

En esa última escena, Leo sostenía a una Sam muerta con un cuchillo clavado en su abdómen. La sangre chorreaba por todos lados. Pero no era la primera vez que tenía esa clase de sueño donde Sam aparecía muerta, sino la tercera.

Al finalizar el sueño, Leo se sobresaltó y se despertó, había estado allí por dos horas durmiendo. Sus ojos rojos e hinchados, aún llenos de lágrimas se dirigeron hacia el reloj de la pared de en frente. Eran las 12 de la noche.

Cancino, decidió dormirse allí.

Continuará...

Angeles Y DemoniosWhere stories live. Discover now