i need you

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-¿A dónde me llevas?-. Preguntó Gian a Germán que lo conducía por un oscuro y sinuoso camino.

-Vamos al club Pandemónium, necesito algo...-. Replicó el Brujo.

-¿Qué no es ilegal?

-Ya niño, espera y verás, he visto lo suficiente para saber que estás en constante contacto con esa jovenzuela, Samanta ¿No?-. Exclamó Germán volteando a Gian.

-Sí, la conocí a los doce, en Grecia. Estábamos en el mismo instituto ¿Por qué quieres saber más de ella? ¿Cómo es que lo sabes?-. Soltó el joven cazador. El brujo, que tenía su piel acaramelada y unos intrigantes y grandes ojos azules marinos, lo miró inquisitivo.

-Leonardo no lo sabe, pero lo estoy destruyendo de adentro hacia afuera, pero él no lo sabe, estoy vinculado a él. Le he hecho un hechizo de control mental, pero esa chica, Samanta, me prohíbe continuarlo, al parecer, Leonardo la ama, y ella a él...- Reveló Germán, mientras giraba en la oscuridad con Gian atrás.

-¡Ah! ¡Si! Ellos esperan un hijo, tal vez sea eso lo que te nubla seguir con tu hechizo. Si sacas del camino al hijo y a Sam, Leonardo estará como un peluchito para tí.-. Dijo el Italiano dubitativo.

-¡Eso!-. Exclamó Germán - ¿Te ofreces para matar a su hijo y a Sam juntos?-.

-la verdad, es que no quiero a Samanta muerta, la quiero demasiado, pero conmigo. ¿No puedo por lo menos sacar al hijo de encima?-. Preguntó Gian, no quería sacarse a Sam de encima, la quería mucho, de verdad, pero la querría más si estuviese con él.

-Mira, te tengo una propuesta:
«te propongo que vuelvas al instituto, yo voy a hechizar a Samanta. Ella quedará bajo tus órdenes y la obligarás a abortar al bebé ¿Está claro?-. Replicó molesto Germán mirando con odio al italiano.

-No lo se, muchas mujeres murieron con aborto. Pero deseo que muera esa horrenda criatura que aguardan-. Dijo cargado con repugnancia Gian.

Siguieron caminando un rato más, hasta llegar el club pandemónium.

Mientras tanto, en el instituto. Leo y Sam se hallaban sentados juntos, volviéndose a redimir ese amor que se tenían el uno por el otro.

En un momento, Leo sonrió a Sam y le levantó la remera que tenía puesta, para besar su vientre. Allí se estaba gestando una criatura con dotes impresionantes.

Sam le sonrió a Leo, ella sabía que en cualquier momento gente del consejo iría allí para informar sobre su embarazo y preguntar quién era el padre... eso iba a ser caótico.

-Leo... lo estaba pensando y...-. Dijo ella dubitativa.

-¿Sí?-. Dijo Leo depositando un beso en el cuello de Sam, rara vez él mostraba mimoso con ella. La joven se ruborizó.

-Es que, en cualquier momento, va a venir gente del consejo y van a preguntar quién es el padre, y como verás, el padre eres tú, pero no me van a creer y nos van a mandar a un montón de tratamientos para saber si realmente eres su padre...-. Prosiguió nerviosa. Le ponían los pelos de punta que le besaran en el cuello.

-Sí, haré lo posible por formar una familia contigo, Sammy, sabes bien que te quiero, te quiero conmigo, no quiero que te pase nada malo ¿Sabes? Quiero estar ahí para protegerte-. Dijo Leo feliz, realmente, él ignoraba la presencia del consejo, pero debía respetarlos.

-Leo, Leo, no-. Dijo la embarazada molesta, le pedía que pare al brujo de sus sueños de darle tantos besos en el cuello.

Sam agarró de la nuca a Leo y se lo acercó de a poco a sus labios, él la agarró de sus caderas y se fundieron en un tierno beso de amor.

-Sam, cómo te extrañé, estar junto a ti...-. Comenzó Leo sonriendo como idiota. Se sentía embobado pero demasiado feliz de que sería padre, y más que fuese ello con la mujer que más amaba.

-Idiota-. Dijo la chica y lo volvió a besar apasionadamente en los labios, tirándose encima de él.

Leo se quitó su remera que le molestaba y sus alas se habían comenzado a acalambrar. Luego siguió el beso con fervor e intensidad.

-Por Dios, Leo, te noto diferente. Estás más extrovertido-. Dijo con sorpresa Sam, pasando una mano por el pectoral fuerte de Leo.

-Te extrañé demasiado, además, escuché por ahí que nuestro hijo necesita amor...-. Y el joven brujo sonrió socarrón.

-No, en realidad, tú me estás mandando una indirecta, diciendo que querés estar conmigo, lo que me pone feliz-. Dijo la joven sonriendo.

Leonardo, con sus dos grandes alas, cubrió a las dos almas gemelas.

Tenía el mismo olor de siempre, canela y manzana. Pensó Sam mirando con paz a Leo.

El brujo, acarició su vientre y le depositó un corto beso en los labios.

-Te necesito-. Dijo él.

-y yo a ti...-. Dijo ella para oír cómo la puerta de su habitación se abrió y dejó ver a Val, que acababa de entrar.

El más joven, por ser tan inocente, se tapó sus ojos al ver cómo la pareja se besaba.

-Perdonen, yo sólo... me pidieron... ¡Vino el consejo!-. Dijo irritado Val. Les dirigió una mirada severa y salió de allí.

Leo se volvió a poner su remera y Sam se puso una remera menos arrugada.

Caminaron hasta la biblioteca del Instituto, juntos, tomados de las manos.

El cónsul Black estaba allí, eso sorprendió mucho a Sam.

Continuará...

Angeles Y DemoniosWhere stories live. Discover now