Capitulo 30

1.1K 82 0
                                    

Un año después

Es curioso como todo cambia en un abrir y cerrar de ojos; en un momento estás feliz y al siguiente te sientes el ser mas miserable, talvez está sea una constante en mi vida.

Aún recuerdo aquel amanecer cuando el sol apenas despuntaba en el horizonte, todo parecía que mejoraría al final, entre mi amado demonio y yo. Pero siempre logra alcanzarnos el destino cruel, que amenaza con demostrarnos a cada paso que damos lo insignificante que somos.

Desperté después de algunos días inconsciente, pero fue lo peor, hubiera preferido quedarme allí dormida sumergida entre sueños, recuerdos y pensamientos que se repetían una y otra vez en mi cabeza. En la habitación estaban papá y Marcelo, ambos tenían esas miradas evasivas y de tristeza que daban la impresión de que no tenían buenas noticias para darme y así fue; lo que papá me dijo fue como arrancarme el alma literalmente. Doménico una vez más había muerto para nosotros, pero está vez no era mentira, estaban esperando por mí para poder sepultarlo y convencerme de que está vez era cierto.

El dolor que sentía en mi corazón y alma era superior al que sentía mi cuerpo, verlo ay metido en esa caja fue el golpe definitivo para dejarme muerta en vida.

Tal parece que este maldito negocio siempre nos seguirá los pasos, los enemigos siempre estarán al acecho y no descansarán hasta vernos destruidos.

Los días pasaron, la depresión me invadió, Marcelo se hizo cargo de todo, como siempre lo había hecho, estuvo para mí en todo momento; me consoló cuando no podía más, fue el que me ayudó a dormir en las noches en vela, fue mi apoyo y seguirá siéndolo por mucho tiempo.

A veces pienso que mi amor por Doménico estaba destinado a ser así corto, apasionado y cruel.

Con el tiempo tome una decisión, más por mi salud mental y la de mi hijo que ya empezaba a hacer preguntas incómodas. Decidí alejarme de esta vida de gánsters para tener una vida un poco más tranquila y "normal" no quería sufrir lo mismo por mi hijo, así que tome mis valijas y a él y salí del país con rumbo desconocido para mis familiares; no quería que supieran dónde me encontraba por lo que me ocupé de ocultar muy bien mis huellas o eso creía yo.

Hoy me encuentro en Barcelona decidí establecerme acá y empezar una nueva vida, gracias a los pocos ahorros que tenía adquirí un modesto apartamento con un negocio anexo y como la panadería se me daba tan bien gracias a mi madre eso fue lo que hice. Al principio fue duro pero con el tiempo logré adquirir buenos clientes y tanto mi pequeño como yo nos acostumbramos a vivir una vida un poco más modesta.

Hasta que un día cuando me destinaba a limpiar todo para irme a recoger a mi pequeño quien era cuidado por una dulce anciana que nos acogió rápidamente como si fuéramos su familia.
Escucho el golpe de la puerta siendo azotada, creyendo que es un cliente necio que no le importa ver el letrero de cerrado y grito: -No hay más servicio por hoy.

Al no encontrar respuestas me acerco para inspeccionar, pero me llevo una sorpresa al ver a Marcelo quien no se ve bien y está sentado cerca una mesa en su mano derecha tiene un arma y con el brazo izquierdo se cubre su abdomen. Alarmada y con miles de preguntas me acerco a él.

-Pero, pe pe pero.. ¿Qué pasó?

-Hermosa no quería interrumpir así en tu nueva vida, pero necesito ayuda.

No lo pienso más y cierro bien todo. Apago las luces, tomo a Marcelo con dificultad nos dirigimos hacia atrás donde hay un pequeño acceso para entrar a mi casa, subimos lenta y tortuosa mente las escaleras hasta que al fin lo consigo dejándolo caer sobre mi sillón, rápidamente voy por el botiquín quiero ver qué tan mal está.
Retiro su chaqueta y camisa, me armó con gasas, desinfectante y demás pero sangra mucho.

Esclava (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora