Capítulo 42 ° Devolución °

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Narrador oculto:

— Ya es hora señor — mi vista recae en el hombre que me observaba, yo sonrió mientras niego y juego con un pequeño llavero en mi mano — Aun no querido amigo aun no — digo observando el llavero en mis manos los recuerdos albergan mi mente de una manera dolorosa.

— Señor el niño ya está aquí, nuestros compañeros han sido asesinados a excepción de Francisco — suelto un suspiro acompañado por una carcajada, niego furtivamente mientras camino por un trago.
— Devuelve al vástago, no sin antes darle un buen golpe que deje marca ahora toma papel y tinta, que mandaremos una carta — digo tomando un trago de la copa de vino, el asiente y va por lo necesario.

Dulce y linda Green pronto nos volveremos a ver...

Pienso, mirando la fotografía que ya hace en mi despacho, una linda familia posando para la foto perfecta el padre en el centro tomando por la cintura a su mujer esbelta y hermosa con su pequeña niña a su otro lado, las mayores cada una en un lado.

— No debiste haberme dejado ir Rose Kurt — digo quemando con el mechero de mi encendedor, quemando gran parte de la foto — Muy pronto familia muy pronto — susurro viendo como las llamas del fuego consumen con rapidez a la familia.

                           ***

Narra Catherine :

El humo de la nicotina llena mis pulmones, para después expulsarlo directamente por la ventana, el hielo chocando dentro del vaso ya vacío mi vista no se aparta de la ventana, mis dedos sienten el frío cristal el rostro del maldito hombre autor de la carta no deja de rondar por mi cabeza una y otra vez, memorizando cada rasgo, cada diminuto lunar y pelo que lleva en el rostro — ¡CATHERINE! — el grito brutal de Stephen hace que tire el vaso y cigarrillo, tomando mi arma y corriendo al llamado que me a dado. Lloriqueos fuertes llegan a mi oído tensado cada parte de mi cuerpo, mis ojos dan con un Stephen preocupado cargando a un Artemis rojo he linchado sin querer parar de llorar con su pequeño labio rojo sangrando.

Mis manos toman a mi hijo, mi quijada esta apretado y mi mente esta bloqueada me dirijo a la sala y lo siento en un sillón tomo su resto entre mis manos — Artemis, amor — digo tranquila, obligando a que me mire, sus pequeños e hinchados ojos verdosos me observan hipando  sus labios en un leve puchero dejan ver la cortada en su labio sonrosado. — Mi pequeño aquí está mamá tranquilo — susurro acariciando su pequeño rostro, el silencio llena la casa una lágrima resbala por mi rostro el nudo en mi garganta se forma.

— Una maldita devolución, saben que ya los tenemos Catherine tenemos que... — me levanto, con Artemis en brazos mi quijada esta apretada sintiendo el rechinar de mis dientes — Nos vamos a Los Ángeles — digo en voz ronca, tratando de no dejar salir el sollozo que ya hace apretado en mi garganta — Se están metiendo con lo que más me importa, ya saben mi punto Stephen no permitiré que le hagan daño a mi hijo, en menos de dos semanas nos vamos — digo caminando a mi habitación con Artemis miraron por todos lados.

— Tranquilo, ya estas con mamá — susurro arrullando  con delicadeza el cuerpo de él pequeño saco de carne, viendo con delicadeza como duerme veo su pequeño ceño fruncido un suspiro sale de mis labios — Lo lamento cariño — digo acariciando sus mejillas.

— No fue tu culpa Catherine — la voz de Stephen se hace presente, cierro los ojos con fuerza evitando que las lágrimas salgan — Lo es, si tu no te quieres ir esta de sobra que no me importa ¿Lo sabes no James? — digo ahora observando directamente a sus bellos ojos verdosos — Lo se de sobra, iré con ustedes empezaré a dejar todo arreglado acá para irnos sin ningún problema — declara saliendo de la habitación, mi cabeza empieza a pulsar el aire en mis pulmones hace falta cierro los ojos esperando a dormir.

Mis ojos caen en toda la casa, mi piel se eriza por completo los recuerdos golpean mi cabeza como saco de boxeo — Hija — la delicada voz de mi madre hace presente en el lugar mi cuerpo se tensa por completo, con lentitud  giro mi cuerpo en busca de su voz encontrándola enfundada en aquel vestido apretado y esos tacones caros, dejando ver lo hermosa que siempre fue — Madre — digo con voz atorada, mis ojos empiezan a picar y mis palabras a temblar — Estas viva — digo con una pequeña sonrisa caminando hacia ella con rapidez, ella me sonríe y extiende sus brazos — Mi amor — dice en un susurro que rompe mi corazón.

— Mamá... Ya no puedo — digo llegando y refugiando mi cuerpo entero en sus suaves brazos, sus largas uñas bien cuidadas rascan mi cabeza como antes solía hacer — Siempre puedes Catherine — dice sobando mi espalda haciendo que rompa a llorar — Mi papá debe estar enojado, estoy escapando mamá, soy patética — digo sorbiendo mi nariz, dejando caer lágrimas silenciosas — No hagas caso, protegerlos ahora depende de ti Catherine — la miro a sus castaños ojos, ahí está esa calidez que siempre busqué.

— Perdón — digo soltando nuevamente sollozos con fuerza, mientras vuelvo abrazarla con intensidad en busca de su calidez
Shhh... Tranquila todo pasa por algo querida — dice separando su cuerpo del mío observando y acariciando mis mejillas.

— Tu puedes — sus palabras se hacen lejanas, su imagen borrosa y blanca.

Mis mejillas están mojadas, demostrando el dolor que llevo cargando desde un principio en mi vida.

— Gracias mamá, lo necesitaba — digo con una sonrisa observando a mi pequeño quien chupa que dedo mientras sus largas pestañas acarician sus mejillas.


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LA ÚLTIMA GREEN. (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now