Capítulo 43 ° Unión de mafia °

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Tres años después


Sus labios están secos y ansiosos, su mirada está postrada en aquel espejo largo, tres años donde volvió a casa el dolor lo sigue sintiendo en cada pared llenos de lágrimas y agonía su reflejo la hace suspirar con una sonrisa en el rostro — Te vez hermosa — dice la regordeta señora, que a estado estos tres últimos años a su lado y al de su familia el vestido se acopla perfectamente a su figura ya más madura veintidós años que le pegaron de maravilla.

— Gracias tita — le responde con una media sonrisa, ella une sus manos y la devuelve — No soy muy fanática de este tipo de bodas, pero cariño a ti te queda — Catherine ríe ante tal arrebato de la señora después de todo ella sabe a la perfección como es que vive su familia, unos pequeños pasos apresurados la hacen voltear a la puerta de su habitación — ¡Artemis te dije que no podías venir! — exclama la mujer, poniendo sus manos en su cadera con cara de reproche el niño de cuatro años solo baja la cabeza mientras lo reprenden — Lo siento tita — dice con voz dulce, la mujer suspira fuerte y lo mira con ternura.

— No me puedo enfadar contigo mi niño — dice poniendose a su altura, dejando un beso sonoro en su mejilla — ¡Que guapo! — exclama ahora Catherine mientras lo mira con una sonrisa, el niño sonríe y se acerca rápidamente a su madre la cual lo abraza con fuerza mientras le da una pequeña vuelta haciéndolo reír — Mi papá me lo compro — dice con orgullo, levantando su pequeña barbilla Catherine solo ríe y camina hacia sus zapatos.

— Mami ¿por qué tu y papá están vestidos de negro y yo no? — dice con pureza mientras tambalea sus pies de un lado a otro ya sentado en la cama, ella lo observa por unos segundos y sonríe — Por qué, tu eres un angelito feliz, puro y de corazón noble en cambio papá y yo, somos unos ángeles tristes y heridos por eso vamos de negro — dice inventando la mejor respuesta que se le pudo pasar por la cabeza, el niño lo mira dudoso pero lo acepta.

— ¿Puedo ir a jugar con sombra y protector? — pregunta jugando con sus pequeños dedos, ella sonríe y asiente dejando ir a jugar a su hijo con sus mascotas aquel felino y perro han sido los mejores compañeros de su hijo quien a pesar de sus peludos cuerpos y sus lenguas rasposas, lo han defendido de todo su pequeña sombra y su protector.

Minutos pensando a la deriva, escucha un toque en la madera de la puerta llamando su atención la mujer ya arreglada con sus mejillas bien chapeteadas le sonríe — Ya es hora — dice con emoción, el brillo en sus ojos le hace sonreír pues su felicidad es contagiosa.

Su mi risa recae por última vez al espejo el aire en su pulmones lo deja salir «Ya es hora» se repite en la cabeza, caminado por los pasillos asta llegar a la salida donde el carro ya la espera ansiosa.
Montando su cuerpo, ve por la ventana cada una de las calles donde algunas veces fueron tocadas por ella, recorridas una por una el recorrido es largo dándole la oportunidad a Catherine de pesar todo lo que a llegado a pasar en aquel transcurso de tres años, viendo la tela negra y sedosa de su vestido un recuerdo en particular alberga su mente de golpe.

— No me voy a casar, no te hagas ilusiones padre — le dice burlona su hija a su padre, el cual la mira serio mientras bebe de su café el sonríe burlona mente — Nunca digas nunca, yo si quiero nietos — dice apuntando acusadoramente mente a su hija, ella niega rotundamente tomando su vaso de leche — Pues le dices a mis hermanas, por que de mi no obtendrás nada — dice bebiendo su vaso de leche con tranquilidad.

— Será con un vestido blanco, y con el hombre que logre soportarte así es como será así es como lo deseo...—

«Será en otra ocasión padre» piensa cerrando los ojos por un par de segundos.

— Llegamos — la voz del chófer la  saca de sus pensamientos, el gran edificio hace que su respiración se acelere.

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