Capi 8

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¿Qué tan raro es preferir ir al mismísimo infierno por tu amor platónico? Peor aún, hacer un contrato que te marcará para siempre a cambio de tener una oportunidad con él

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¿Qué tan raro es preferir ir al mismísimo infierno por tu amor platónico? Peor aún, hacer un contrato que te marcará para siempre a cambio de tener una oportunidad con él.

Ese es el caso de Tweek, que fue arrastrado y obligado a firmar un contrato con nadie más ni nadie menos que Eric Cartman.

Después de esa coincidencia de choques de miradas con Craig, él no volvió a verle. Su plan era ir a verlo a los entrenamientos después de clases, pero su idea no funcionó ya que Wendy lo arrastró al aula del Club de Yo Cupido.

Eric colocó el contrato frente a Tweek, que especificaba que si su relación con Craig funcionaba, estaba obligado a cumplir con su plan mercadotécnico de su empresa en proceso como pareja gay.

Tweek miró inseguro a Wendy.

—No tienes que hacerlo si no quieres.—Le confesó.

—Oh claro, podrías firmar ese papel y hacerte novio de Craig, o rechazarlo y quedarte mirándolo de lejos el resto de tu vida.—Habló Eric colocándole una pluma en sus manos.

El rubio miró dudoso a todos los que se encontraban a su alrededor. Tenía que enfocarse; Cartman había unido parejas con éxito desde que el club abrió, con su ayuda posiblemente Craig lo miraría con esos hermosos ojos verdes. Entonces le preguntaría si quería ser su esposo, tendrían una boda al lado de la playa y tendrían muchos hijos. Docenas de hijos.

La pluma paso por el papel escribiendo una firma en la línea de conformidad. Eric inmediatamente le quitó el contrato con una sonrisa complacida.

—Ese chico será tu novio.—Le aseguró con confianza.

Los ojos de Tweek brillaron cuando lo escuchó.

—¿C-cómo vas hacerlo?

—Eso no puedo revelarlo. Es un secreto.—El gordo entonces abrió la puerta del salón y los invitó a salir.

El rubio no podía evitar preocuparse por lo que podría pasarle, es decir, cualquiera se preocuparía si le deja algo tan importante a Cartman para hacer. Nada era seguro con él.

Cuando salió aún estaba a tiempo de poder ver a Craig practicar, así que se dirigió a la grada más alta como siempre lo hacía.

Pasó su vista por cada persona entrenando con Craig, deteniéndose en el castaño que hablaba con él con tanta naturalidad.

Él también prometió ayudarle con Craig, ¿Será que lo estaba haciendo en ese momento? Le gustaría pensar que si. Es decir, hasta hace unos meses nadie sabía de su secreto, ¿O si? Últimamente la gente le tendía la mano para ayudarlo. Le sorprendía que Craig aún no lo supiera en ese punto.

La mirada del castaño se dirigió hacia Tweek. El rubio brincó pero le correspondió a su saludo. Entonces Clyde subió hasta donde se encontraba, y junto a él, la mirada de Craig.

—¡Amigo!—Dijo sonriente sentándose a su lado.—Me engañaste, prometiste que me ayudarías con Bebe.

—S-si... Pero...—Se intentó excusar torpemente hasta que una incongruencia vino a su mente.—Espera, ¿Cómo obtuviste mi número?

—Ah, Bebe me lo paso. Le dije que tenía que hablar de un tema importante contigo.

—Y-yo mañana te ayudaré. Dame un respiro.

—¿Quiéres que le diga a Craig que te lo de?—Tweek arrugó su frente sin entender.—Un respiro Tweek, como el de las poesías.

—¿Qué?

—Un beso.

—¡Jesucristo!

—¿Eso es un sí? Creo que debería empezar a ayudarte.

—¡E-espera!—Gritó al ver cómo Clyde bajaba apresurado las escaleras hacia Craig, quién solo miraba sin expresión alguna la escena.

Luego se imaginó el rostro de Craig si Clyde le decía algo. Abriría los ojos asombrado y entonces lo vería reír por primera vez en su vida. Se reiría de él.

Tweek se levantó de la grada y fue detrás del castaño con el corazón en la garganta. Eran esos momento que debía agradecer el practicar baloncesto, aunque sea solo por obligación, porque así lograba mantener el ritmo de Clyde.

Podía ver su espalda robusta tan cerca, que sin dudarlo se impulsó y se colgó de él, provocando que ambos cayeran y rodaran hasta el suelo.

—Clyde, deja de jugar.—Exigió Craig sin mirar al rubio tirado al lado del mencionado.

—Viejo, esto no es un juego. Es un acuerdo de vida o muerte.

Craig levantó una ceja de forma interrogante, pero decidió dejarlo pasar.

—Ho-hola Craig.—Tweek cubrió su boca apenas terminó de pronunciar esas palabras. Salieron inconscientemente, sin su permiso.

Craig lo miró unos segundos antes de saludarle con un simple "Hey" para luego alejarse de ahí.

Su espalda fue lo único que vio después. Su corazón que se hallaba en la garganta bajó hasta el estómago y se deshizo en sus ácidos gástricos. Su labio inferior tembló levemente sin comprender que sucedió. Hasta hoy en la mañana todo parecía ir a la perfección, pero ahora nada cuadraba.

¿Que significó la mirada que tuvieron antes de la clase?

¿Que significó ese agarre que sostuvieron hasta separarse en sus salones?

¿Que significó ese choque de destino que compartieron al llegar tarde los dos juntos?

—¿Tweek?—Pronunció preocupado el castaño, su expresión de Tweek era muy obvia.

—D-debo irme, a t-trabajar con mis padres.—Se levantó del suelo y subió corriendo las gradas aguantando toda la confusión en su cabeza que empezaba a palpitar.

—Entonces te veré mañana.

Tweek no contestó, solo corrió hasta sus cosas, las acomodó y salió del campo a paso apresurado sintiendo como sus lágrimas descendían ridículamente por sus mejillas.

—Detente Tweek, solo no te saludo como querías.—Se consoló a sí mismo sin éxito alguno.

Y sin más, caminó desanimado hasta su casa, porque, bueno, decidió brincarse su turno nocturno ese día.

Se la paso toda la noche observando las redes sociales de Craig, buscando algún movimiento o publicación que pudiese delatar su comportamiento con él. Porque conocía a Craig, y sabía que algo lo tenía preocupado, confundido o molesto.

Y Tweek Tweak iba a descubrir la razón. Aunque le cueste el resto de su vida con tal poder hacer que Craig le sonría.

 Aunque le cueste el resto de su vida con tal poder hacer que Craig le sonría

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Sonríeme a MiOù les histoires vivent. Découvrez maintenant