CAPÍTULO 6: EL DESENFRENO EN TACONES

57 12 1
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.



¿Sabéis lo que es el desenfreno? Yo lo acabo de buscar en el diccionario de la vida, y ponía textualmente: «Desenfreno es ese estado al que te induce la bebida y ciertas drogas que hace que no puedas parar de bailar, moverte, saltar, gruñir y por supuesto, seguir bebiendo» Vale, puede que me lo haya inventado, pero creedme si os digo que esta noche era víctima de un total desenfreno y ni siquiera era consciente de ello.

Todo comenzó durante aquella mañana, como de normal en la oficina, tratando de grapar un informe estadístico financiero de ciento setenta y ocho páginas, algo terminantemente imposible, ya os lo digo, no hay grapas tan grandes en el mundo para tantas hojas. El caso es que Julia entró en mi despacho por primera vez durante la mañana y me vio sofocada tratando de agujerear el documento a toda costa como si se me fuese la vida en ello, y decidió ayudarme. Admito que me vino de lujo verla allí en aquel instante porque pretendía buscarla más tarde para hablar con ella.

—¿Te ayudo con eso? —Preguntó observándome con una mueca de preocupación. Ella sabía que me estaba salvando la vida, como siempre. —Creo que será mejor si lo encuaderno, eso no puede graparse, es muy gordo, Jessica cariño —Yo asentí y le cedí el documento que ella sujetó con sumo cuidado llevándoselo de mi vista junto a una carpeta que había venido a revisar. Pero antes de que cerrase la puerta aproveché y la llamé de nuevo.

—Julia, espera —Ella se detuvo frente a mí de nuevo frunciendo el ceño y preguntando que ocurría. —¿Tienes algo que hacer esta noche? —«Ni siquiera sé por qué le preguntaba. Francamente me daba igual».

—Claro... voy a cenar con los padres de Kai —«¡Sus suegros, qué espanto! Encima le iba a hacer un favor...» —¿Por qué lo preguntas?

—Porque te necesitaré para esta noche —Advertí con una mirada divertida. Ella me estaba haciendo infinitas preguntas con sus ojos —Estamos invitadas a una fiesta por parte del nuevo director artístico, que también es cantautor y esperaba que tú pudieras...

—No —Dijo tajantemente —Eso sí que no.

Naturalmente ya conocía muy bien a mi asistente personal, y sus no siempre acababan significando no lo sé. De tal forma que insistiéndole unos cuantos minutos y por qué no decirlo, también amenazándola un poco con bajarle el sueldo, acabó cediendo y acompañándome al club donde Scott actuaba. Esa era la indiscutible e irrechazable amenaza estrella, y siempre funcionaba.

También es cierto que tuve que hacer frente a extrañas preguntas por parte de Joanne cuando regresé a casa. Y todo sea dicho, me sentí algo mal:

—¿Y por qué le has pedido a tu asistente personal que te acompañe? —«Me preguntaba la pobre con la mayor inocencia del mundo» —Yo podría haberlo hecho... hace mil años que no salgo de fiesta —«Normal, será porque la última vez acabaste borracha haciéndote pasar por Meryl Streep para ligarte al segurata vociferando a los cuatro vientos "Dancing Queen" y moviendo la cadera espasmódicamente como si fueses una rata acalambrada. Esta chica jamás nos ha compensado por la vergüenza que nos hizo pasar a Mary y a mí aquella noche mientras la arrastrábamos entre las dos por la calle para llevarla a casa. Si no la dejé allí en medio de la avenida fue porque yo también estaba lo suficientemente borracha como para ser autocompasiva. Pero si hay algo que juré por mi vida, fue no salir más con ella de fiesta, y hasta hoy lo he cumplido».

EL KARMA ME ODIAWhere stories live. Discover now