EL KARMA ME ODIA

CAPÍTULO 14: STARBOY

—¡¿Las tres?! ¡No podemos encargarnos nosotras de las tres carteleras! —Murmuré con emotividad e incredulidad.

—Eso me ha dicho el señor Gabriel, Jessica... Al parecer Scott está trabajando en un diseño de mayores dimensiones y mucho mejor y se ha llevado a todo el equipo creativo con él. Por lo visto pretende...

—Sí, claro, cómo no. Scott siempre va tres pasos por delante de mí... —Suspiré con agonía interrumpiéndola y observando los documentos de la mesa. Julia me observó sorprendida por mi respuesta. —Sus ideas siempre son excelentes y perfectas.

—Bueno, sería una locura no reconocer el innegable talento de Scott... —«Lo que me faltaba por oír» —El chico tiene madera de líder, no nos vamos a engañar...

—¿Te cae bien? —Pregunté muy seria dirigiendo mi mirada afilada hacia la suya.

—Bueno... he hablado un par de veces con él y... —Julia suspiró con algo de temor por la respuesta que podía ocasionar en mí —No parece mal chico... ¿no?

De pronto nuestra conversación se vio interrumpida por un coro de voces que se elevaban más y más. Provenían de fuera del despacho y llegaban a irritar.

—¿Qué demonios ocurre ahí fuera? —Pregunté en voz alta levantándome de la silla y dirigiéndome a la puerta con una estela de taconeos a mi paso —¿Han montado un mercadillo en la sala de ordenadores?

Julia me siguió por detrás, juntas abandonamos el despacho y caminamos por el pasillo hasta llegar a la sala de ordenadores y escritorios de trabajo. El mundo entero se había concentrado en el ombligo de Scott y estaban todos adorándole en la sala, o eso era lo que parecía, mis oídos sangraban de rabia. ¿Qué demonios estaba ocurriendo aquí?

—Tío, te mereces todo esto —Decía una voz grave como una tuba.

—No sé qué haríamos sin ti... —Susurró otra voz estridente de mujer.

—¿Vas a ser nuestro próximo director general? —«Y ésta pregunta me tocó tantísimo el coño que me armé de valor y me introduje dentro del barullo. La gente comenzó a calmarse y callarse en cuanto me vio aparecer, al parecer todavía era capaz de tener el respeto de mis empleados. Aún no habían sido corrompidos por el "efecto Scott" del todo»

—¿Qué ocurre aquí? ¿Qué es esto? ¿La vendimia? —Pregunté con mala leche gritando a todo dios, tardaron bien poco en quedarse inmersos en un silencio sepulcral.

Scott me miraba como si hubiese visto a un fantasma, aunque poco después su mirada pasó a fingir indiferencia.

—Es Scott, Jessica... —«Era Peggy, la recepcionista tocapelotas con nariz de puerca» —Los propios líderes de Royal D.C. han venido en persona a felicitarlo por el buen trabajo que está haciendo con el proyecto... ¡Imagínate cómo será!