CAPÍTULO 10: DULCE CAROLINE

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—¡Pero dame al menos alguna explicación! —Una voz masculina y atractivamente varonil resonó por el rellano mientras yo subía exhausta los peldaños de mi edificio —¿Qué he hecho mal? —«Eso mismo me preguntaba yo cada mañana, ¿Qué he hecho mal para acabar viviendo en un micro-rascacielos de mala muerte con dos compañeras de piso a las que en realidad no soporto? ¡Por si fuera poco, además un gilipollas me estaba quitando el protagonismo en mi propia agencia!»

—¡Que no te quiero volver a ver, y ya está! —Respondió una familiar voz femenina airada «Virgen santa que estás en los cielos, si realmente existes, te suplico que me protejas de la tormenta que se avecina. Esa voz era inconfundiblemente de Mary, que había vuelto a hacer de las suyas con otro chico, enamorándolo hasta las trancas para luego asestarle una patada y dejarlo con el rabo entre las piernas, literalmente» —¡Vete, pesado!

Y entonces aparecí frente a ellos en el rellano, y Mary me miró, y yo la miré, y el chico me miró, y confieso que yo también lo miré un poco aterrada. Los tres estuvimos un instante intercambiando miradas mientras yo acababa de subir los últimos escalones del decimotercer rellano totalmente agotada y jadeando. La rueda de prensa se acercaba y yo no tenía el horno para bollos en ese preciso instante con mi gruesa parka cubriendo la mitad de mi cuerpo y haciéndome sudar la gota gorda tras haber subido trece malditos pisos. ¡Creedme si os digo que eso era hacer cardio y no lo que la gente se apuntaba a hacer en el gym! Eso del sudor no era una leyenda urbana ni un mito que se habían inventado los del sur para repelernos, en este instante estaba sudando de verdad. ¡SUDANDO EN CANADÁ! ¿Acaso era eso posible? Y os preguntaréis: «Jessica, preciosa, ¿por qué no coges el ascensor?» Pues bien, os responderé: porque resulta que es el único deporte que hago para mantener mi línea. Y funciona, me creáis o no, si queréis mantener la línea compraos el piso más alto que encontréis y poneos a subir y bajar escaleras como si estuvieseis locos. Si vuestros vecinos no llaman al manicomio antes, os garantizo un cuerpo de escándalo y unos glúteos de asombro, tan solo con que las bajéis la mitad de veces de las que yo lo hago a lo largo del día. Ni spinning, ni jogging, ni mierdas, únicamente scalering y una manzana para cenar.

—¡Jessica! —Me interrumpió Mary haciéndome un gesto con la mano para que fuese hacia ella que se ubicaba en el marco de la puerta de casa con la puerta entreabierta —¡Ven, deprisa! —«Pero ya era tarde. El macho asesino me había alcanzado y yo ya estaba viendo mi vida pasar. El chico se acercó a mí y depositó su mano sobre mi hombro como si me conociese de toda la vida mientras yo ya comenzaba a poner ojos amenazadores sobre él. ¿Por qué me toca?».

—¿Eres su amiga? —«Bueno... por decir algo. Aunque la palabra exacta es: compañera de piso» —Por favor, dime qué necesito hacer para convencerla de que puedo llegar a enamorarla... —«¿Enamorar a Mary? JÁ JÁ JÁ. La risa me invadía y, evidentemente, no la pude contener. El chico se quedó observándome perplejo y desilusionado mientras yo me partía la caja ostentosamente»

EL KARMA ME ODIANơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ