CAPÍTULO 8: UN NOBEL PARA JESSICA

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—No —Aseguré mirándolo mortalmente y negando.

—Sí —Reiteró él sonriente con una encantadora sonrisa.

—Mentira, no puede ser cierto. No te besé, yo no haría eso en mi vida. No bromees. —«Mis mejillas debían estar al rojo vivo de la vergüenza que estaba pasando en aquel momento».

—No bromeo... —«Aseguró riéndose en mi cara. ¡Necesito azotar algo o a alguien!» —Te acompañé a casa tras darme cuenta de lo borracha que ibas... y menos mal que llevabas el documento de identidad en el bolso y pude ver la dirección de tu casa. Si hubiese confiado en tus indicaciones habríamos acabado bajo el lago Ontario.

—Oh dios, Jessica... —«Me dije a mí misma, y me llevé las manos a la cara de la vergüenza. Esto sí que no me lo esperaba. Yo tratando de besar a Scott como si fuese una odiosa de sus fans colada por él... penosa, Jessie, simplemente penosa. Esta vez has batido récords. Tú antes molabas, ¿qué te ha pasado?».

—Además, cuando llegamos a tu casa te desplomaste de lleno en medio del salón como si no te funcionasen las piernas y cómo no, me tocó recogerte antes de que barrieses el suelo en plan mopa, de hecho, ibas decidida a abrillantar el piso. Deberías haberte visto, parecías un besugo dando brincos intentando levantarte. ¿Sabías que pesas mucho más de lo que aparentas? —«¿Un besugo? ¿Me está llamando gorda y fea? ¡Porque entonces será cuando le parta la cara de verdad! ¡El besugo será su madre!» —Aunque no te preocupes, puede que seas mi jefa, pero es obvio que como toda mujer también tienes tus necesidades, y...

—¿Puedes dejar el temita? —«Pregunté ya algo cansada y enrojecida sin saber hacia dónde mirar ¡¿A qué demonios se refería con eso de las necesidades?!. Él estaba pasándoselo estupendamente contándomelo, quería ponerme en evidencia, estaba claro. No te dejes avergonzar, Jess».

—¿Dejar ya el tema? —Preguntaba él confuso elevando las comisuras —Pero si eso no fue todo lo que paso, aún hay algo más... —Dijo él contemplándome complacido con un rostro diabólicamente perverso, aunque muy sexy.

—En realidad no quiero saber lo que pasó, me da igual ya —Dije observándolo con cara asesina para que se detuviese... Pero obviamente, no lo hizo.

—Me pediste tú misma que me quedase a dormir ¿sabes? Y... también me pediste que... ¿cómo fue la palabra exacta que utilizaste?... —hizo una mueca y se tocó la barbilla con su dedo pulgar y el índice pensando algo lejano en el tiempo hasta que pareció recordarlo y lo escupió como fuego, haciéndose el graciosillo —Ah sí. Me pediste que te «apagase el fuego con mi manguera...» —«Tras esto el cabronazo se puso a reírse en mi cara descontroladamente. Tierra trágame. Jamás en mi vida había estado tan abochornada de mí misma como en este mismo momento». —Jamás ninguna chica me había dicho algo así, tengo que reconocer que es original, pero no sé si es la mejor forma de ligar, Moreau... —«Le odio, le odio, le odio, le odio».

EL KARMA ME ODIAWhere stories live. Discover now