CAPÍTULO 16: LA VENGANZA SE SIRVE FRÍA

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—Nada —Aseguré negando con la cabeza mientras salía del restaurante. —No han visto ninguna cartera.

—Vaya... —Murmuró Mr. Hacker —Si quieres puedo esperar a que...

De pronto el chico se quedó mudo observando algún lugar de la calle que yo no alcanzaba a visualizar.

—¿Qué demonios estás miran...? Oh... no. —susurré en voz baja. «Mis peores pesadillas hechas realidad».

Scott se aproximaba hacia nosotros desde el final de la calle junto con una mujer que parecía muy joven, incluso más joven que yo. La chica llevaba un carrito de bebé y parecía estar disgustada con Scott. Ambos estaban haciendo gestos faciales similares a los de estar teniendo una discusión.

Mi cara quedó hecha un poema en cuanto lo vi e inconscientemente cogí del brazo a Mr. Hacker para que me siguiese hacia otro lugar.

—Vámonos —Murmuré tratando de cambiar de acera, pero el Hacker parecía molesto con mi actitud.

—¿Bromeas? ¿No lo conoces? —«Muy a mi pesar sí, y ojalá no lo hiciera» —Es Scott Caprani, el vocalista de "Dirty Boys". ¡Voy a ver si me hago una foto con él! —Ésta fue la prueba definitiva de que el mundo me odiaba. Y como una tonta me quedé plantada en medio de la acera viendo cómo me hundía por momentos.

—Sí, algo he oído... —Murmuré con cara de pocos amigos para mí misma. «¿Habéis visto lo que es la casualidad? Yo estaba pasando por esta maldita calle, por la que no habría pasado si no hubiese perdido la puñetera cartera, y para colmo, voy y paso por ella justo en el mismo instante en el que pasa Scott. El mundo es un pañuelo. ¡CON LO GRANDE QUE ES TORONTO!

El chaval se acercó rápidamente a ellos mientras yo lo seguía desalentada por la sorpresa y trataba de alzar la cabeza con toda la dignidad posible. El frío era real, mis dientes castañeaban de vez en cuando y no sabía si era por la temperatura o por mis ganas de morder a Scott. El cielo estaba gris y no parecía extraño que fuese a nevar de un momento a otro.

—¡Scott, tío! —Murmuró el informático casi devorándolo y abrazándolo en cuanto lo tuvo frente a sus narices. La cara de Scott era una mezcla entre confusión y simpatía al mismo tiempo, era la cara de la falsedad emponzoñada y disimulada con una agradable sonrisa de corderito. —¡Joder, no sabes lo que te admiro! Voy cada sábado a escucharos al local...

Scott estaba escuchando atentamente lo que le decía el fanático lunático, pero su mirada estaba depositada sobre mi persona. Me observaba extrañado al igual que su acompañante, que me analizaba exhaustivamente mientras balanceaba el carrito de bebé como si fuese una maraca. Sin duda el niño les acabaría saliendo bailarín si seguía asestándole esos meneos tan contundentes.

—¿Jessica? —Preguntó Scott sin responder. La zorra que estaba a su lado abrió los ojos como platos y me dirigió la mirada de asco más inmensa que nadie me ha dedicado en mis veinticuatro años como inquilina del planeta Tierra. Me sentía como si fuese un alienígena acabado de aterrizar sobre su porche para secuestrarla. La mujer tenía un parecido increíblemente razonable a Scott, mismo color de pelo castaño oscuro, iris de colores tostados y dorados como la miel y mandíbula algo gruesa para ser una mujer, aunque le quedaba sorprendentemente bien. La única diferencia entre ellos a parte de la evidente presencia de estrógenos en ella, es que parecía ser bastante más joven que Scott, posiblemente era su hermana pequeña.

—¿Es ésta la impresentable que te explota y te putea? —Murmuró lady Caprani señalándome con el dedo acusador como si estuviese escogiendo el trozo de ternera que le gusta en la carnicería.

—¿Perdón? —Dejé escapar un pequeño suspiro mientras le remitía una cara de indignación absoluta y observaba de reojo a Scott.

—Espera... ¿Os conocíais? —Preguntaba Mr. Hacker haciéndose un lío y dirigiendo sus pupilas hacia todas partes.

—Bianca cálmate, no montes ningún pollo aquí ¿quieres? —Murmuraba Scott sujetando del brazo a su clon con vagina y suplicándole con la mirada. Pero poco podía hacer, la guerra ya había empezado llamándome zarrapastrosa explotadora. Esto iba a convertirse muy pronto en un capítulo de "Juego de Tronos", solo necesitaba una espada y un estandarte de la casa Moreau.

—No me calmo, ¡escúchame, tú! —Me dijo acercándose a mí cual choni de barrio ansiosa por marcar territorio. Le miré con la misma cara de desagrado que ella lo hacía y alcé la cabeza con curiosidad por lo que me tenía que decir mientras me cruzaba de brazos. —¡Deja a mi hermano trabajar en paz, envidiosa! ¿Te queda claro?

Scott se cubrió el rostro con las manos de la vergüenza y Mr. Hacker levantó las cejas anonadado mientras yo me quedaba boquiabierta sin esperar ese insulto tan directo. ¿De qué va esta cría impertinente?

—¡Vaya, la insolencia es algo que se hereda de familia! —Respondí con sarcasmo y sacando a relucir mi hermosa sonrisa. Bianca frunció el ceño y apretó los dientes. —Tal vez deberías volver al jardín de infancia y dejar que los mayores se ocupen de sus asuntos.

«¡Y boom! La bomba explotó.»

—Yo iré al jardín de infancia... —Murmuró con una sonrisa dolida de orgullo evitando soltar una carcajada —¡pero tú irás al hospital después de esto, puta!

De pronto sin comerlo ni beberlo, la psicópata Caprani se abalanzó sobre mí a grito pelado echando el carrito a un lado y me estiró de la coleta hasta dejarme amarga por el tirón de pelo. Scott y el friki del ordenador trataron de interponerse entre nosotras, pero ya era tarde. Yo había conseguido encallar mis uñas en sus mejillas asegurándome de dejarle una buena marca de gato en la cara.

Ambas fuimos separadas a la fuerza, la tiparraca se secó la gota de sangre que la cayó de uno de los arañazos mientras que susurraba palabras en un idioma que no captaba. Parecía... ¿italiano?

—Bianca tú y yo tenemos una conversación pendiente cuando lleguemos a casa. —Murmuró Scott girándose hacia mí y sujetando a su hermana del brazo. —Oye, siento este espectáculo, Jess... yo, dios, qué vergüenza... —Balbuceó.

—El lunes hablaremos sobre esto. —Asentí con mi mirada mortal girándome de nuevo y caminando acelerada en dirección sur. —Tú ven conmigo. —Respondí observando a Mr. Hacker que me siguió sin rechistar corriendo detrás de mí.

—¡Hey! ¿Dónde se supone que vas? —Me preguntó el chico con incertidumbre observando mi cara de enfado con algo de tensión y el ceño fruncido.

—A por un taxi que me lleve a casa ¡Estoy de todos hasta el coño! —Grité exasperada clavándole mis pupilas de reojo. —No tienes ni idea del día de mierda que llevo —Comenté como si fuese mi mejor amigo y estuviese dirigiéndome a una cafetería a tomar un café con él —Esta mañana he pillado infraganti a mi compañera de piso ninfómana teniendo sexo con una desconocida en mi sofá ¿Sabes? Además, he perdido la cartera, el dinero, la tarjeta de crédito, el carné de identidad, y todas las tarjetas de socio. ¡He perdido incluso la tarjeta de Moreau!

—Lo siento, en serio... pero yo no...

—¡Y para rematar ahora viene esta puta a llamarme explotadora y a intentar agredirme! —Terminé con un suspiro mientras subía a un taxi haciéndole un gesto al chico para que entrase conmigo. —Esto no se va a quedar así. Sube, chico.

—Me llamo Lewis. —Aclaró subiendo al vehículo —¿Dónde me llevas?

—A Moreau Factory, si me ayudas con unas cosillas tú mismo prometo pagarte muy bien en unos días ¿de acuerdo? —Pregunté con mi maquiavélica mirada introspectiva esperando una clara respuesta —Solo quiero venganza...    

    

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EL KARMA ME ODIAWhere stories live. Discover now