5. Miradas sofocantes

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Llevaba de mal humor desde lo que ocurrió aquel día en su cocina.

Julia lo había notado, pero Alba no quiso contarle nada y prácticamente tuvo que sacarle las cosas a amenazas. Cuando su amiga por fin habló, la andaluza se mostró realmente sorprendida, pues no se esperaba algo como aquello.

-Pues vaya con la muchacha— comentó con su gracioso acento—, con que poca vergüenza nos ha salío'.

La gaditana le aconsejó que no le diera demasiada importancia al tema, que después de haberle dejado claro que su intención con ella tan sólo iba a ser profesional seguramente se dejaría venir.

Y su amiga no se equivocaba.

Desde aquel día Natalia había acentuado su frialdad habitual. Ahora era mucho más cortante que antes, ni si quiera se molestaba en mostrarle una sonrisa falsa y tampoco le dirigía apenas una mirada.

No iba a mentir, se alegró por ello. Siendo honesta, si la pelinegra hubiese seguido intentando tener algún lío con ella, después de las ganas de tener sexo que se le quedaron en el cuerpo el otro día, sabía perfectamente que habría acabado cediendo.

Y no le haría ningún bien.

Así que todo transcurrió de forma profesional desde aquel día. Alba fue a grabar las canciones como se acordó y a los tres días ya tenía el primer ejemplar entre sus manos.

Alma mía, como había decidido nombrar el álbum en honor a su hermana Marina, saldría a la venta a finales de mayo, justo un mes y medio después de haberlo grabado.

Ya tenía decididas las canciones que iban a ser singles y su equipo ya se estaban preparando las ideas para los videoclips.

La semana siguiente era la entrevista con los de FormulaTV y ya estaba temiendo por qué le preguntarían y qué trapos sucios iban a sacar de ella luego de exagerarlo todo. Pero ya estaba acostumbrada a la presión de los medios y, verdaderamente, le dio igual.

Ese día llegó agotada a su casa, sólo quería descansar y darse un baño caliente. Pero no iba a ser su día.

El teléfono le sonó con una de las canciones de Bad Bunny y supo que se trataba de María. Le tenía un tono especial.

-¡Reche!— la saludó nada más descolgar, alargando la segunda "e" de su apellido— ¿Cuánto tardas en ponerte algo sexy y venir a La Nuit?

Alba abrió los ojos en grande y se maldijo por haber cogido el teléfono, cualquiera le decía que no ahora a la Mari. Lo cierto es que tenía cero unidad de ganar y la madrileña era una fiestera empedernida.

Bufó contra el teléfono.

-No me apetece nada María, quier-...— ni si quiera le permitió acabar la frase.

-No seas aguafiestas, hace muchísimo tiempo que tú y yo no salimos por ahí, dile a Julia que venga también— propuso con aire animado—. Además, después de la otra vez quedamos en que íbamos a salir un día, ese día es hoy.

Suspiró derrotada, consciente de que no iba a poder contradecir a su amiga. Lo cierto era que ella no acordó nada aquel día, fue ella junto a África las que decidieron, pero ya no iba a negarse, se recogería temprano y ya está.

Y se lo hizo saber.

-Está bien, pero no voy a recogerme muy tarde.

-¡Genial! A las diez y media te recojo en tu casa. ¡Hasta luego!

Y colgó sin que a la rubia de pelo corto le diera tiempo si quiera a despedirse.

Suspiró rendida y miró la hora. Disponía exactamente de una hora y cuarto para estar lista. No se hizo esperar y, luego de avisar a Julia de que iban a salir, se turnaron para entrar al baño y maquillarse la una a la otra.

The Hate U Give || AlbaliaWhere stories live. Discover now