33. Veintidós

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El día que cumplía 22 años despertó entre unos fornidos brazos tatuados que la rodeaban con firmeza. La razón de su desvelo fueron unas suaves cosquillas que le acariciaban la zona del cuello y la clavícula, descubriendo al abrir los ojos que se trataba de la nariz de Natalia.

Esbozó una sonrisa gigante que acompañó a su cara de sueño, reprimiendo un bostezo.

-Buenos días— musitó con voz adormilada, dirigiendo sus ojos a la carita de boba que le dedicaba la morena.

-No...— se quejó la otra bosquejando un puchero con los labios— Duérmete otra vez, me gusta verte dormir, estás muy guapa— le dijo riendo—. Buenos días, mi amor— susurró ahora dedicándole una sonrisa dulce y acercándose a dejar un beso mojado en la cara de Alba—. Feliz cumpleaños, pequeñita— le deseó contra sus labios antes de perderse en un beso largo y profundo que terminó en risas.

Y es que esos eran los besos que más disfrutaban, los que acababan en risas.

-Muchas gracias, cariño— se abrazó a su cuello, pegando el pecho al de la pelinegra para dejarle un montón de besos en la mejilla que le provocaron numerosas carcajadas a la más alta—. Y buenos días.

Pronto desvió sus labios hasta los de Natalia para besarla con fervor, un fervor candente que, a pesar de ser dulce y suave al principio, terminó por arremolinarse en una marea de calor y pasión provocando que Alba terminara por subirse a horcajadas sobre el cuerpo de la más alta en medio de un gemido sollozante.

-Alba...— murmuró la morena entre jadeos al sentir como la rubia presionaba su centro contra su pelvis. Dejó escapar una bocanada de aire, sintiéndose frustrada, pero sabía que tenía que detener eso— Cariño...— volvió a llamarla, consiguiendo esta vez que separara su boca de la suya, advirtiendo todo el deseo que sus ojos acumulaban— No sabes el esfuerzo que me está costando ahora mismo hacer que pares— le confesó sin dejar de acariciar la espalda suave de la cantante por debajo de su camiseta rosa—, pero hoy vas a hacerme caso en todo lo que te pida, empezando porque quiero que te vistas. Vamos a salir.

Su plan era haberle llevado el desayuno a la cama, pero se había visto entretenida por el rostro de su novia durmiendo, y cuando se había percatado ya era demasiado tarde para ello, pues se había despertado.

-Todo lo que me pidas...— ronroneó ahora contra su cuello de forma sensual, sin bajarse de encima suyo— ¿No debería ser al revés?— continuó traspasando sus besos a la clavícula marcada de Natalia, aquel detalle le encantaba— Yo soy la cumpleañera...

-Alba, de verdad...— aferró sus grandes manos a la cintura de la pequeña y tiró en un intento fallido por alejarla de su cuerpo, ya sentía su entrepierna muy caliente y se sentía al borde de sucumbir a sus deseos más carnales— Venga, levántate.

A regañadientes, finalmente le hizo caso y se separó de la figura esbelta de su chica, que se incorporó en la cama respirando de forma agitada por el efecto que causaba la famosa en ella.

La alicantina adoró verla así, totalmente encendida por su culpa y sólo por su culpa, aguantándose las ganas de hacerle el amor allí mismo.

La navarra se acercó a la puerta indicándole que se vistiese mientras ella preparaba el desayuno para después desaparecer de la habitación y dejarla sola. Como era de esperar, remoloneó en el colchón unos cinco minutos antes de acercarse a su armario y coger unos pitillos negros y una camisa del mismo color.

Cuando estuvo vestida, fue hasta la cocina, encontrándose a su novia terminando de colocar los platos en la mesa. Le dedicó una sonrisa deslumbrante antes de sentarse a su lado y estirar el cuello para dejarle un besito suave en su mejilla.

The Hate U Give || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora