14. Cosas claras

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IMPORTANTE LEER LA NOTA FINAL


La penetrante mirada de Natalia seguía sobre ella, mientras su pecho continuaba subiendo y bajando con desenfreno, ya no causa del orgasmo, sino de la excitación que le producía tener esos oscuros orbes sobre sí.

Se envalentonó y la tomó del cuello, atrayéndola hacia sí misma y besándola con ferocidad. La otra no opuso ningún tipo de resistencia, simplemente se dejó hacer manteniendo su firme agarre en el trasero de la alicantina.

Alba bajó los brazos dispuesta a deshacerse de la única prenda que la privaba de admirar su torso desnudo. La retiró con delicadeza y suavidad, sin abandonar su boca ansiosa por más besos con sabor a chupachups de fresa.

Se apresuró a desnudarla por completo, Natalia quitándose los zapatos, y acto seguido la dirigió hasta la enorme cama de dos plazas que ocupaba el centro de la habitación.

-Súbete encima mío— le pidió la pelinegra cuando comenzó a acariciarla desde el lado izquierdo de la cama.

Alba le hizo caso y se subió a horcajadas sobre la esbelta figura de su asistenta, que gimió inevitablemente al sentir el calor sofocante del sexo de la rubia sobre el suyo propio, sobre todo cuando esta empezó a propiciarle movimientos circulares y lentos.

-Sigue, sigue...— le pidió con los ojos cerrados, sintiendo la fricción que producía su centro sobre el suyo propio.

La alicantina se inclinó buscando los labios de la morena y los besó profundamente, abarcando cada rincón de su boca con su propia lengua sedienta de contacto con aquella cavidad que tan atractiva se le antojaba.

Alba gimió sin poder evitarlo en el momento en que Natalia agarró sus glúteos y presionó hacia abajo, provocando el choque certero de sus sexos juntos.

-Dios, Natalia, me voy a correr— le hizo saber un poco avergonzada. Acababa de tener un orgasmo y para colmo tan sólo con la fricción de sus pelvis se hallaba al borde de explotar de placer.

-Córrete— demandó la otra abriendo los ojos cargados de lujuria—, hazlo. Córrete sobre mi coño.

Sus eróticas palabras tan sólo incrementaron lo inevitable: la cantante volvió a ser poseída por un arrollador orgasmo que le hizo temblar toda su anatomía como una gelatina.

Se dejó caer sobre el cuerpo de la pelinegra, agotada, sintiendo el corazón acelerado de la otra palpitar fuertemente contra su pecho. No tardó demasiado en recuperarse, las ansias por complacer a Natalia la activaron de nuevo.

Colocó una pierna a cada lado del cuerpo de su compañera y volvió a besarla, humedeciendo su boca con su propia lengua, antes de desplazarse hacia el lóbulo de su oreja, la curva de su cuello, su marcada clavícula...

Se acercó a su oreja de nuevo, besándola y produciendo un sinfín de escalofríos en la morena, para susurrar:

-Quiero saborearte...— casi ronroneó contra la suave piel de su cuello, provocando una sonrisa pícara a la vez que traviesa en la morena.

-Baja— le ordenó tomándola por su estrecha cintura—, ya— exigió con una mirada negra, causa de la lujuria y el deseo que sentía por la rubia, que a su vez le devolvía un vistazo intenso con sus dos enormes ojos pardos.

No esperó más para pasear sus carnosos labios por el cuerpo de la pamplonica. Empezando por sus húmedos labios, continuando por su dorado cuello, su marcada clavícula, el valle de sus pechos, sintiendo su corazón desbocado golpear su tórax velozmente, sus marcados abdominales, y acabando en su huesuda pelvis.

Natalia no esperó a que Alba le pidiera acceso a su intimidad, la pelinegra abrió las piernas dejándola a merced de la cantante.

La alicantina se relamió los labios admirando con deseo aquella zona tan íntima antes de clavar sus ojos ardientes en la chica que se hallaba acostada en su cama. Esta le lanzó una mirada expectante, alzando una ceja.

The Hate U Give || AlbaliaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt