22. Al descubierto

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Días más tarde, aprovechando que ambas se encontraban sin ningún tipo de plan, quedaron en casa de la cantante para ver una película. Y hay que hacer hincapié en esto, porque es exactamente lo que sucedió.

Ninguna quiso ir más allá. Tan sólo disfrutaron de The Miseducation of Cameron Post en silencio mientras comían de un cuenco compartido de palomitas.

Es cierto que a Alba le hubiera gustado abrazarse a la morena, pero, frenada por la incertidumbre que le producía el desconocimiento de su reacción, se abstuvo y admiró la televisión en silencio, a veces distrayéndose de más en adorar el perfil hermoso de su amante.

Aun así no estaba descontenta. Era la primera vez que hacían un plan que no conllevara sexo por su propia voluntad y aquello podía significar un avance, ¿no?

Por esa razón, la pequeña se mantuvo todo lo que duró la película con una sonrisa, que esforzaba por esconder, en los labios. De vez en cuando, y aunque lo hacía a propósito, rozaba la mano de Natalia con la suya propia "accidentalmente" al coger las palomitas.

Disfrutaba de la sensación que le electrocutaba la piel al hacer contacto con la de la pamplonica.

-Pues ha estado bien, ¿no?— comentó la alicantina en el momento en que los créditos se abrían paso sobre el fondo negro que había dejado la película tras su fin.

Natalia tardó en responder, pero la admiró fijamente durante unos segundos.

-No ha estado mal, la verdad es que me la esperaba peor luego de haberme leído el libro— le contestó antes de encogerse de hombros. Aquello llamó la atención de la más bajita, que no pudo contenerse y no preguntarle.

-¿Te gusta leer?

De nuevo, la pelinegra le lanzó un escrutinio que podría haberla desnudado.

-Claro que sí— le hizo ver—, que lleve estas pintas de macarra no significa que no me culturice— alzó las cejas con evidente arrogancia en su dirección.

Aquello la golpeó de nuevo, recordándole que se había enamorado de una persona que apenas conocía. Se había enamorado de una cáscara o, al menos, así lo sentía ella.

-Ya— bajó la mirada, triste de repente. Para disimular, se levantó y se excusó diciendo que iba al baño.

Pero Natalia era más observadora de lo que la otra pensaba y se había percatado de que algo ocurría. Sin embargo, pensó que lo mejor era darle su espacio, tampoco tenía idea de qué podía haberla hecho sentirse mal.

Esperó pacientemente a que Alba volviera mientras ojeaba las redes sociales, cuando recordó algo.

-¿Has estado componiendo?— le preguntó en cuanto la rubia volvió a pisar el salón. Sin saber de qué hablaba, frunció el ceño en su dirección, así que la morena especificó— Me refiero a tus últimos tuits.

Alba entró en pánico. Intentó calmarse y actuar lo más normal posible, así que respiró profundamente y le respondió, intentando escurrir el bulto:

-¿Y tú desde cuando me sigues?

Natalia tardó en responder, pero volvió a su actitud distante.

-Hace un tiempo ya, también te sigo en Instagram— bajó sus oscuros ojos de nuevo a la pantalla de su teléfono para buscar algo.

-Joder, no me habré dado cuenta entre tantos follows— se disculpó yendo en busca de su teléfono. Como siempre no recordaba donde lo había dejado, así que tardó un poco en encontrarlo.

Buscó "eilanbay" en ambas redes sociales y vio que era cierto. Una sonrisa de imbécil apareció en su rostro antes de presionar el botón de seguir. Entonces volvió al salón, donde la pelinagra la esperaba con su perfil de Twitter en la pantalla de su móvil.

The Hate U Give || AlbaliaWhere stories live. Discover now