11. Yo nunca he...

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El sábado, tal y como había dicho Alba, tuvo lugar la fiesta.

Una tarde de aquella semana, habló con Julia y las dos estuvieron de acuerdo en llevar a cabo la fiesta aquel día.

Cada invitado traería su propia botella de alcohol y ellas pondrían los refrescos, hielos y, por supuesto, los vasos largos. También invitarían a las cervezas.

Una mañana, decidió enviarle un mensaje a Natalia para avisarla de la reunión. Como su grupo de amigos, después de haber salido todos juntos en aquella ocasión, se había amoldado perfectamente al suyo, tuvo la genial idea de darle pase a la celebración.

Su asistenta le afirmó que iría.

No la había vuelto a ver después de su húmedo sueño, así que se hallaba un poco nerviosa por cómo podría actuar cuando la tuviera en frente y de repente pensó que no había sido una buena idea hacerle saber lo de la fiesta.

Realmente no iba a contar con ella desde un principio, pero quería llenar la casa de gente para que la quedada no fuera aburrida.

Pero ya era demasiado tarde para achantarse.

Cuando abrió la puerta y la encontró frente a sí abrazada a una botella de Ron, observó su despampanante rostro provocando que le temblaran las piernas.

Era guapísima.

-Hola— saludó ella con una sonrisa chulesca, observando como Alba se había quedado anonadada mirándola—, ¿me dejas pasar o tengo que hacerte yo a un lado?

Su comentario la dejó muda, abrió los ojos como platos y, avergonzada, se hizo a un lado. Natalia, tras la actitud que había tomado la rubia después de sus palabras se carcajeó, provocando que la otra le lanzara una mirada de pocos amigos que duró hasta que la morena se adentró en su piso.

-¡Hola, Alba!— exclamó alguien a su lado. La muchacha se giró y descubrió a Marta, observándola con ojos brillantes.

-Hola, Marta— la saludó un poco aturdida—. No te había visto, cariño— se acercó a ella para dejarle dos besos en las mejillas.

-No pasa nada, es que Natalia es demasiado grande y no se me veía— se rió la morena restándole importancia. Alba no dijo nada y cerró la puerta detrás de la andaluza. Lo cierto es que la verdadera razón por la que no la había visto había sido otra.

Llegaron las tres al salón, en donde ya Julia, Carlos, Joan, María y Pablo se encontraban armando jaleo y bromeando.

-Buenas— saludaron las dos recién llegadas. Los otros le devolvieron el saludo y Alba se encaminó al sofá junto a Joan, no se había separado de él desde que apareció en su apartamento llorando aquel día.

Y eso Natalia lo fue observando a lo largo que transcurría la noche.

Continuaron llegando los otros invitados: África, Damion y Marilia, por parte de Alba, y de parte de los amigos de su asistenta asistieron Miki, Helena, Famous, Dave y Sabela.

Entre todos se acomodaron en el amplio salón de las chicas y empezaron a beber. Habían puesto el Spotify en la televisión y la habían conectado a los altavoces del salón de Alba y Julia. Sonaba Muérdeme a toda voz, María se volvió loca al reconocer su canción y, junto a África, comenzaron a bailar sensualmente.

-Voy a por el alcohol— le comunicó a su amigo, que jugaba distraído a las cartas junto a Carlos, Miki y Dave—, ¿te traigo algo?

-Sí, por favor, las cervezas ya me han hartado— se rió mientras observaba sus cartas. Alba las miró y se acercó a su oído para susurrarle la buena jugada que podría hacer con esa mano. Joan la miró a los ojos asombrado, no había caído en ello. La muchacha le guiñó el ojo y se levantó del sofá en dirección a la cocina.

The Hate U Give || AlbaliaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin