Capítulo 1

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🎼 Nemetona Eta
Sixarbori ~Tartalo Music


Años después...

Inés se vistió otro día más con su vestido rojo mientras sonreía frente al mugriento vidrio tocando su oreja derecha. Colocó su sucio delantal por encima, planchándolo con sus manos de manera inconsciente y dirigió sus descalzos pies hacia el piso inferior de la diminuta casa. El olor a leña quemada inundaba todo el lugar a medida que la madera crujia bajo sus pies. Niños pequeños correteaban a su alrededor dándole los buenos días mientras ella amorosamente sonreía a todos devolviendo el saludo. Hoy, había vuelto a soñar con él, como ya había hecho en los últimos tres años desde aquel día en donde la había salvado.

Su ángel de los cielos.

Aquel ser alado que la había rescatado cuando su alma se había rendido en el río, liberándola de una muerte segura. Su mirar claro , su gran fuerza... Sabía que era fuerte, incluso cuando el recuerdo de él era cada vez más borroso producto del paso del tiempo, sus ojos fríos seguros seguían brillando en su mente como el primer día. Gracias a su ángel, era por lo que cada día ella conservaba una sonrisa en su rostro, incluso cuando nada parecía ser motivo de celebración.

Inesset, una cambiaformas felina, había crecido en las montañas del reino de los lobos luego de que su reino cayera siendo ella una niña.

No recordaba nada de su antigua vida en el reino de los gatos, había llegado descalza, huérfana y luciendo tan pobre como seguramente era. Madre Elka aseguraba que había sido traída con el resto de los niños que habían capturado al pueblo para ser entregados a los campesinos, los lobos primitivos que debían cuidar de ellos hasta que tuvieran la edad suficiente para servir en el castillo. La precoz felina, no recordaba su nombre y apenas podía hablar, motivo por el cual nadie quería tomarla bajo su protección, pensando que tal vez era retrasada o era una salvaje. Madre Elka, se habían responsabilizado de ella y de algunos otros como siempre, criándolos como sus propios hijos pero sabiendo que muchos de ellos, partirían a servir al castillo, si eran afortunados de llegar con vida a la mayoría de edad.

Había bautizado a la niña como Inesset, antigua palabra que significaba en la lengua de los lobos, ángel, debido a su corazón tan inocente y cariñoso.

Había crecido a la par de su hija más pequeña Pam y el resto de esclavos, quién le había enseñado a cocinar, limpiar y sembrar la tierra. De por sí, Inés, como la llamaban, era una niña buena, obediente aunque de lento aprendizaje pero de buen desempeño. Cuando había cumplido sus quince inviernos y había podido por fin salir de las tierras en donde cultivaba madre Elka, Inés descubrió el mar en una de sus tantas escapadas y se vio rápidamente atraída una y otra vez hacía su costa. Sin embargo, desde el fatídico día en donde había sido violada brutalmente, dos años más tarde, las puertas habían permanecido cerradas para ella.

Madre Elka se había ocupado de sus heridas, la había bañado y le había dado el té de hierbas para prevenir cualquier posible alumbramiento fruto de aquella noche y luego de algunos días, le había hecho entrega de su nuevo uniforme con gran pesar.

Todas aquellas mujeres que habían sido violadas llevaban un vestido rojo, a modo de recordatorio de aquella horrible noche de luna roja... Había tantas mujeres portadoras de sus vestidos cómo arboles tiene un bosque, sin importar su clase. Pero para las esclavas, era prácticamente como lanzarlas a los perros. Muchos guerreros se aprovechaban de dichas mujeres , pues no tenían derecho a formar familia, para aliviar tensiones (ya que no podían utilizar las concubinas del rey y su hijo, aunque en el pueblo había varias prostitutas primitivas, a las que podían visitar solamente cuando conseguían salir del castillo) causándoles la muerte o el suicidio en la mayoría de los casos, eliminando poco a poco a la víctimas.

Imprimándome de tiWhere stories live. Discover now