Capítulo 16

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Khan llegó siguiendo el olor débil de la felina hasta el pequeño lago, que marcaba la entrada al bosque prohibido. Al adentrarse y dejar que la luz roja lo bañase, pudo ver uno de los lobos salvajes tendido en el suelo, muerto.

Escaneó el lugar en busca de huellas pero el olor de la joven se perdía, miró hacia arriba en donde la cascada comenzaba y el bosque se extendía en tierra prohibida.

Maldiciendo, se sumergió en el agua helada sacándose sus ropas más pesadas, tirándolas a la orilla, quedando cubierto con sus pantalones y una fina camisa mangas largas de lino.

El lago no parecía tener demasiada profundidad pero las piedras cubiertas de moho lo hacían resbalar, al llegar a la enorme roca ubicada a unos metros de la cascada, comenzó a escalarla sin perder tiempo teniendo cuidado de no tocar las piedras resbaladizas. Mientras subía un viento helado azotaba su cara y pequeñas gotas de agua lo bañaban pero el olor de la joven era más intenso a medida que subía. Sin demasiado esfuerzo consiguió escalar hasta la cima, para ver una larga pradera extenderse a su alrededor rodeada de más arboleda. Allí arriba, la luna roja brillaba en todo su esplendor.

La cuerda de cuero que ataba su pelo largo y gris había desaparecido, dándole un aspecto mucho más juvenil que quedaba opacado por su semblante frío. Sus pasos eran sigilosos y prudentes mientras estudiaba su nuevo entorno, tan silencioso que ni siquiera parecía habitar vida en él.

Pero allí, sobre la hierba crecida y aplastada, había un claro camino de alguien siendo arrastrado, al tocar la tierra y levantar un puñado el olor a miedo que desprendía la felina hizo arder su garganta.

Sumergida en las profundidades del bosque, se hallaba Inesset, algo había impactado contra su cabeza mientras subía la pequeña cuesta, había perdido el conocimiento y ahora, no sabía ni siquiera si seguía en los bosques del reino y los recuerdos recientes la azotaron.

Olores extraños se cernían sobre ella y sus ojos gatunos se enfocaban en la oscuridad de la noche intentando buscar amenaza alguna, contó al menos siete pares de ojos vigilándola en las sombras. Su cuerpo sintió escalofríos al pensar en morir despellejada por tal jauría. Sin embargo ellos se mostraban poco amenazadores, sentados sobre sus cuartos, mirando hacia un costado.

Miles de preguntas azotaban su mente, quizás esperaban a su líder, para que diese el primer bocado o quizás aún faltaban más por venir.

Un quejido la hizo girarse, ahora en cuatro patas, para encontrar al bebé en su forma humana, llorando en el suelo.

La mujer a su lado que la había secuestrado estaba muerta, despellejada por los mismos lobos.

Gimió, levantándose y corriendo hacia el niño, intentando rescatarlo y alejarlo del cadáver. El bebé lloró más fuerte, quizás pensando que podría hacerle daño, miró a su alrededor pero los lobos no parecían querer atacarla ni inmutarse ante los chillidos del mismo.

Debían estar muy lejos del castillo si ellos estaban tan confiados.

-Shss... Calma, no voy a hacerte daño... -Susurró, acariciando su cabello grisáceo notando sus manos rojas de sangre seca ajena.

Entonces se dio cuenta de que no era un niño, era una niña. Su olor era dulce y femenino.

La niña la miró, con su pequeña cara roja del llanto y pudo ver en sus ojos, los ojos de su padre, removiendo algo dentro de ella.

Tomó a la niña en brazos y un gruñido que venía de atrás la hizo girarse en alerta.

Los lobos estaban mirándola, parecían no querer que tocara a la pequeña.

Imprimándome de tiWhere stories live. Discover now