Capítulo 21

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-Eres alguien muy cercana a mí. Vives en mi reino, el de los lobos.

Ella lo miró sorprendida y sus ojos expresaron varias emociones a la vez.

-¿Eres acaso el rey? ¿Debería dirigirme a ti como mi señor?

-No, cuando estamos a sola no debes hacerlo -contestó.

-Entonces eres el rey -dijo ella de repente incómoda, cruzándose de brazos.

-El futuro rey -la corrigió.

-¿Y quién soy yo?

Khan se tensó, mirándola fijamente, su lobo le pidió clemencia, la farsa podía durar un tiempo más.

-Una esclava -sentenció.

Odió verla lucir tan abatida, ella cerró sus ojos, dando un largo suspiro. Luego los abrió y en ellos había desconfianza e ira.

-¿Acaso soy su fulana mi señor?

Su voz era hielo.

-Te dije que no debes dirigirte a mí de ese modo estando a solas. Y no mujer, no eres mi fulana.

Si iban a hablar iban a ser claros.

Ella lo miró frunciendo su ceño luciendo hermosa. Se sentía curioso de ver esa faceta suya, quizás una faceta que no mostraba más que con sus amigos o en su antigua vida. Ya que la mayoría del tiempo ella era muy sumisa y tímida.

-No le creo mi señor.

-Basta mujer.

Ella miró hacia otro lado pero sus manos aún se mantenían en puños sobre sus brazos cruzados. Estaba molesta.

-¿Quién es la niña? -Ella alzó una ceja echándole un breve vistazo-. ¿Tu hermana?

-Mi hija -dijo sin más, tirando los pequeños huesos al fuego.

Eso pareció sorprenderla, dejándola sin palabras por unos largos segundos.

-Parece... -Ella se sobresaltó cuando él le gruño-. Pareces muy joven para tener una hija de no más de cinco inviernos... ¿Cuántos inviernos tienes?

-Veinticinco y Kiana, tiene cuatro.

Se acomodó mejor, colocando sus palmas contra la fría tierra, dejando caer su cabeza a un lado, sonriendo de medio lado, observándola.

-¿Las esclavas pueden tener hijos? -Preguntó ella de repente asustada.

-Por supuesto que no -dijo frunciéndole el ceño-. ¿Acaso crees que yo sería capaz...?

Ella no contestó y él ardió en cólera de que tan solo pensara que él podría haberla forzado a tener relaciones con él y que tuvieran una hija. Su voz se tornó helada como la noche.

-Va en contra de los Dioses, además te dije que no eras mi fulana.

Ella enrojeció asintiendo.

-¿Y la futura reina? Supongo que está buscándote desesperada.

Él negó, mirando el fuego de repente interesado en saber a qué venía ese tipo de pregunta.

-¿Entonces cómo es que tienes una hija? ¿Dejaste embarazada a alguna mujer no grata?

Ella parecía no callarse y posiblemente por menos él ya hubiera mandado a la horca a cualquiera que osase hacerle esa clase de preguntas. Sin embargo su lobo mantenía su frialdad a raya mientras la miraba demasiado interesado. Ella le gustaba incluso en su personalidad molesta, no parecía temerle a su temerosa musculatura y su cara poco amistosa, lo cual hizo que sus manos picaran.

Imprimándome de tiKde žijí příběhy. Začni objevovat