-Eres alguien muy cercana a mí. Vives en mi reino, el de los lobos.
Ella lo miró sorprendida y sus ojos expresaron varias emociones a la vez.
-¿Eres acaso el rey? ¿Debería dirigirme a ti como mi señor?
-No, cuando estamos a sola no debes hacerlo -contestó.
-Entonces eres el rey -dijo ella de repente incómoda, cruzándose de brazos.
-El futuro rey -la corrigió.
-¿Y quién soy yo?
Khan se tensó, mirándola fijamente, su lobo le pidió clemencia, la farsa podía durar un tiempo más.
-Una esclava -sentenció.
Odió verla lucir tan abatida, ella cerró sus ojos, dando un largo suspiro. Luego los abrió y en ellos había desconfianza e ira.
-¿Acaso soy su fulana mi señor?
Su voz era hielo.
-Te dije que no debes dirigirte a mí de ese modo estando a solas. Y no mujer, no eres mi fulana.
Si iban a hablar iban a ser claros.
Ella lo miró frunciendo su ceño luciendo hermosa. Se sentía curioso de ver esa faceta suya, quizás una faceta que no mostraba más que con sus amigos o en su antigua vida. Ya que la mayoría del tiempo ella era muy sumisa y tímida.
-No le creo mi señor.
-Basta mujer.
Ella miró hacia otro lado pero sus manos aún se mantenían en puños sobre sus brazos cruzados. Estaba molesta.
-¿Quién es la niña? -Ella alzó una ceja echándole un breve vistazo-. ¿Tu hermana?
-Mi hija -dijo sin más, tirando los pequeños huesos al fuego.
Eso pareció sorprenderla, dejándola sin palabras por unos largos segundos.
-Parece... -Ella se sobresaltó cuando él le gruño-. Pareces muy joven para tener una hija de no más de cinco inviernos... ¿Cuántos inviernos tienes?
-Veinticinco y Kiana, tiene cuatro.
Se acomodó mejor, colocando sus palmas contra la fría tierra, dejando caer su cabeza a un lado, sonriendo de medio lado, observándola.
-¿Las esclavas pueden tener hijos? -Preguntó ella de repente asustada.
-Por supuesto que no -dijo frunciéndole el ceño-. ¿Acaso crees que yo sería capaz...?
Ella no contestó y él ardió en cólera de que tan solo pensara que él podría haberla forzado a tener relaciones con él y que tuvieran una hija. Su voz se tornó helada como la noche.
-Va en contra de los Dioses, además te dije que no eras mi fulana.
Ella enrojeció asintiendo.
-¿Y la futura reina? Supongo que está buscándote desesperada.
Él negó, mirando el fuego de repente interesado en saber a qué venía ese tipo de pregunta.
-¿Entonces cómo es que tienes una hija? ¿Dejaste embarazada a alguna mujer no grata?
Ella parecía no callarse y posiblemente por menos él ya hubiera mandado a la horca a cualquiera que osase hacerle esa clase de preguntas. Sin embargo su lobo mantenía su frialdad a raya mientras la miraba demasiado interesado. Ella le gustaba incluso en su personalidad molesta, no parecía temerle a su temerosa musculatura y su cara poco amistosa, lo cual hizo que sus manos picaran.
ČTEŠ
Imprimándome de ti
FantasyTodas aquellas esclavas que no eran vírgenes llevaban un vestido rojo, a modo de humillación y de recordatorio de la condenación de su especie. Una mujer que era tomada a la fuerza por un hombre que no era su pareja quedaba marcada para siempre y su...