Capítulo 2

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Khan D'Assemps observaba el horizonte, en donde pequeñas chimeneas desprendían humo, dándole un toque invernal al amanecer. El sol se dejaba ver tímidamente entre las grandes nubes grises, por primera vez en días. Su pelo largo y grisáceo brillaba como plata fina cuando los rayos bañaron su cuerpo dándole los buenos días. De tez pálida y ojos grises, el hombre lucía espectacularmente grande subido a la copa más alta del más alto roble de su reino.

Sus brazos musculosos se dejaban ver debajo de la fina camisa de lino tirante, al igual que el resto de su cuerpo que se veía monstruosamente corpulento y con grandes y fuertes manos capaces de matar con un simple chasquido de dedos. De estatura intimidante, con su metro noventa y ocho, el alfa podía asegurar que no había hombre sobre la tierra más aterrador que él.

Hacía frío a pesar de estar acabando el verano. Pronto el cielo gris se colocaría en lo alto del cielo, por muchos meses. Y la única calidez que podía sentir, se perdería.

Su mal humor se hacía más notorio a medida que el invierno llegaba. Las noches eran más largas y la escasez de comida se haría notar apenas las bajas temperaturas llegaran.

En lo más profundo de su ser envidiaba la vida mundana de todas aquellas familias que por las noches, vigilaba de cerca desde su guarida. Para cuando el sol terminó de elevarse en el cielo, el gran alfa ya estaba camino al gran salón con lo que parecía, una mañana más...


Era ella.

Que cruel era el destino.

El alfa podía sentirla, el ambiente se había cargado con un aroma a menta y chocolate caliente, el mismo que desprendía de la hierba mojada aquella mañana fresca.

Su piel ahora se veía mucho más pálida que aquella vez y sus cabellos eran tan oscuros como la noche y caían en ondas por su espalda. Su figura, aquella que recordaba de huesos y piel ahora se habría paso mostrando los atisbos de belleza femenina por salir... Sus ojos vagaron por su figura, mirando su desgatada ropa, se notaba le quedaban pequeñas, un vestido rojo sangre desgastado sobresalía del resto de las esclavas. El alfa tragó duro evitando su mirada, sabía muy bien el motivo por el cual lo portaba. Su lobo interior se mostraba furioso, le quedaba demasiado ajustado  y estaba casi seguro de que no llevaba nada debajo de ese vestido, eso lo hizo removerse inquieto, trayendo recuerdos olvidados de hace mucho tiempo atrás...

Uno no olvidaba tan fácil a quién había salvado la vida de una muerte segura.

Claro que no. Y mucho menos si esta, portaba en su sangre, parte de él mismo.

* * * Flashback * * *

La recordaba a la perfección tirada aquella fría y dura mañana, abandonada cual animal a su suerte. Llena de barro, hierba y sangre.

Había estado patrullando la zona en busca de heridos, de más rebeldes y el viento le había traído aquel olor.

Como a dulce... Chocolate y menta.

Le era familiar...

Su lobo inmediatamente tomó las riendas, guiándolo hacia aquel extraño y exquisito aroma. Lo que nunca esperó fue encontrar a aquel boceto de mujer, sin formar y media muerta aferrándose a una rama a orillas del río.

El cielo rojo sangre aún parecía dejar emanar la amenaza en el aire y sin pensarlo con paso rápido se acercó, afinando su oído para suspirar aliviado al escuchar su leve e irregular respiración. Su lobo interior quería aullar, tomarla en brazos y correr tan rápido como se lo permitirían sus dos piernas humanas para ponerla a salvo en la torre más alta que tuviera. Sin embargo la tomó de sus ropas y tiró de ella sacándola del agua rápidamente..

Imprimándome de tiWhere stories live. Discover now