Capítulo 22

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Khan e Inés caminaban sin cesar por el bosque, todo estaba en silencio, las hojas estaban secas y el tiempo era frío a su alrededor. No podían ver nada más que grandes y altos árboles, el bosque era frondoso y no conseguían correr debido al poco espacio entre los mismos. Khan sentía que aquello era una especie de jaula y que ellos no eran más que la carnada.

Miró a su alrededor con cada paso que daba mientras la felina iba delante con su hija en brazos dando pequeños pasos mirando siempre al suelo. Él se encargaba de vigilar su alrededor y ella el suelo para no caer en ninguna trampa. Un aleteo en el aire los hizo mirar hacia un costado a ambos, para ver a un pájaro negro, posarse en una desnuda rama, quién giró su cabeza, mirándolos.

Khan casi podía jurar que el animal no tenía ojos.

—Sigue caminando Inés.

Ella asintió nerviosa mientras seguía avanzando, sorteando los árboles. El cielo se había oscurecido y no podían saber ni siquiera cuanto llevaban caminando, sin embargo Khan iba marcando cada cien pasos los árboles con una cruz. En su pecho, una extraña sensación de hundimiento se esparcía, sus hombros pesaban como si todo el ambiente estuviera cargado de alguna manera. Con cada paso que daba, le costaba respirar.

Después de lo que Khan supuso era una hora, escucharon el sonido de un río a en la lejanía, ambos se miraron y sonriendo, comenzaron a correr, estaban más que sedientos. Pero al llegar, solo había tierra seca en donde debía haber un ancho y fluido río. Inés gimió de frustración mientras Khan examinaba el lugar.

—¡Allí! —Señaló.

Khan comenzó a correr hasta un precipicio en donde con cada paso, podía escuchar el agua caer casi en dulce melodía. Se acercó al borde para escuchar una gran cascada fluir libre pero al mirar nada había más un gran lago negro a varios metros por debajo, con aguas tan oscuras que no se podía ver su profundidad.

—N-no lo entiendo...

Se giró mirando hacia Inés quién desde la lejanía metía su mano dudosa sobre la tierra seca para ver como desaparecía por completo antes de que sus dedos llegaran al suelo. Ella gritó asustada echándose hacia atrás para ver su mano empapada. Miró hacia él pálida mientras intentaba en vano entender que era lo que estaba pasando.

Él se acercó hasta donde ella y su hija estaban, mientras la mujer volvía a meter sus manos sonriendo esta vez.

—Es agua...

—Debemos cruzar el rio... —Khan miró a su alrededor sintiéndose de repente observado y algo confundido de porqué el agua era invisible.

El cielo sobre ellos relampagueó y ambos pudieron ver como las nubes se tornaban negras y pequeñas gotas caían finas hacia ellos.

Inés gritó cuando las gotas cayeron sobre su piel, quemando como si fuera aceite caliente.

—¡Corre! —Gritó Khan sintiendo sus brazos arder mientras tomaba a su hija en un solo brazo y con la otra mano, tomaba del brazo a la pequeña felina.

La lluvia se tornaba más intensa y corrió sobre el agua invisible hacia el otro lado del bosque sintiendo sus piernas hundirse, chapoteando en el agua, cuando estaban por terminar de cruzar, cuando chocaron con una especie de barrera que no podían ver, que los mandó hacia atrás cayendo sobre sus espaldas, mojándose en el proceso.

Su hija lloraba mientras la lluvia caía sobre su cara. Inés la levantó rápidamente, cubriéndola contra su pecho mirando hacia todos lados entre gemidos lastimeros.

Khan se acercó de nuevo hacia la barrera golpeándola con sus manos para ver como esta vibraba como si fuera agua. Inés dio un paso atrás mirando hacia arriba para ver como la gran masa cristalina se agitaba  volviéndose visible.

Imprimándome de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora