Capítulo 23

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El oráculo miró a la mujer que yacía inconsciente luego de conseguir sobrepasar al lobo pero antes de que pudiese llegar a la salida y la entrada del bosque prohibido, había lanzado un hechizo de sueño sobre ella, desplomándose junto a la pequeña de rizos grises, luego había encerrado al príncipe en un gran anillo de fuego, impidiéndole ir a por ellas.

Debido al alma egoísta del príncipe, el mismo bosque lo había atrapado bajo sus garras, su corazón helado le impedía salir del bosque, tantas muertes en su espalda, habían hecho del hombre un ser maldito. Sin embargo había cierta bondad que el Oráculo recordaba que no estaba ahí, todo había empezado en cuanto había salvado a la felina, a pesar de haber engañado a su padre el rey, ante sus ojos ciegos, podía ver como el hombre se estaba volviendo humano.

No estaba entre sus planes que la joven felina fuera en la busca de la niña, eso lo había tomado por sorpresa. Se suponía que con aquella noche de luna roja, darían muerte a la joven princesa, sin embargo los planes se habían torcido, no importaba. Por fin, después de tantos siglos, tendría la paz que andaba buscando.

Cerró sus ojos ciegos, pensando en que aquel hombre era parte de su sangre, una sangre que ya no corría por sus venas... En un tiempo pasado, había gobernado aquellas tierras ahora malditas, que eran su refugio, junto con su Diosa, habían conseguido formar una familia... Su pequeño hijo de cabellos grises, aquel gran y aterrador rey, tirano y sin corazón que había hecho crecer su reino pequeño a base de guerra y muertes...

Eran hombres sin alma, cada hijo de la luna, que había visto crecer a lo largo de los años demostraban ser hombres sin corazón. Ninguno era digno de ser llamado nieto de su hermosa esposa, Eileen, la Diosa que había bajado de la montaña para salvarlo.

Sin embargo ya no sentía dolor, tan solo odio y rencor hacia los Dioses que habían castigado su amor verdadero matando a su pequeño tesoro dorado.

Sabía de primera mano, que el mismísimo Taylor, Dios de la muerte vendría a buscar como había hecho con cada hijo de la luna, para llevarlo bajo su ala hasta su juicio final mientras su alma aún estaba atrapada entre ambos mundos.

Su plan era perfecto, antes de morir, lo último que vería aquel príncipe sería a la única mujer que parecía querer, como su asesina, rompiendo así su corazón, tal y como lo había hecho su antecesor con Adesha.

Sonriendo de medio lado tomó a la mujer de sus cabellos comenzando a arrastrarla hacia la entrada mientras el lobo silenciosamente arrastraba a la pequeña princesa de sus ropas.



Inesset miró a la niña, quién la miraba sin entender. Detrás de ellos, prado verde se extendía, el sol brillaba en su esplendor y calentaba su piel. Sin embargo Inés tenía sus ojos empañados por un velo negro, mientras el Oráculo la observaba, separando a la niña de ella, sonriendo de medio lado enseñando sus dientes podridos. Con un dedo huesudo señaló hacia el bosque, a donde en la lejanía el fuego consumía todo a su paso.

Ella asintió, casi como una muñeca vacía, caminando de nuevo hacia la entrada del bosque prohibido, dejando a la niña en el prado junto al Oráculo. En unas horas, la princesa sería encontrada sola y más adelante, su padre estaría muerto a manos de su esclava que había secuestrado a la pequeña. El fuego quemaría sus cuerpos y sus evidencias.

Su plan parecía verse completado al fin. Quizás, menos macabro de lo quería, pero de alguna manera, ellos no merecían su odio hacia los Dioses, su venganza podría seguir eternamente.

Al fin y al cabo, la pequeña princesa también podría sufrir.

Mientras Inés se alejaba, el llanto de la niña rompían el extraño silencio que recorría el lugar.

Imprimándome de tiTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang