Capítulo 11

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—Cenad.

—Yo...

Khan e Inés se miraban mientras estaban sentados en la suave alfombra del príncipe, quién la miraba cruzado de brazos.

Inés estaba sonrojada y miraba el plato de comida en la bandeja de plata como si fuese algo malo. La comida se mostraba apetitosa y aún estaba caliente.

Llevaban días sin verse, el príncipe  había tenido que celebrar como ya era costumbre, la muerte de otro de los camaradas de su padre, bien era sabido que los entierros duraban incluso días, en donde se le recordaba, se celebraba con abundante comida y juegos de caza para honrar al fallecido. Claramente eso era en las clases sociales sub-alfas, en la muerte de un rey, la celebración duraba incluso meses. Khan nunca había ido a un entierro de los primitivos pero sabía por la enseñanza popular, que era casi mágico, repleto de ritos paganos que aseguraban a su ser querido, reunirse en la montaña junto a los Dioses y su familia.

Su padre aún seguía junto con su madre, en las altas tierras celebrando, él claramente sin paciencia y viéndolo como una pérdida de tiempo, se había vuelto junto con Kvel y Amariha. Habían sido dos largas noches pensando en qué estaría haciendo la dulce Inesset. Su nombre le parecía idóneo para lo que ella era, bondadosa e inocente al mundo que la rodeaba. Y de alguna manera, él había  sentido paz en los pequeños  instantes fugaces que había estado con ella.

—Yo no puedo aceptarlo mi señor, me sentiría mal sabiendo que los demás esclavos no pueden comer...

Él la miró seriamente y luego miró el fuego.

—Siempre preocupándoos por los demás. Escuchadme mujer, deseo que comáis y mis deseos son órdenes.

Estrechó sus ojos, mirándola fríamente pero ella lejos de asustarse, sonrió coloreando sus mejillas de rojo bermellón.

—Entonces quiero compartirlo, por su generosidad mi señor —ella lo miró, partiendo el pan en dos, dándole un trozo.

Él lo aceptó, haciendo un leve asentimiento de cabeza, comenzando a comer lentamente, intentando controlar sus modales un tanto salvajes. Fascinado miraba verla degustar cerrando sus ojos de placer, con excelentes modales que dejarían a varias sub-alfas en vergüenza, la joven sonreía y lo miraba compartiendo con él la comida. Sin embargo antes de terminar, ella partió un pan tomando trozos de queso y cerrándolo de nuevo, para luego guardarlo en el único bolsillo de su vestido. Curioso la miró y ella sonrió avergonzada.

—Le llevare esto a mi amiga, si no le molesta mi señor.

Ambos se acomodaron al lado del fuego, en completo silencio.

Quizás, era el segundo mejor secreto guardado del reino. Ambos llevaban varias noches, viéndose. Pero Khan cada vez se preocupaba más de que llegaran a verla. ¿Qué les diría? Desde luego para esas alturas, había tomado cierto cariño a la joven, más bien, su lobo se sentía posesivo hacia ella. Eso estaba mal por medio millón de motivos y él lo sabía.

Ella no mostraba miedo alguno, a pesar de que su pequeño cuerpo no le llegaba ni al pecho, tan delgada y él tan grande y musculoso. Lucía descomunalmente grande a su lado, sin embargo ella no mostraba la tensión que las personas sentían a su alrededor, se relajaba y varias veces, lo había rozado en un gesto inconsciente.

-Contadme cómo son las celebraciones en el pueblo cuándo mueren primitivos...

-Bueno -ella se acomodó, girándose para verlo mejor y alisando su vestido al ponerse sobre sus piernas, sentada- la plaza se llena de gente y se ponen sus mejores ropas, desde temprano puedes oler la carne asándose. Y la gente va en medio de la oscura noche, hacia la luz en la lejanía y el viento, te trae las primeras melodías del baile, cubren a los difuntos con flores y hierbas, ofreciendo tributos cómo ofrendas de comida, agua, bebidas... Todo se prepara para su siguiente vida con los Dioses.

Imprimándome de tiWhere stories live. Discover now