Capitulo 10

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 Lauren Jauregui tenía la mirada perdida en la chimenea donde crepitaba un fuego que no alcanzaba a calentar la estancia principal de sus dependencias. A esas alturas, habría encendido los braseros emplazados en el otro extremo de la estancia, pero quería que su invitada se fuera. Lo antes posible. Sin embargo, allí seguía, paseándose furiosa de un lado para otro a su espalda, porque en aras de la relación que mantuvieron en el pasado, no quería sacarla a rastras de sus dependencias, que era lo que se merecía después del sermón que le había echado sobre algo que jamás iba a ocurrir.

Lauren había vuelto a decirle que no. En vano. En realidad, no era la primera vez que Alexa Ferrer intentaba restablecer su antigua amistad y seducirla para casarse con ella. Cuando fallaba, y dado su explosivo temperamento, recurría al insulto. En esa ocasión, hizo lo mismo. Ella le había dado la espalda con la intención de que captara la indirecta y se fuera. Alexa se enfadaba tanto cuando no se le hacía caso normalmente se iba echa una furia. Sin embargo, todavía no había llegado a ese punto.

--¿Por qué no puedes dejar este trabajo y seguir con tu vida?. Le había preguntado en esa ocasión—Ya has logrado lo que querías. Has demostrado sin el menor asomo de duda la lealtad de los Jauregui.

--¿No se te ha ocurrido pensar que me gusta este trabajo?. Replicó ella.

--¡No seas ridícula! Cualquier plebeyo puede hacer lo que tú estás haciendo.

En ese momento, todavía no se le había agotado la paciencia, de modo que pasó por alto el insulto y le recordó:

--Has tenido numerosas propuestas. Y conozco a casi todos los caballeros. Elije uno y, tal como me has sugerido, sigue con tu vida.

--Ninguno es tan guapo como tú.

--La mayoría de las mujeres se casa por dinero, por tierras o por prestancia social. No estás en posición de hacer otra cosa. Y todos los hombres que te han propuesto matrimonio poseen al menos dos de los tres requisitos que he mencionado, o no se habrían atrevido a acercarse a ti. ¿Quieres que te ayude a elegir uno? Me encantaría hacerlo si con ello consigo no sufrir más estas visitas tuyas.

Alexa intentó parecer ofendida por sus palabras.

--Eso es una crueldad, cuando sabes que te quiero.

--Ni por asomo. Lo que pasa es que no quieres conformarte con dos de los tres requisitos exigidos por tu familia. Pero te lo advierto, dentro de diez años, no me eches la culpa si sigues soltera y ya nadie te pide matrimonio. ¿O tengo que casarme con otra para demostrarte que nunca me casaré contigo?

--¡No serás capaz!

--Vete a casa, Alexa.

Alexa no estaría tan convencida en su capacidad de hacerla cambiar de opinión si no le hubieran dicho que, el año que nacieron, sus familias comentaron que harían una pareja perfecta y deberían comprometerlas. Sin embargo, la guerra civil lubinia puso fin a dichas conversaciones, y le permitió a Lauren decidir sobre la identidad de su futura esposa. Que, por supuesto, no sería Alexa. La familia de su vecina no había recuperado el favor del que gozaba antes de la guerra y nunca lo recuperaría, ya que estaba muy ligada a la antigua familia real. Había formado parte del grupo que promovió las pésimas decisiones tomadas por el difunto rey y que condujeron al levantamiento popular.

La familia de Lauren también fue leal a la corona, aunque siempre rebatió las medidas del rey Ernest que estuvieron a punto de destruir el país. De ahí que los Jauregui hubieran recuperado el favor real. Y de ahí que estuvieran dispuesto a hacer todo lo posible por conservarlo.

Sin embargo, Alexa sabía que había estado muy cerca de ser su prometida y se negaba a aceptar que fuera un imposible. Mientras crecían, ella también lo había deseado porque era una jovencita preciosa, rubia, de ojos castaños y cutis delicado, con la piel algo más oscura que la suya debido a sus orígenes orientales.

Las reglas de la pasión - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora