Capítulo 49

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Camila jadeó. No podía creerse lo que acababa de pasar. Lauren le había quitado las figurillas de las manos y se había inclinado para guardarlas en las alforjas mientras decía:

—Las guardaré hasta que regresemos al palacio.

Camila ni siquiera la escuchó. En cuanto Lauren se inclinó para guardar las figurillas, vio que

un hombre salía corriendo de detrás de un árbol y saltaba a la parte trasera del trineo. Lo hizo con

tal agilidad que el trineo ni siquiera acusó el golpe, de modo que Lauren no se dio cuenta de nada... hasta que se apoyó otra vez en su asiento y descubrió, de repente, que tenía un puñal en el cuello.

—¡No la mates! —chilló Camila.

—Tranquila, princesa, no pensaba hacerlo —dijo Leonard.

—En ese caso... —terció Lauren, que tiró de Poppie con una sola mano y lo colocó en la parte delantera del trineo, delante de ella.

—Debería ganar un poco de peso —comentó Leonard, disgustado por la facilidad con la que Lauren le había dado la vuelta a la situación usando la fuerza bruta.

Lo dijo en voz baja, así que Camila supuso que su intención no era la de que lo escucharan, pero ella sí lo hizo. Y Lauren también, a juzgar por la leve sonrisa que apareció en sus labios; aunque, de todas formas, se agachó para recoger el rifle que tenía a los pies y se lo colocó en el regazo.

Pero Lauren no intentó quitarle el puñal a Poppie, sino que se limitó a seguir sentada con una ceja enarcada mientras Poppie se enderezaba y se sentaba en el suelo. Camila se arrodilló al punto para abrazarlo.

—¡Cuánto te he echado de menos! La cosa no ha ido como pensábamos que iría, pero ya está todo solucionado.

—¿Cuentas con la protección de tu padre?

—Sí, acabamos de conocernos, pero...

—Camila, como no te apartes de ese puñal, esto acaba ahora mismo —dijo Lauren con voz furiosa. Ella volvió la cabeza para mirarla.

—No va a hacerme daño —le aseguró.

—Puede que no de forma intencionada. Pero no voy a permitir accidentes. Siéntate, ¡ya!

Leonard dejó el puñal en el suelo, a su lado, ya que al parecer era de la misma opinión que Lauren. Camila lo cogió, para que Lauren no lo viera, y volvió a sentarse, aunque lo hizo en el borde del asiento. Sabía que Poppie llevaría ocultos entre la ropa al menos seis puñales más, pero

mientras no estuvieran a la vista, Lauren se relajaría lo suficiente como para llegar a un acuerdo

que les permitiera trabajar juntos en vez de ir la una contra el otro.

Camila se guardó el puñal en la caña de la bota y después le tendió la mano a Leonard para poder comunicarse sus sentimientos a través del tacto. Lo último que quería era que Lauren estuviera furiosa mientras hablaba con Poppie, pero le estaba negando un encuentro como Dios mandaba con el hombre que la había criado, de la misma manera que se lo había negado con su.padre.

Lauren parecía seguir enfadada cuando le preguntó a Leonard:

—¿Por qué ha secuestrado a Helga Engel mientras estaba bajo mi protección?

Leonard resopló.

—Admítalo, no estaba bajo su protección, la llevaba al palacio para interrogarla. Era evidente.

Las reglas de la pasión - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora