Capítulo 48

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A Camila le llevó un tiempo dejar de llorar. Esperó a que se le secaran las lágrimas, ya que no quería que Lauren supiera que había estado llorando. En cuanto se le pasó la llorera, volvió la cabeza para mirarla. En ese instante, cuando sus ojos se encontraron de inmediato, se dio cuenta de que ella la había estado observando todo el tiempo. Lauren tenía una expresión meditabunda,

como si intentara leerle el pensamiento.

No estaba segura de adonde la llevaba en ese momento, pero saltaba a la vista que iban a necesitar de nuevo de un trineo, porque se dirigía al mismo almacén. Y efectivamente, un trineo las esperaba fuera del edificio, con el mismo cochero en el pescante.

Lauren se detuvo junto al trineo, lo bastante cerca como para dejarla con cuidado en su interior, tras lo cual desmontó y se reunió con ella.

—¿No crees que deberías decirme adonde me llevas? —preguntó Camila.

—Tu padre ha sugerido que salgas a dar una vuelta para distraerte. He pensado que te gustaría ver de nuevo a los lobeznos. Pero si prefieres hacer otra cosa...

Preferiría pasear a caballo rodeada por sus brazos, pero, por supuesto, no podía decirlo.

—La verdad es que me encantaría ver a los lobeznos.

Lauren asintió con la cabeza y le dio las instrucciones precisas al cochero antes de cubrirla con varias mantas.

—¿Ha sido idea de mi padre o tuya?

—De tu padre. Le preocupa que no te tomaras bien lo que te dijo anoche.

Era una manera muy suave de decirlo. Al recordar su sorpresa por el matrimonio que parecía

gustarle a su padre, le preguntó a Lauren:

—¿Te ha contado lo que me sugirió?

—Por supuesto... y me aseguró que no tendré que protegerte durante mucho más tiempo.

Camila se quedó sin aliento.

—¡No me dijo que tuviera que casarme tan pronto!

De repente, Lauren le colocó una mano en el vientre.

—Sus motivos para darse prisa son válidos. —También bajó la mirada hasta el lugar donde tenía la mano para que Camila no pudiera malinterpretar sus palabras.

Camila se ruborizó, avergonzada al darse cuenta de que su padre sabía que había mantenido relaciones íntimas con Lauren. Sin embargo, era imposible biologicamente que dichas relaciones fueran a tener consecuencias. ¿Por eso querían realizar tan pronto la boda? Y en ese momento asimiló la enormidad... ¿Un bebé? ¡Por el amor de Dios! Hasta ese día ni se le había pasado por la

cabeza la posibilidad, pero la idea no era bochornosa ni mucho menos; de hecho, era maravillosa.

Un bebé. De las dos...

Ojala puedieran Compartir la maravilla de esa posibilidad, pero fue un instante muy breve. Camila apartó la mirada antes de que Lauren reparara en lo doloroso que le resultaba saber que su tiempo

juntas pronto llegaría a su fin. Tal vez su padre apreciara la labor que Lauren realizaba, pero no permitiría que se casara con ella aunque estuviera hubieran tenido relaciones intimas. Solo era una soldado con

honores, una persona inferior para una princesa.

—¿Por eso está enfadado contigo? —le preguntó.

—Es un padre. Está reaccionando como lo haría cualquier padre.

Camila necesitaba echarle la culpa a algo por ese dolor que comenzaba a ahogarla.

Las reglas de la pasión - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora