Capítulo 5 🦋

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Alayna

Él intentó actuar indiferente, pero su cara me dijo lo contrario. Herí su ego cuando afirmé que no era mi tipo. ¿Pensaba que caería en su juego? No vine aquí para entretenerlo. El plan era acabar con todos aquellos que trataban de dañarlo. ¿Por qué esperaba otra cosa? El príncipe debería ordenar sus prioridades. Su lenguaje corporal lo delató, también la forma en que sus ojos devoraron cada parte de mí. Le gustaba y mucho.

«No me mires así, Luca. Nunca lo hagas»

Si no fuera un cliente quizás le daría una oportunidad. Era atractivo y en la cama pasaríamos un buen rato. Una lástima que solo obtendría de mí una relación estricta y profesional. No arruinaría esta misión, no cuando había mucho en juego. Si empezábamos a involucrarnos todo se complicaría.

Conocía a hombres de su tipo. No iba a conformarse con algo de una vez. Querría más y se volvería adicto. Tuve el mismo efecto en muchos. Utilicé mi cuerpo como arma en varias ocasiones.

El sexo les daba poder a las personas.

Más a una mujer como yo.

Exploré el área sin perderme ningún detalle. Los invitados estaban entretenidos, la música aligeraba el ambiente y una chica en especial nunca dejó de mirarme. Era la prometida de Luca que se sintió amenazada por mi presencia cuando entré. Perdía su tiempo porque no peleaba por hombres y no era ninguna competencia. Finalmente, alguien la agarró de los brazos y la apartó de mi escrutinio. En otro rincón, Leonardo estaba en una acalorada conversación con su padre y El Consigliere. Yo observaba, analizaba y escuchaba. No bajaba la guardia.

—Las mujeres de bajo rango no usan un vestido Versace —Emilia se posicionó a mi lado —. Menos uno que muestra demasiada piel. Recuerda tu lugar.

Sonreí con la postura relajada y la miré con interés. Ella ni siquiera golpeó un nervio en mí, sus palabras me tenían sin cuidado.

—¿Cuál es mi lugar, señora?

—Escolta de mi hijo. Compartes categoría con los soldados —alegó como si fuera algo desagradable para decir—. Eres una mujer vulgar.

¿Mujer vulgar? Mirándola fijamente supe al instante que tipo de persona era. Resentida, amargada y depresiva. Nunca fue feliz en su matrimonio. Su marido la sometía, su voz era silenciada y no tenía autoridad en esta casa. Vivía un infierno. Resistía porque amaba demasiado a sus hijos.

—¿Y eso me hace menos? —inquirí—. Tenga presente que esta mujer vulgar protegerá el suelo que pisa su heredero. Debería darme las gracias.

Sus labios pintados se encogieron con odio.

—No entiendo por qué mi marido escogió a una mujer como tú para el trabajo. Hay soldados que pueden hacerlo mucho mejor.

Mucha elegancia en la ropa, pero su educación dejaba que desear.

—Su marido sabe que soy buena en lo que hago —dije con una sonrisa—. He matado a más hombres de los que cree. La mayoría de ellos me veían como un ser inferior por ser mujer, pero terminaron mal. No me subestime, señora.

Frunció el ceño, sus cejas arrugadas mientras me miraba.

—¿Es una amenaza?

Estaba harta de su existencia mundana. Las personas superficiales como ella me provocaban sueño y dolor de cabeza.

—Tómelo como quiera.

Volvió a lanzarme esa mirada sucia que vi en ella desde que llegué a la mansión.

Belleza Oscura [En Librerías]Where stories live. Discover now