Capítulo 48🦋

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Luca

No podía quitar mis ojos del arma. Estaba sucediendo y no había forma de volver atrás. Mi parte ingenua deseaba que la bala disparara la cabeza de mi padre y todo terminara. ¿Podría cumplirse? Pero Moretti seguía siendo un problema. No me dejaría ir fácilmente.

Mi corazón se tambaleaba y mi estómago se contrajo mientras compartía una mirada con Alayna. Noté el pánico en sus ojos, el terror en su expresión. Sucedió en un segundo, pero logré verlo. Su mano que sostenía el arma estaba temblando.

—Tú vas primero, Luca.

La orden de Moretti hizo eco en mi mente mientras agarraba el revolver. Alayna gritó mi nombre. No la había visto tan desecha como en ese instante. Su miedo era palpable.

—Si él recibe el disparo... —amenazó Alayna.

—¿Qué harás? —bufó Ignazio—. ¿Matarme? La última vez no pudiste lograrlo.

Inhalé bruscamente y contemplé a la única mujer que había amado en toda mi vida. Necesitaba transmitirle que estaría bien y pronto volvería a ella. Era mi ancla.

—Puedo hacer esto —aseguré—. Déjame hacerlo, Alayna.

Mi padre le dio un sorbo a su whisky con la calma intacta. Esperaba darle una muerte mucho más épica. Torturarlo lentamente como lo había hecho con Carlo y Gregg. Cortarle miembro por miembro. ¿Por qué Moretti me quitó ese derecho? Mi resentimiento hacia ese imbécil era inmenso. Arruinó todos mis planes y yo fui muy ingenuo al creer que contaría con su apoyo.

—Empieza de una vez —espetó Padre. Levantó su vaso con whisky hacia mí, como si estuviera brindando—. ¿Tienes miedo, figlio? Demuéstranos que eres un hombre. ¿O prefieres que tu novia te salve?

Apreté la mandíbula y rechiné los dientes, haciendo fuerza para mantener los ojos en él. No iba a acobardarme justo ahora. La persona que disparaba primero siempre tenía más probabilidades de supervivencia. Comprobé el arma y después apunté mi sien. Alayna contuvo el aliento.

Uno...

Dos...

Tres...

El arma hizo clic.

Pero no disparó.

Alayna respiró con alivio y escuché a mi madre llorar desconsoladamente en la esquina. Ella y Kiara estaban aterradas, aunque me obligué a no mirarlas. Tenía que ser fuerte o me hundiría. No era momento de ser débil.

—Leonardo, por favor... —lloriqueó madre—. Es tu hijo, tu familia...

No provocó ninguna reacción compasiva en él. Ni siquiera flaqueaba frente a la posibilidad de mi ejecución. Moretti, por su lado, estaba disfrutando el espectáculo como un sádico. Le encantaba acorralar a sus enemigos y hacerlos sentir como si fueran simples ratas perseguidas por un gato. Él tampoco saldría ileso hoy. Alayna nunca le perdonaría si yo recibía un tiro.

—Eres muy afortunado —El rostro de mi padre era serio y una gota de sudor cubrió su frente. Demostraba nervios por primera vez en la noche—. Veremos hasta cuando dura esa suerte.

Levantó el arma sin rodeos y disparó con sus ojos en los míos. Todo quedó en un profundo silencio y sonrió porque tampoco recibió el tiro. Hijo de puta...

—¡Para con esto, Ignazio! —bramó Alayna.

Moretti sacudió una de sus manos hacia ella y los soldados apuntaron a mi madre

—Tranquila, pequeña malvada. ¿O prefieres ver morir a tu suegra?

Maldita basura.

—Estamos empatados—dijo mi padre.

Belleza Oscura [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora