Capítulo 24 🦋

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Luca

Me di una ducha que duró casi dos horas, pero no pude quitarme de encima el aroma de Alayna. Persistía en mi piel como una entidad imborrable. La noche fue intensa y satisfactoria. Me permitió conocer más de ella a pesar de que no quiso decirme de qué trataba su pesadilla.

Tuvo una vida dura y llena de violencia que la rompió de mil maneras. Sin embargo, ella seguía de pie a pesar de todo. La admiraba tanto. Ojalá pudiera verse a través de mis ojos. Se daría cuenta de que era una mujer maravillosa y única. Valiente, resiliente...

—¿Otra vez bebiendo café en exceso? —preguntó mi madre, sentándose a mi lado en uno de los taburetes de la cocina.

Nuestra relación había cambiado desde que Alayna llegó a la casa, pero ella no era responsable. Mi madre estaba empeñada en seguir controlando mi vida, imponiéndome cosas que yo no quería.

—Buenos días—Mi voz sonó seca y bebí otro sorbo de café.

Frunció el ceño al percibir los mordiscos y arañazos en mi cuello. Quiso hacer preguntas sobre qué había sucedido la noche anterior, pero no iba a responderlas y lo sabía. No le rendía cuentas a nadie, ya no. Esos tiempos terminaron.

—Tu padre me contó que quisieron matarte —musitó—. Ella impidió que suceda.

Sorpresivamente, no había veneno ni malicia en su voz. Madre era antipática cuando se trataba de Alayna, pero sé que estaba agradecida con ella.

—Alayna es buena en su trabajo.

Le echó otro vistazo a los mordiscos en mi cuello con reproche en sus ojos.

—Al parecer no solo en eso.

Dejé la taza de café sobre la mesa y me puse de pie. No estaba de humor para lidiar con sus comentarios. Hoy sería un día duro porque visitaría el prostíbulo. Nunca regresaba con las emociones intactas cuando iba a ese lugar. Berenice había llamado más temprano para informarme que las chicas no comían. Ella ya no podía sola y yo debía intervenir antes de que la situación empeorara.

—Te veo más tarde, mamá —agarré una manzana del frutero y me alejé. No la veía, pero escuché el ruido que hicieron sus tacones mientras me seguía. ¿Ahora qué?

—La próxima semana es el cumpleaños de Marilla —comentó—. El treinta de octubre.

—¿Qué tiene de especial?

Caminé por los pasillos, dirigiéndome al jardín. Quería ver a Laika primero antes de encontrarme con Alayna. La tenía olvidada.

—Organizará una fiesta y quiere que estés presente.

Le di un gran mordisco a mi manzana crujiente. Quedó claro que de ninguna manera iba a librarme de ella. Nunca se daría por vencida.

—Mala suerte la mía.

—No seas desconsiderado, Luca.

Laika vino corriendo cuando notó mi presencia y me agaché para recibirla. Orejas acostadas, cola moviéndose, lengua afuera, saltó una y otra vez sobre mí.

—Hey, amiga —Rasqué sus orejas—. Eres una buena chica, ¿eh?

—Cómo te decía... —Madre se aclaró la garganta para que le prestara atención —, Marilla quiere que asistas, pero sin tu escolta. Y siendo sincera, la comprendo. No sería correcto que vayas a su cumpleaños con tu amante. Es una completa falta de respeto.

—Es una broma, ¿no? —Me levanté con Laika pegada a mis piernas—. Anoche quisieron matarme y Alayna me salvó la vida. ¿Crees que puedo salir sin ella? No digas tonterías, mamá.

Belleza Oscura [En Librerías]Where stories live. Discover now