Belleza Oscura [En Librerías]

Epílogo 🦋

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***

Luca

Lo primero que escuché fueron ruidos suaves. Pronto los ruidos se convirtieron en pitidos seguidos de murmullos. Mis párpados se abrieron y las luces me lastimaron los ojos. Cada hueso que componía mi cuerpo estaba doliendo.

Gemí e intenté moverme, pero el dolor en mi pecho era insoportable. Mi cabeza latía con una fuerza que no experimenté nunca. Mi boca estaba más seca que una lija, mis labios entumecidos. No comprendía nada de lo que sucedía allí. Entrecerré los ojos para ver mi torso envuelto con una venda.

—¿Luca?

Esperaba encontrarme con unos intensos ojos azules, pero mi decepción fue inevitable cuando vi a Kiara. De cualquier manera, me alegraba; aunque estaba desesperado por tener cerca a mi mariposa.

—Alayna... —susurré con voz áspera—. Dile que venga.

Kiara me tocó el hombro gentilmente.

—¿Recuerdas algo? ¿Sabes qué día es?

—No —respondí consternado—. ¿Puedes explicarme qué sucedió?

Agachó la cabeza.

—Estuviste inconsciente veinte días, Luca.

¿Qué carajos? Aclaré mi garganta y cerré los ojos con fuerza. Fue entonces cuando me golpeó la cruda realidad de hacía algunos días. Se precipitó como una ola invasiva, casi ahogándome.

—¿Puedes llamar a Alayna? —supliqué al borde de la desesperación—. Por favor, dile que venga. La necesito, Kiara.

—Los médicos estarán aquí en un minuto. Cálmate, ¿de acuerdo? Preocúpate por tu salud.

Un hombre de cabello canoso y uniforme de médico ingresó a la habitación. Llevaba un estetoscopio alrededor del cuello y un portapapeles debajo del brazo.

—Señor Vitale, soy el doctor Rinaldi. ¿Cómo se siente?

—Me duele la cabeza y el pecho.

Pero más el corazón por su ausencia. ¿Por qué mi mujer no se encontraba aquí?

—Es normal que se sienta así —expuso el médico—. La bala rozó su corazón y tuvo una caída muy dura. Estuvo en terapia intensiva veinte días. ¿Recuerda que sucedió?

Asentí.

—Un poco.

—Entonces no hay signos de amnesia a pesar de la conmoción cerebral —explicó, levantando el portapapeles para leerlo—. El impacto de la bala provocó varios huesos rotos, pero logramos estabilizarlo. Removimos la bala y pudimos limpiarlo...

No estaba escuchando nada.

—¿Dónde está ella? —inquirí.

Kiara tenía los ojos llenos de lágrimas.

—Luca, no es momento.

—Señor Vitale...

Aparté la sábana blanca para levantarme, pero el dolor en mi pecho me detuvo. El doctor Rinaldi se apresuró hacia mí mientras Kiara sostenía mi brazo con más fuerza. Su mano presionó mi hombro para mantenerme sentado.

—¿Qué pretendes? ¿Te has vuelto loco?

—¡Dime dónde diablos está Alayna!

Presionó los labios y luego, después de varios tensos segundos soltó un suspiro resignado. Su rostro se volvió solemne y sus ojos se estrecharon.

—No puedo creer que solo ella te importe. ¿Sabes que mamá está internada también?

—Kiara...

Respiró de manera desigual y apretó los puños, como si estuviera luchando contra las palabras que realmente quería pronunciar. Pretendía ser fuerte, pero bajó la guardia y sus ojos se inundaron de lágrimas.

—Alayna se fue.

Mi corazón se contrajo por el miedo y la conmoción.

—¿Qué...?

—Me escuchaste bien, Luca. Te dejó y no volverá.

🦋

Alayna

Era una mañana calurosa de verano. Me mantuve bajo el árbol mientras observaba la conmovedora escena. Escuché la risita de una niña con vestido rosa. Vi un jardín de girasoles, vi a una familia unida después de las adversidades.

Me tomó meses cumplir con cada uno de mis objetivos, pero valió la pena. Las chicas que Luca prometió salvar regresaron a sus casas y formaban parte del programa de protección para testigos. Ninguna de ellas volvería a ser lastimada nunca más. Ignazio fue de gran ayuda. De hecho, él hizo que todo fuera posible gracias a sus contactos

El mundo avanzaba, pero yo me sentía estancada. Caleb y Bella se casaron. Melanie volvió a caminar y tenía su propia galería de arte con Neal. A veces llamaba a Eloise y me escuchaba desahogarme durante horas.

En cuanto a Luca...

No pude olvidarlo.

Pensé que tal vez si pasaba un tiempo sin verlo, podría superarlo. Eso ni siquiera estuvo cerca de suceder. Cada día se sintió más doloroso que el anterior. Mis recuerdos con él se convirtieron en una tortura y hubo noches donde lloré hasta quedarme dormida.

Me volví adicta a él y no encontraba la manera de desintoxicarme. Lo veía en todas partes, estaba en mi sangre, en mi corazón. Más de una vez casi caí en la tentación de tomar el primer avión que me llevara a Italia, pero resistí.

No arruinaría su felicidad.

No ahora que la encontró en alguien más.

Cuando leí el anuncio sobre su compromiso con la hija del gobernador me destruyó, pero fue mi elección dejarlo ir. Merecía un nuevo comienzo. Isadora le daría una familia, hijos, todo lo que esperaban de él.

Yo volvería a ser la misma de antes, la mujer que experimentó horrores cuando era demasiado joven y la convirtieron en un monstruo. Estaba destinada a estar sola. Era estúpido pretender lo contrario.

—¡Hora de la comida, Yvette! —gritó la mujer.

—¡Ya voy, mamá!

La niña de cabello rubio arrancó una flor y corrió detrás de su madre. Sonreí ante la imagen porque ya no era la pequeña oruga indefensa que había conocido en un cautiverio.

Regresó al jardín y era una mariposa libre.

Continuará...

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