Capítulo 30 🦋

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Luca

Me reuní con Berenice en su oficina y escuché con atención sus informes sobre las chicas. No intentaron escapar nuevamente y comían sin protestas. Mi último discurso fue una buena motivación. Era un gran avance a pesar de que no querían verme.

Necesitaba que Moretti me diera una respuesta pronto. Solo me quedaban dos semanas antes de que el mes se cumpliera y no quería decepcionarlas. Mi prioridad era llevarlas a un mejor escondite y demostrarles que iba en serio con mi promesa.

—Necesito que dupliques la seguridad del prostíbulo —ordené—. Solo trabajarán aquellas mujeres que realmente quieren. Mata a cualquier degenerado que intente forzarlas o golpearlas. La violencia hacia ellas no será permitida, ya no.

Berenice frunció el ceño, Alayna se mantuvo cerca de la ventana, fumando a gusto. No volvimos a hablar desde nuestra discusión en el callejón.

—No es así como trabajamos —balbuceó Berenice—. Los clientes que vienen aquí pagan millones de euros por una noche con nuestras mujeres y no hay ninguna regla. Algunos de ellos tienen fetiche con ejercer violencia en el sexo. Nunca me permitieron interferir, no cuando hay mucho dinero de por medio.

—No me importa cuánto dinero pagaron, ellas no son nuestras mujeres ni son objetos para lastimar —Le di una mirada dura que la hizo congelar en su lugar—. Las reglas han cambiado a partir de hoy. La violencia hacia ellas no está permitida bajo ningún término.

Tragó saliva.

—Pero tu padre...

—No creo que entiendas de lo que estoy hablando.

Berenice sacó un cigarro del cajón y lo quemó. Su mano tembló mientras sostenía el encendedor. Líneas de tensión pronunciaron sus arrugas y pensé en el día que le propuse el trato. Se veía igual de nerviosa.

—Entiendo perfectamente a qué te refieres, Luca. Sé que quieres proteger a todas las mujeres de este lugar, pero no es una tarea fácil. Los hombres de tu padre lo sabrán tarde o temprano e intentarán arruinar cualquier cosa que tengas en mente.

La rabia y la aprehensión agitaron mi pulso.

—Deja que lo intenten.

—No es tan fácil cambiar las reglas como crees, ellos me matarán. No tengo poder aquí, soy una empleada más.

Cerrando los ojos, respiré. No aceptaría un no como respuesta. No cuando la mayoría de ellas eran golpeadas hasta la muerte, violadas y ultrajadas. Hubo casos dónde quedaron embarazadas y les aplicaron un aborto de manera descuidada. Algunas morían por lo violento que era el proceso. Acabaría con este cautiverio, era un hecho. No podía dormir en las noches sabiendo que ellas padecían torturas y mi familia era la responsable.

—También sé que no comen lo suficiente —continué, mi temperamento salió a flote—. Los hombres no usan condón con ellas. ¿Cómo puedes permitirlo?

Berenice palideció.

—Varios clientes se niegan a usar condón. ¿Qué quieres que haga? Ellos tienen el dinero y mandan.

Escuchar eso me llenó de repugnancia. A las escorias solo les importaba su placer e ignoraban cualquier consecuencia. ¿Quién se preocupaba por las mujeres? Nadie excepto yo.

—No me importan los clientes —gruñí—. Quiero que todo este infierno acabe para ellas cuanto antes. Comprarás comida decente y mandarás al demonio si un bastardo abusa de cualquier chica. ¿He sido claro?

Berenice fumó con más intensidad esta vez.

—Te ayudé con las niñas justo como lo pediste —dijo—. Las puse a salvo, pero las adultas son un caso diferente. Tu padre sabrá que no trabajan y me irá muy mal sin importar que seas el nuevo Don. Me cortará la garganta.

Belleza Oscura [En Librerías]Where stories live. Discover now