Capítulo 32 🦋

68.7K 8.5K 2.9K
                                    

Luca

Faltaba media hora para mi reunión con el gobernador, pero mi cabeza seguía en Alayna. Resistí la tentación de llamarla porque no quería distraerla ni preocuparla. Todavía me costaba creer que ella era mía. Mató por mí y admitió abiertamente que lo haría de nuevo.

¿Existía otro hombre más afortunado que yo?

Abrí la puerta del copiloto y Laika bajó. Gian me recibió con una sonrisa y se sacó las gafas de sol. Él conocía a mi mascota desde que era una cachorra recién nacida y la adoraba. Me quedaría tranquilo mientras la cuidaba.

Esperaba contar con el apoyo de muchos cuando matara a mi padre. Seguiría en algunos sectores del negocio, pero otros como la prostitución y la trata de personas planeaba abolirlos de Palermo. No sería el primer mafioso que se rehusara a negociar en esos ámbitos.

—Bueno, hola —saludó Gian—. Tu chica se ve muy bien.

Acaricié la cabeza de Laika y ella se inclinó. La mansión de cuatro pisos con alta seguridad se asentaba ante nosotros. Me gustaba venir aquí cuando era un niño porque encontraba la paz y seguridad que me negaron en mi propia casa. Gracias a mis primos tuve muchos momentos felices que nunca olvidaría.

—Vienen tiempos muy oscuros y ella no está a salvo conmigo—expliqué—. Necesito que la cuides hasta que me sienta seguro de nuevo.

Laika olió la mano de Gian y le movió la cola. Sonreí ante el gesto.

—¿Qué hizo tu padre esta vez?

—Amenazó con envenenarla.

Su cara se contorsionó por el disgusto.

—Hijo de puta... —murmuró con una mueca—. ¿Qué está pasando, Luca? Puedes decirme cualquier cosa.

Él y Luciano eran mis mejores aliados, pero no quería involucrarlos. Si me llegaran a atrapar sería el único responsable y nadie más sufriría las consecuencias. Rogaba que Berenice estuviera a salvo. Me preocupaba muchísimo.

—Mi padre estuvo detrás de todos los atentados que he sufrido y presiento que muy pronto dará otro golpe. Alayna y yo lo mataremos antes de que logre su objetivo.

Gian ni siquiera parpadeó porque tampoco le sorprendió que mi padre quisiera verme muerto.

—Muchos hombres aún son leales a él.

—Solo es cuestión de tiempo.

Me dio un breve abrazo y palmeé su espalda. No estaba solo en esta guerra y me sentía capaz de enfrentar cualquier obstáculo. Algo que nunca pasó antes. El gran efecto de Alayna Novak.

—Ten mucho cuidado.

—No te preocupes por mí, cuida a Laika.

Se rascó la nuca.

—¿Alguna sugerencia?

—Nada de huesos, solo el alimento para perros adultos—expliqué—. Le gusta consumir frutas como postres, manzanas más que nada. No la mantengas encerrada, el patio de tu casa será una buena opción. Asegúrate de que nadie la trate mal, Laika no es una perra sumisa. Responderá a cualquier agresión.

Me tendió una sonrisa tensa.

—De acuerdo, la dama será tratada como una reina.

—Gracias, Gian. Espero tenerla conmigo nuevamente en menos de un mes. La idea es que mi padre esté acabado antes de tiempo.

—Cuenta conmigo siempre. —Chocó su puño con el mío—. No tengas piedad de tu padre, él no lo merece.

Miré por última vez a Laika. Tenía la lengua afuera, sus pequeños ojos me escrudiñaron como si supiera lo que pasaría.

Belleza Oscura [En Librerías]Where stories live. Discover now