Capítulo 22 🦋

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Alayna

Busqué a Eloise en el restaurante Emilia.

Me senté en la última mesa con dos sillas y esperé a ser atendida. Tardó un par de minutos en aparecer. Su atuendo consistía en una minifalda negra con delantal y blusa escotada. Su largo cabello rojo estaba atado en una coleta alta. Gracias al infierno no traía puesto sus horribles zapatos. Los tacones le quedaban muy bien.

Terminó de servir una mesa y su rostro se ruborizó cuando se percató de mi presencia. Disimulé mi expresión detrás de las gafas negras y sonreí. Se acercó lentamente con un bloc de notas en la mano.

—¿Qué haces aquí?

—¿Esa es la forma de atender a tus clientes, duende?

Arrugó la nariz.

—Me llamo Eloise.

Miré su cuerpo de pies a cabeza. Era linda, sin dudas. El tipo de chica por la que cualquiera enloquecería, pero no había ido allí en busca de sexo. Más bien quería una conversación entretenida que despejara mi cabeza. Las próximas horas serían estresantes porque debía acompañar a Luca. Finalmente lo reconocerían como el Don.

—El bar es público —dije—. Pediré algo para comer.

Me dio una mirada desconfiada antes de sacar la pluma de su escote y abrir el bloc de notas.

—¿Qué vas a ordenar?

—Croissant con café americano y un zumo de naranja.

Anotó rápidamente.

—¿Eso es todo?

—También tu compañía.

Soltó un suspiro.

—Estoy trabajando.

—Solo serán unos pocos minutos—Me incliné un poco hacia ella sin borrar la sonrisa de mi cara—. ¿O me tienes miedo?

Sus hombros se hundieron y accedió con un asentimiento.

—De acuerdo, volveré en breve.

Pensé en Talya mientras la veía irse. Quizás me llamaba la atención porque mi mente retorcida recordaba a la amiga que perdí en el pasado y trataba de llenar el vacío con Eloise. Pasaron años y aún no podía superarla. Ella me había rescatado cuando estaba perdida y fue mi luz en la oscuridad. Sin embargo, la apagaron y mi castigo era tenerla muy presente en mis pensamientos.

—Te gusta el croissant —Eloise regresó y dejó mi pedido en la mesa—. Ordenaste lo mismo cuando nos vimos por primera vez.—Hay una historia detrás que algún día te contaré —Señalé la silla frente a mí—. Siéntate.

Bajó un poco más su minifalda antes de obedecer la orden de mala gana mientras yo le añadía un cubo de azúcar al café. Le di un mordisco al croissant, satisfecha de que fuera crujiente como me gustaba. Tenía muchas calorías, pero era mi gusto culposo al igual que el cigarro.

—¿Hoy es tu día libre? ¿De qué trabajas exactamente?

No era fan de las preguntas, pero a ella le respondería cualquier cosa omitiendo ciertas verdades.

—Soy escolta de tu jefe, Luca Vitale.

Sus ojos se ensancharon.

—Eso no me lo esperaba.

Mi labio se curvó.

—¿Porque soy mujer?

Se mostró avergonzada inmediatamente.

Belleza Oscura [En Librerías]Where stories live. Discover now