𝐂apítulo Ⅴ: no te soporto, pero gracias

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Después de lo que acababan de informarle, justo enfrente de Astrid, Hiccup cayó de rodillas y se aferró a la mano de la rubia.

—Hiccup, mi amor —musitó Astrid, débil —, salva a nuestro bebito... este es mi final, pero no el de él —el castaño la veía con lágrimas, mientras negaba y suplicaba mentalmente.

Astrid sabía que él jamás tomaría la decisión de sacrificarla. Buscó la mirada de su madre y cuando la encontró, solo pudo asentir.

No, ella no quería morir. Lo único que la mantenía viva era el amor tan fuerte que tenía por Hiccup y su bebé, pero prefería dar su vida con tal de que su pequeño viva y goce del mundo. Nadie querría sacrificarla, pero era su última voluntad y debía respetarse.

La madre de Astrid se acercó a Spitelout, diciéndole algo al oído, con lágrimas en los ojos. Fue un llanto tan contagioso, pues hasta el indomable Spitelout soltó unas cuantas lágrimas.

Sujetó a Hiccup, impidiendo que éste pudiera moverse.

— ¡No! ¡Exijo que me sueltes ya mismo! —forcejeaba, y aunque el muchacho casi logra soltarse, Spitelout logró contraerlo más.

La madre de Astrid le entregó a Valka una cuchilla, para que procedieran a abrir el vientre de la rubia.

—Lo mejor es que saquen a mi hijo de aquí —comentó Valka, entre sollozos, mientras levantaba la blusa de Astrid.

— ¡No, madre! ¡No lo hagas, te lo imploro! —gritaba y luchaba, pero el vikingo ya estaba acatando las ordenes de Valka. Lo estaban por llevar a la salida.

Valka, con sudor y lágrimas, acercaba cada vez más la cuchilla al vientre de Astrid, sin querer llegar; mientras que ésta tan solo cerró sus ojos, preparada para sentir el cuchillo incrustándose a ella.

— ¡Encontré un Buffalord!

Esto hizo que todos se desconcentraran. Valka alejó el objeto punzante de Astrid y Spitelout dejó de hacer fuerza, lo cual hizo que Hiccup pudiera soltarse.

Daven era el afortunado que había encontrado la medicina que Astrid necesitaba, pero Hiccup se acercó agresivamente y le arrebató la formula. Daven tan solo hizo una mueca.

Hiccup le dio a beber el antídoto y en cuanto llegó a su organismo, la rubia sintió que podía respirar mejor, aunque aún no se sentía completamente bien.

—Gracias a Thor —procedió a darle un beso en la frente y a recargarse ligeramente en ella —. No soportaría haberte perdido.

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Astrid, finalmente, había mostrado que estaba mejorando. Pero fue un momento de mucha tensión que había quedado agotada.

Hiccup estaba sentado en un banco, justo afuera de la puerta de su habitación. No quería alejarse ni un segundo de ella, ni desprotegerla.

—Tengo muy mala sensación de esto —comentó, mientras raspaba un palo con su cuchillo.

— ¿A qué te refieres? —preguntó Valka, confundida.

—Que alguien quiere hacerle daño —apretó sus manos, lleno de coraje.

—No cariño, es imposible. Sabes que nadie podría estar en contacto con el azote de Odin sin morir —se acercó a Hiccup y levantó su mentón. Tenía ojeras, los ojos hinchados y rojos —. Todos amamos y procuramos a Astrid, fue un accidente. Estás muy alterado y lo único que deseas es encontrar culpables, pero no los hay, hijo.

Comenzaría a hablar, de no ser porque una voz provino de la entrada, disculpándose.

— ¿Cuántas veces te he dicho que toques? —harto, ordenó.

—Lo siento —Daven, con mala cara, salió.

Valka miró a su hijo con reproche: — ¿Esa es forma de tratar al hombre que salvó a tu mujer? —y fue como si un balde de agua fría le cayera de inmediato. Tenía razón.

El joven salió y alcanzó al pelinegro.

—Daven... —pronunció, pero le era muy difícil continuar —. No te tolero, ni un poco... —habló con sinceridad —, pero lo que hiciste hoy por mí, te lo voy a deber toda la vida.

—No tienes que agradecer nada. Astrid ha sido muy buena persona conmigo, se lo debía.

Después de eso, no dijo más.

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Astrid estaba despierta, masajeando su estómago, pensativa. Hiccup cuando entró a la habitación, no pudo evitar sonreír, con unas cuantas gotas deslizándose por sus ojos.

La rubia, conmocionada, le regresó la sonrisa, de la misma forma que él y le tendió su mano para que la tomara.

— ¿Cómo estás? —la abrazó por detrás y se ocultó en su cuello.

—Algo preocupada —bajó la mirada. Hiccup, alarmado, la miró y le prestó atención —. No he sentido al bebé moverse y estoy preocupada...

—Astrid, has estado en mucho riesgo y lo mejor es que te relajes.

—Rayos, soy una maldita obstinada. Debí obedecerte, debí haber reposado en el hogar. Por mi culpa murió Tormenta, me he puesto en peligro, casi pierdo a mi bebé —relató, acelerada —. Creo que es verdad lo que muchos dicen, las mujeres no servimos para salir —decir esto, la desanimó.

—No, no, no —Hiccup la tomó por la barbilla —. No vuelvas a decir eso en tu vida. Las mujeres son tan valiosas como un varón. Vamos, no has luchado toda tu vida con una sociedad patriarcal para que de pronto recaigas en esas retrógradas ideas.

Astrid sonrió y negó: —Tienes razón, amor —depositó un suave beso en sus labios —, estoy confundida, asustada. Solo pensar que mi hijo podría morir a pocos días de nacer. Simplemente es el embarazo.

—Solo pensar que yo podía perderte...

—Hiccup, ¿por qué? ¿Por qué ibas a permitir que nuestro hijo muriera si no había ninguna probabilidad de que yo sobreviviera?

—Pero la había...

—Sí, pero no lo sabías.

—No quiero oírme como un mal padre. Amo a este niño con todas mis fuerzas, pero tú eres el amor de mi vida, mi compañera de vida... —tragó saliva —. Amo a nuestro bebé, lo sabes, pero me siento más capaz de superar a tu lado una pérdida como esas a perderte a ti y no tener el consuelo de la mujer que más quiero.

—Lamento haberte hecho tomar una decisión, pero debías entender que era salvar una vida, o ninguna...

—Sí, confíe mucho en la suerte, pero la respuesta es sencilla. Te amo y haría lo que fuera por estar siempre contigo.

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Y bueno, aquí les dejo el cap, espero les guste uwu

Está bien cursi, me perd0nan? amo lo cursi

Espero les guste, la historia está recibiendo un hermoso apoyo y eso me anima mucho. Saben, de hecho, sus comentarios serían lo único que podría animarme en estos momentos.

Las quiero, bais. 





Mujeres en tiempos vikingosOù les histoires vivent. Découvrez maintenant