𝐂apítulo Ⅺ: la bella flor

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Los primeros meses fueron los más difíciles de sobrellevar, pues adaptarse a la rutina del esposo de la señora Engla fue algo muy duro y que la mantuvo con miedo.

Sin olvidar que cada día que pasaba, parecía una eternidad, y básicamente, lo era. Sus días con Hiccup tuvieron un fin, y estar sin él por tanto tiempo, hacía que su vida perdiera una valiosa llama de fuego interno.

Zephyr era su único motor para continuar viva y luchar por quedarse en esta casa. La pequeña ya tenía siete meses, estaba enorme y más vivaz que cuando era muy bebé y solo dormía.

Ella ya podía sentarse. Astrid golpeaba un tambor que ella había comprado en el mercado, pues con el poco sueldo que ganaba, lo invertía en su hija. No necesitaba pagar por alimento, así que era bastante lindo poder pagar los juguetes de su niña.

La infante comenzó a emocionarse tras escuchar el ritmo del instrumento de percusión. Comenzó a menear su cadera, obviamente recostada boca abajo, pero apoyando sus manos en la cama. La bebé se movía en ritmo y Astrid reía por lo tierna que se veía con su traje de Furia Nocturna, regalo de Engla.

—Por todos los dioses, amor, estás enorme —la tomó en brazos y la sentó en su regazo. La niña era tan inquieta que impulsaba sus piernas por levantarse y lo lograba, mientras era sostenía por Astrid —. Creo que no tardarás en caminar, pero aún no gateas.

—Pah pah —emitía la niña, pronunciando aquel sonido que Astrid tanto le ha repetido.

Le prometió a Hiccup que su hija lo iba a amar por sobre ella, y estaba cumpliendo. Ella no deseaba que su primera palabra fuera «mamá», tan solo anhelaba que pudiera pronunciar «papá» para más tarde, ayudarle a pronunciar el nombre de él

—Así es, mi amor, papá —le aplaudió, haciendo que la bebé soltara una carcajada e intentara aplaudir como ella.

—Veo que se divierten —entró Engla, con una sonrisa —. Te dije que le quedaría hermoso ese trajecito, ¡mi vida! —comentó la mayor, muerta de ternura. Zephyr levantó los brazos en dirección a Engla, indicándole que quería sentir sus brazos. Obviamente, la mayor accedió.

—No tengo manera de agradecerle lo que ha hecho por nosotras.

—La compañía que ustedes me hacen es el mejor pago, hija —la señora sonrió —. Una anciana como yo, sola y acabada no puede pedir más. Y sé que vivir aquí es un sacrificio en cuanto mi esposo entra por esa puerta.

Y sí. Los primeros meses de Astrid, más que cuestionar lo irritable que era el señor Aran, la rubia se preguntaba por qué una señora tan alegre y llena de vida había unido su vida al lado de este sujeto.

Engla había decidido compartirle la historia; pues ella ya era una mujer mayor cuando conoció al joven Aran. Engla había vivido cuarenta años de vida, mientras que su esposo, cuando la conoció, tenía solo veinte.

Qué podía venir a la mente de un joven cuando notó el interés que la adulta tenía en él. Ella era la soltera del pueblo, llena de riquezas y amistades importantes. Además, una mujer que la vida se le estaba acabando, pues cuarenta años y no tenía un esposo con quien compartir, mucho menos hijos que heredar.

Donde ella vio la oportunidad de amar y empezar los planes que, en teoría, debían comenzar dieciocho años antes, estaban por dar frutos. Ella lo amaba y admiraba, era el hombre más guapo y Engla la envidia de toda la aldea.

Mientras que el joven Aran vio la oportunidad de crecer y enriquecer intereses. No había visto a la delicada y amable mujer que desposaría, tan solo una mujer que moriría antes que él y así él podría quedarse gozando de los bienes.

Ella se enteró de lo que era su esposo justo después de casarse, cuando la verdadera amada de Aran murió a causa de que el chico había elegido a otra mujer con más dinero que ella.

—Pero cariño, ¿qué tienes? —le preguntó, preocupada, tratando de tocarlo y consolar su llanto.

— ¡No te me acerques! ¡Si no te he tocado es porque me das asco y no te amo! —sacó lo reprimido, haciendo que la mujer negara con lágrimas —. Flor es la única mujer que voy a amar toda mi vida, ¡que te quede claro, vieja asquerosa!

Flor, su bella Flor... tantas veces lo había escuchado interpretar una melodía con esa oración. Ansiaba el día en que su amado Aran le dedicara el nacer de sus palabras, porque estaba segura de que esa canción era para ella. Claro, hasta ese día.

Pero, a pesar de todo, ella amaba la juventud de Aran. Lo amaba, inexplicablemente, que todo su matrimonio ha hecho lo posible por mantenerlo cómodo y cumplir sus deseos.

Ella solo una vez le suplicó una cosa e incluso lo amenazó con quitarle acceso a su caja de runas si él se oponía. Engla quería morir siendo madre, amada por un hijo.

No se opuso, por obvias razones. Pero la mujer ya tenía cuarenta y cinco años y su organismo rechazaba el producto. Su curandera dijo que lo mejor que podía hacer, después de tres abortos espontáneos, era no embarazarse nunca.

Y es por eso que la llegada de Astrid y Zephyr a su vida no había sido casualidad. Ni el hecho de que ella aceptara que una desconocida viviera en su casa. La Furia Luminosa no solo llegó con una mujer sola, también con una bebé desamparada. Y en esa bebé vio la oportunidad de ayudar a su madre a la educación de la niña.

Aunque ya no tenía la riqueza de antes, le iba bastante bien. Y las ayudaría.

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—No entiendo cómo mantienes tanto la esperanza —admitió la pelinegra, limpiando el escurrimiento de sus ojos.

—Heather, la amo... Odín no me la dio tantos años como para quitármela —expresó, esperanzado —. Todo es parte de un plan divino; ¿por qué justamente ella apareció cuando yo tenía que callar un inmenso mundo? Llegó en el momento indicado, siendo la única que confió en mí.

—La extraño —admitió Heather, con una sonrisa —. Y solo sé que, aunque esto me parece una locura y a veces pierdo esperanzas, no dejaré de apoyarte en esto.

—Gracias por no abandonarme —la abrazó, agradecido.

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La razón de las actualizaciones rápidas es porque he tenido inspiración, pero no sé si en algún momento me dé un bloqueo y valga queso :'v

Me quedan dos semanas de vacaciones, así que espero aprovecharlas lo máximo posible.

Espero les esté gustando. Los capítulos van lentito porque pues nuestros bebés están separados y creo que este capítulo es el menos dramático de la historia xd.

 Los capítulos van lentito porque pues nuestros bebés están separados y creo que este capítulo es el menos dramático de la historia xd

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Mujeres en tiempos vikingosWhere stories live. Discover now