𝐂apítulo ⅩⅩⅤⅠⅠ: la vez que lo conté yo

1K 67 35
                                    

¡CONTENIDO SENSIBLE!

Capítulo narrado por Astrid.

.

.

El día comenzaba regularmente. Luego del pleito que tuve con Daven, obtuve la oportunidad de hablar con Heather, la única que sabía desde el principio las sospechas de mi embarazo, hasta que finalmente lo confirmé con la ausencia de mi periodo por casi tres meses; encima, los síntomas que con cada día iban en crecimiento.

Este bebé me ha costado paciencia, pues con Zephyr, mi embarazo fue muy silencioso. Yo ni siquiera estaba enterada de que vendría un bebé y me di cuenta por la forma tan abrupta que había crecido mi vientre de un momento a otro.

Me sentía tranquila, a pesar de todo. En un principio, lo sentí como una carga muy pesada para traerlo, comenzando por su padre y yo, que no estábamos juntos y teníamos problemas a menudo. Yo no podía visualizarme traerlo para que viera como la situación entre Hiccup y yo empeoraba con los días, predicciones apresuradas, pero, con el paso del tiempo, me veo más incapaz de seguir luchando por él; me aterraba la idea de seguir experimentando indiferencias y que todas nuestras complicaciones afectaran a todos, pero por sobre los demás, a mi princesa...

Pero ahora, después de tanto tiempo en plena soledad, esta cosita que crece dentro de mí me hace sentir la mayor de las compañías. Es mi cómplice y, probablemente, el último regalo de Hiccup hacía mí.

Pude mantener a Zephyr todos estos años. Me llevé golpes, raspones y regaños, pero a mi hija jamás le faltó nada. Mi hija no vivió tan en carne propia el infierno que yo sí he tenido que experimentar. Pero gracias a los dioses, ahora estoy en Berk; puedo ser yo misma y no soportar los maltratos que antes por obtener un plato de comida.

Estaba rodeada de personas que me apreciaban. Al menos, tenía a Heather, mi hermano y Valka, que sé que me ayudaría en absolutamente todo y, ahora con mi bebé, necesitaré más ayuda y asesoramiento.

Realmente, sentía que de alguna manera debía estar enojada con la vida por haberme dado otro hijo en las peores condiciones. Es decir, ni su padre se acuerda que, junto a mí, este bebé dio fruto. Habíamos hecho el amor, completamente sumergidos el uno al otro. No creo que haya faltado amor, mi pequeño fue hecho con tantas emociones encontradas. Pero él, sencillamente, no lo recuerda.

.

.

Había entrado ahora a mi casa junto a Zephyr. Ella corría por todo su alrededor, disfrutando de su niñez.

Yo aún no le comentaba nada de su hermano, ya que debía cerciorarme de que embarazada no corriera peligro para que mi embarazo fuera exitoso. Había que organizar muchos aspectos y responderme las posibles preguntas que me harían todos, y cómo tendría que explicarle a Zephyr que al parecer la cigüeña se había equivocado y nos había traído un hijo a un matrimonio que ya no estaba junto.

Sin embargo, había una ilusión en sus ojos, como si ella sintiera ya algo dentro de mí. Yo estaba sentada en el sillón, cuando de pronto Zephyr se recuesta conmigo y pone su cabeza sobre mi vientre. No decía nada, ni hacía nada. Tan solo era su cabeza recostada en mi estómago y una de sus pequeñas manos sobre ella.

Los niños son como los dragones. Son tan pequeños, con mentes de esponjas y sin tantos nudos existenciales en ellos, que su mente es tan despejada que pueden utilizar más sus sentidos. Meissa sabía de mi embarazo mucho antes que yo, y, ahora que lo pienso, Zephyr siente algo distinto en mí pues desde hace tiempo ha estado mucho más cariñosa conmigo.

Creí que la vida empezaba a trabajar y a tornar sentido para mí. Me dolía el hecho de que Hiccup y yo no estuviéramos juntos, pero supongo era parte del destino que los dioses proveían en mí. Tenía que hacerme a la idea que debía avanzar por mi hija y mi hermano, así no tuviera al amor de mi vida a mi lado.

Mujeres en tiempos vikingosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora