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UNO

Evan tiene su polla metida en mi boca y tengo que respirar por la nariz para poder continuar. Sonrío al ver que él realmente está excitado y paso mi lengua por toda la longitud de su miembro.

—Mierda...—lo escucho gruñir cuando mi lengua toca el glande y su piel caliente me recibe. Me agarra del pelo con brusquedad y reprimo un sonido. Cuando me da un leve tirón, sé que debo pararme y darle la espalda, porque así lo hemos ensayado. Recuesto mi pecho contra la mesa de madera oscura que hay en medio de la habitación y suelto repetidos gemidos exagerados al sentir sus muslos chocar contra mi culo al meter su polla en mí.

—Sí, sí...—jadeo y levanto mis ojos a Leo, que tiene la cámara sobre su hombro y hace un enfoque cercano de la coalición que tienen mi cuerpo y el de Evan. Su mano se mete por debajo de mi cuerpo y arqueo mi culo en su dirección.

Al menos, Evan es de los más gentiles en la industria y siempre intenta que me sienta cómoda cuando filmo con él. Hay otros que son más patanes. De hecho, sé que tengo suerte de trabajar aquí, porque es un ambiente cuidado y sano; lo más cuidado y sano que puede ser un ambiente porno, en donde constantemente la mujer es denigrada y mostrada como un objeto de placer para el consumo de los hombres.

—Joder, Penny...

Mi compañero de escena me hace subir la pierna izquierda encima de la mesa y se mete más adentro, sin dejar en ningún momento de moverse. Agarra mi cabello y tira mi cabeza hacia atrás, separando mi pecho de la mesa, en un arco molesto. Una de sus manos aprieta mi pezón y la otra crea fricción sobre mi clítoris, sacándome un jadeo.

Jesús, Evan, te quiero.

Leo mueve la cámara en dirección a mis tetas, haciendo un close up de ellas y Evan las junta y las aprieta, mostrándolas al lente. Un poco de show, eso hacemos. Es nuestro trabajo, mostrar el encanto y el despilfarro del sexo fílmico.

Cuando creo que voy a llegar, Evan sale de mi coño, me da la vuelta y deja mis piernas lo más separadas que mi anatomía le permite. Me da un beso largo y mientras con una mano sostiene mis muñecas contra mi pecho, con la otra frota mi clítoris hasta sacarme gemidos. Luego baja un poco sus dedos y mete dos dedos en mi interior, moviéndolos con rapidez.

—Ah... —chillo, cierro los ojos y arqueo mi cuerpo, buscando el orgasmo, pero Evan se detiene y creo que puedo sentir su sonrisa de imbécil desde aquí.

Ya no te quiero, Evan.

Me vuelve a besar y aprovecho a morderle el labio, haciéndole notar mi descontento con lo que acaba de hacer. Me saca el cabello de la cara y el pecho y cierro los ojos por unos segundos.

Ignoro a Leo, que sigue dando vueltas a nuestro alrededor con la cámara y el otro actor acerca sus manos a mi rostro y hace que chupe los dedos que hacía minutos estaban en mí. Luego deja sus manos en mi cuello, sosteniéndome y la tensión en mi abdomen se libera finalmente cuando él ahonda su polla en mí. Baja una mano entre nosotros y frota mi clítoris de nuevo, haciéndome estallar, con un gemido ronco. Evan se clava seis veces más dentro de mí y llega al orgasmo. Al menos estoy tranquila de que hay un preservativo entre nosotros.

—¡Corte! — la voz de Peter me saca del contexto y Evan se aleja unos centímetros. La cámara de Leo deja de grabarnos y rápidamente una de las chicas de utilería se acerca con dos batas de toalla y tanto Evan como yo nos cubrimos. Antes de hacerlo, me quito el preservativo femenino que usamos para las escenas y lo tiro en un cesto escondido debajo de la mesa, que no se ve en la cámara.

Me recojo el cabello enmarañado mientras me preparo mentalmente para escuchar todo lo que Peter tiene para decir. Las críticas constructivas de mi jefe a veces me dan dolores de cabeza.

Fuera del set #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora