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—Isla, ya me voy—me avisa Killian desde la entrada del departamento—vuelvo en un rato.

Aunque insistí en acompañarlo a hacer las compras, él no quiso.

Pasó una semana y media desde que visitamos a mis padres y casi tres desde que... bueno, desde eso. Aún me cuesta mencionarlo pero lo estoy llevando mejor, bastante. Puedo hablar sin llorar, lo cual es un gran avance.

Finalmente no llamé a la psicóloga. Aunque Killian insistió, haber visto a mis padres me ayudó bastante. Sin embargo, prometí que si tengo una recaída, iré. También estuve hablando con mi padre día por medio, incluso con mi madre una vez. Siempre preguntan por Killian y no puedo evitar sentirme un poco feliz de que ellos lo aceptaran con tanta facilidad. No es tan dificil querer a Killian cuando él no se porta como un acosador o un dominante amante de los látigos.

Ambos volvimos a Fetish. Sigo cubriendo a Vivian en utilería y Killian sigue con todo el rollo de "domino pero no follo" que arregló con Peter. Sigue trabajando con la rubia nueva, que al parecer entendió que Killian no iba a quedar con ella luego de varios intentos. También con Mirna y Vanessa, aunque con menos frecuencia.

Cuando saco el teléfono y veo la fecha, me percato de que en dos días será mi cumpleaños y que en tres semanas será el cumpleaños de Killian. Aunque en realidad nunca fui muy amiga de los cumpleaños.

Estoy limpiando la casa mientras Killian está fuera. Si me ve, se enojará, pero la verdad es que me siento completamente responsable del desastre en el que se ha convertido el departamento. Killian fue pulcro hasta que traje mis cosas aquí. Además de que tengo una facilidad increíble para invadir todos los espacios con mis cosas. Aunque Killian jamás se quejó, no quiero que piense que soy un desastre, aunque lo soy. Además, está el temita de que él realmente tiene un TOC con la limpieza.

Cuando estoy por encender el televisor del comedor (que era el de mi departamento, pero lo pusimos aquí), el comunicador del timbre suena.

—¿Quién es? — pregunto, luego de presionar el botón.

—soy del Correo Nacional, tengo un documento para el señor Killian...—el hombre parece intentar leer el apellido— ¿Hasún? ¿Hasbún?

—él no está, ¿Puedo recibirlo yo?

—¿Eres mayor de edad? — pregunta.

—si, claro.

—necesito una cédula para corroborarlo, por favor.

—bajo en un minuto—busco mi cédula de identidad en mi bolso y agarro las llaves. Bajo por el elevador y veo al joven del Correo, vestido con el usual traje celeste—hola.

—buenas tardes, ¿Tienes la cédula? Al ser un telegrama necesito una firma y otros datos en caso de que pase algo.

—claro—le muestro la cédula y él anota mis datos en la planilla.

—Isla, bonito nombre—le sonrío, sin querer que él interprete algo que no es —bien, firma aquí y listo.

—genial, gracias. Ten un buen día.

El chico se va y yo vuelvo al departamento. Al abrir la puerta, me doy cuenta de que mi teléfono está sonando y cuando veo, es Killian.

—hola—dejo el sobre blanco en la mesa de la cocina, sin intención de abrirlo, aunque la curiosidad me quiera ganar.

—¿Quieres que lleve pizza?—la voz grave de Killian me llega del otro lado del teléfono.

—si, genial—sonrío un poco—creo que hay cerveza en la heladera.

Fuera del set #1Where stories live. Discover now