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DOS

—No seas perra —bufo cuando la lavadora se apaga. Sé que necesito una nueva, pero realmente no puedo comprar una en este momento. Me toco las sienes, intento respirar profundo y vuelvo a encenderla. Cuando finalmente logro que arranque, vuelvo mi atención a la cocina—. Buena chica.

He puesto algo de música, porque, si no, podría plantearme la muerte. La zona donde vivo no está muy concurrida los fines de semana y este no será la excepción. Además de que mi edificio es tranquilo, por lo que el silencio domina el ambiente. La canción de Lana Del Rey le da algo de vida al departamento y ni siquiera escucho la letra mientras me centro en las hojas frente a mí.

Cuando comencé mi carrera, me esforcé duro para llegar donde estoy. ¿A quién le miento? No he llegado a nada. Sin embargo, tengo de los mejores promedios. Realmente me he quemado las pestañas para cada examen o trabajo que nos mandaran para tener la carrera al día. Abogacía no es una carrera fácil.

Cuando el proceso de lavado finaliza, dejo la ropa en el balcón y sonrío. Este balcón fue lo único que realmente me atrajo de mi departamento cuando me mudé aquí. Es amplio, lo suficiente como para tener algunas plantas arrinconadas y un ténder removible, además de una mesa y dos sillas. Me encanta tomar café, con un libro mientras veo a mis vecinos pasar, como una señora chismosa.

Mi teléfono suena y leo el mensaje de Natasha diciéndome que podríamos juntarnos a la tarde. Le explico lo de mi reunión con Peter y prometo avisar una vez finalizada, para encontrarnos.

Me baño, paso crema por todo mi cuerpo y me maquillo ligeramente. Odio la rutina de cremas y esas cosas, pero tengo que mantener mi piel lo más fresca posible. Cuando salgo de mi departamento, le sonrío a mi vecina y camino distraídamente hasta la boca del metro. Espero al menos diez minutos hasta que llega y subo. Tampoco tengo auto, pero no me preocupa mucho. Viajar en metro no es tan estresante cuando llevas acostumbrada a hacerlo. Además, fallé tres veces el examen de conducir, aunque mi padre es mecánico y he crecido rodeada de autos. Podría decir con certeza cómo se llama cada parte del vehículo, pero manejarlo es otra historia.

Quizás algún día aprenda.

Cuando bajo, sólo me separan ocho cuadras de mi destino y sonrío recordando la primera vez que hice el mismo recorrido un año atrás. Todavía puedo escuchar a Peter diciendo que mi rostro de ángel, como él me llamó, iba a ser una buena atracción. También había halagado mi cuerpo. Supongo que eso hizo que cada vez tuviera más y más videos, por ende, un poco más de dinero. A Pit le sirve y a mí también. No se suponía que las cosas fueran a ser así, en realidad; mi prueba había sido inicialmente para el programa de webcamers que solo implicaba masturbarse delante de la cámara, sin contacto con otros actores, pero no dejaba tantas ganancias como el resto, así que acepté el empleo como actriz.

Con el tiempo, aprendí a perder cualquier tipo de vergüenza. Nunca tuve complejos con mi cuerpo y realmente tener un espacio de trabajo cómodo permitía que todo fluyera más. Realmente entendía que ese era mi trabajo y que así como muchos usaban su cerebro para ganarse el pan, yo usaba mi cuerpo.

Hannah es la primera persona que veo al llegar. Me sorprende verla por ahí puesto que ella suele estar en la sala de edición, de lunes a viernes. Ella es quien se ocupa de cortar y mejorar los videos. Leo es el camarógrafo y es un tipo que da ternura. Tiene un rostro con mejillas regordetas y cara de niño, aunque ronda los treinta. Peter debe tener unos treinta y pocos pero nunca dice su edad, el muy cabrón. Luego están los actores y actrices. Casi siempre comparto día de grabación con Mirna, Vanessa, Jason y Evan, por eso son pocas las veces que veo a Alice, Timothy o Ashton.

Cuando asomo mi cabeza al pasillo, veo a Mirna y Vanessa cuchichear. La primera me sonríe y me abraza.

—¿Qué hacen aquí?

Fuera del set #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora