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Killian

Llevamos solo dos días viviendo juntos aquí e Isla ya me ha echado de la casa. Llevo tres horas en el patio, tonteando con Gokú mientras ella hace Dios sabe qué cosa. Lo único que me dijo antes de empujarme fuera de la casa fue:

—si me escuchas gritar, es porque me caí de la escalera, así que llama una ambulancia.

—entonces deja que te ayude—fue mi respuesta obvia en ese momento.

La testaruda obviamente se negó, me cerró las puertas francesas en las narices y me dijo que podría entretenerme solo mientras ella solucionaba "algo". Ese algo, le está llevando más de tres horas.

Sólo rezo porque no destroce la casa. No escucho ningún grito o ruido por las siguientes horas, aunque no me alejo mucho de la puerta.

—¡Mi amor, déjame entrar!—me quejo, como un maldito perro abandonado cuando la veo asomarse, pareciendo chequear que no he muerto en el patio de la casa—esto es muy injusto.

—no es injusto, es una sorpresa y como te conozco, sé que vas a ir a verlo antes de que lo termine.

—¿Antes de que termines qué?

—solo espera un rato más, por favor—ella hace un puchero. Su ropa está manchada con pintura celeste, blanca y verde. ¿Qué demonios está haciendo esta loca?

—¿Puedo entrar, entonces? —pregunto, solo un poco esperanzado.

—solo un rato más, ¿Quieres que te traiga comida, agua, algo?

—quiero entrar a la casa.

Isla pone los ojos en blanco y cierra las puertas.

—¡En un rato! — la escucho gritar.

Me entretengo con mi teléfono y con Gokú y por eso sé que pasa una hora más antes de que ella se asome, con el pelo revuelto y una sonrisa de satisfacción en el rostro.

—ven—ella me agarra del brazo, manchandome con pintura y se detiene en el pasillo que conecta la cocina con la escalera—antes de que lo veas, quiero que sepas que si no te gusta podemos pintarlo encima y hacer otra cosa o dejarlo en blanco, ¿Está bien? Sin presiones.

Una sensación extraña se instala en mis entrañas cuando ella dice eso y hace que caminemos hasta los pies de la escalera. Justo en la pared frente a la puerta de entrada, donde había una pared blanca, ahora hay una enorme obra de arte.

La miro en detalle antes de poder hablar.

—es preciosa—no puedo decir nada más. Incluso me abruma porque, ni siquiera recuerdo haberle comentado a Isla lo que significan esas flores para mí, son las mismas que tengo tatuadas debajo del retrato de mi hermana, bajo las costillas.

—¿Te gusta?

—es hermoso, Isla—no puedo dejar de mirarlo —realmente hermoso, teniendo en cuenta que lo hizo alguien que dice que no sabe dibujar.

—y no lo hago, tuve que copiar algunas imágenes, pero...

—me encanta— digo y soy honesto.

—¿Sabes qué flores son, no?

No me olvides—murmuro—eran las favoritas de mi hermana.

—lo sé, yo... creí que sería lindo tenerla aquí, de algún modo... o podemos sacarlas si no quieres tener...

—me gustan, Isla—digo, finalmente mirándola. Ella luce un poco nerviosa y odio que sea porque crea que podría reaccionar mal—me encantan, quiero que se queden.

Fuera del set #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora