27.

107K 8.4K 3.8K
                                    

VEINTISIETE

Cuando me despierto, Killian no está e imagino que se fue cuando paró la lluvia. Internamente no me sorprende, pero debo decir que duele. No sé siquiera si volveré a verlo. Killian no quiere ser padre y yo no puedo obligarlo a que se quede conmigo por eso. Así que supongo que haré esto sola.

Salgo de la cama y tengo que lavarme la cara. Estoy demacrada, las ojeras ya casi no tienen espacio en mi rostro y tengo los ojos un poco colorados. Me baño rápidamente y me pongo ropa cómoda. Voy a aprovechar a limpiar un poco el desastre que es mi departamento para distraerme.

Pongo un poco de música en el televisor y busco mi teléfono. No hay mensajes de nadie, excepto de Peter, recordándome que el lunes debo volver a las grabaciones. Tal vez sea buena idea hablar con él y decirle que no puedo trabajar más allí. Hay un bar a unas cuantas cuadras de mi casa que está pidiendo meseras y yo ya he trabajado de eso, también en una tienda de ropa, hasta que me metí en el porno.

Comienzo a buscar mis llaves para bajar a comprar algo para desayunar, puesto que se terminó el café ayer. La ginecóloga me sugirió evitarlo, pero me parece imposible renunciar a él. Puedo renunciar sin problema alguno al alcohol o los cigarrillos, pero el café es mi adicción. Comienzo a levantar los cojines del sillón, buscando las putas llaves, que desaparecieron, justo cuando la puerta se abre.

—¿Ya te levantaste? Es temprano— Killian me mira desde la entrada y yo no puedo salir de mi estupor—. Estás pálida, ¿Te sientes bien?

—Pensé que te habías ido y... — luego, miro sus manos —. ¿Te llevaste mis llaves?

—Si...—Killian las deja en la mesita al lado de la puerta, observándome con cautela, y me percato de que tiene una bolsa en la otra mano—. Fui a comprar algo para desayunar— me froto la cara, creyendo que tal vez ese Killian es producto de mi imaginación. Incluso podría pellizcarme el brazo—. ¿Estás segura de que estás bien?

—Sigues aquí— murmuro, más para convencerme a mí misma, que para que me escuche.

—Ajá — el me ve, como si no entendiera por qué me sorprende tanto verlo aquí.

—Te quedaste— insisto.

—Así es...—me mira, descolocado—. ¿Qué pasa?

—Yo... — decido no meter púa en algo que parece saldado, de alguna extraña forma—, ¿Desayunamos?

Lo dejo en la entrada y me meto en la cocina, para calentar agua y hacer café, mientras intento ignorar la cantidad abismal de pensamientos que pasan por mi cabeza.

—Isla—Killian está en la arcada de la cocina—, ¿Qué ocurre?

No puedo evitar pensar que ayer estábamos exactamente así cuando le dije que estaba embarazada.

—Pensé que te habías ido. Creí que... te habías ido.

Amplio vocabulario, Isla. Excelente.

Fuera del set #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora