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Mi cumpleaños llega y Killian me despierta con el desayuno en la cama.

Finalmente pudimos terminar bien la madrugada luego de que él se enterara que tendría que ver de nuevo a sus padres. El resto del día lo pasamos en Fetish, él grabando y yo corriendo de un lado al otro con la utilería. Al menos su mente tuvo que centrarse en otra cosa.

—sal de la cama— Killian me empuja hacia el borde después de comer y yo me río porque en realidad, está haciendo un esfuerzo para que no caiga. ¿Cuánta fuerza necesita él para tirarme de la cama? No mucha.

Mi teléfono está sonando desde hace un rato y lo silencié, porque quiero empezar esto con Killian y nadie más. Mi madre y mi padre ya me han dejando mensajes con fotos de cuando era pequeña, casi que llorando por lo mucho que crecí. Killian se rió al verlas, pero no me extraña que ya las haya visto cuando mi madre le dio todo el repertorio de las obras escolares cuando fuimos a casa.

—no quiero— me quejo, intentando que mi voz suene infantil.

—señora, si no sale de la cama, me veré en la obligación de sacarla.

—quisiera ver que lo intentaras— murmuro, provocando que Killian me alce por la cadera, estando yo boca abajo, y me arrastre hasta el baño— ¡No! La ducha no— me quejo, un poco tarde. Killian ya me metió debajo del grifo, antes de que terminara de decir las palabras. Ni siquiera se tomó la molestia de abrir el grifo de agua caliente. Killian se ríe y yo junto un poco de agua en mis manos y se la tiro. El baño quedará hecho un desastre, pero él no va a salir ileso de aquí. Killian se pone tenso de inmediato— ¡Te lo merecías! — me río, al ver las gotas cayendo por su rostro. Siento la camiseta pegada a mi pecho y mis pezones endurecidos por el frío. Busco a tientas la llave del agua y la cierro, para abrir la del agua caliente. Me saco la camiseta, porque siento que en cualquier momento se me congelarán las entrañas y no puedo evitar soltar una carcajada al ver a Killian, aun parado fuera de la ducha, con el rostro mojado— ¿Te vas a quedar ahí a mirar? — él sonríe y niega, metiéndose en la ducha conmigo. Mis bragas y sus calzoncillos no tardan mucho en desaparecer. En algún extraño momento de lucidez, separo mi boca de la suya.

—Killian, tenemos que usar un preservativo— murmuro.

Killian aprieta los labios, recordando también el hecho de que en este momento ninguno de los dos está usando algún tipo de protección. No nos hemos acostado desde que perdí el embarazo y honestamente, entre toda la confusión no se me ocurrió ir a una ginecóloga para preguntar sobre métodos anticonceptivos.

—creo que no tengo ningún preservativo— lo veo hacer una mueca, frustrado. Quiero soltar una carcajada porque no creo que podamos ser personas con menos suerte.

—vale, creo que tendremos que esperar— agarro el shampoo, y me río al ver que tengo que estar haciendo puntitas de pie para poder llegar a su cabello— tú lo tienes más fácil— me quejo cuando Killian hace lo mismo, pero sin mucho esfuerzo, ya que estoy cerca de dos cabezas por debajo de él. Se ríe. El cabrón tiene el tupé de reírse en mi cara. Un día de estos lo pondré de rodillas frente a mí, lo juro.

No follamos en la ducha, claramente. Creo que ambos tenemos claro que no vamos a hacerlo sin protección, al menos por un buen tiempo. Tengo que pedir cita con una ginecóloga. No pienso volver con Liz, ni de coña. ¿Qué clase de profesional no ve que un embarazo va mal? Días después del aborto, volví al hospital, solo para que me dieran la confirmación de que, efectivamente, el embarazo ya iba mal desde un principio.

—¿En qué piensas? — Killian me saca de mi divague, tirandome un poco de agua en el rostro.

—en que tengo que ir a una ginecóloga— le digo, enjuagando el shampoo de mi cabello.

Fuera del set #1Where stories live. Discover now