61

64.2K 5.8K 900
                                    

Me pongo en puntas de pie y le muerdo suavemente el labio inferior. Killian me aprieta contra la pared, presionando todo su cuerpo contra el mío, aprisionando mis manos entre las suyas, sobre mi cabeza.

—no juegues conmigo—gruñe.

—tú estás jugando conmigo.

Él sonríe y de golpe, se aleja.

—métete en la bañera.

—no me des órdenes.

Killian sonríe, pone sus manos en mi cadera, me acerca a él de nuevo, separándome de la pared fría y me alza, metiéndonos a ambos en la bañera. Él se sienta, tirando de mi cuerpo con él y ambos terminamos sentados en la tina. El agua rebalsa y el suelo del baño comienza a mojarse, pero creo que a ninguno de los dos nos importa. Su obsesión por el orden no parece atacar cuando está caliente.

Me quedo sentada entre sus piernas, recostada contra su pecho, sin pelear. No hago ningún comentario mordaz por unos cuantos minutos, dejando que me abrace y que ambos nos relajemos con el agua caliente. Aunque, no aguanto mucho. Me giro, poniendo mis piernas alrededor de las suyas, sin importar que el espacio en la tina sea pequeño. No me importa estar apretada a él.

Siempre me gustaron sus ojos y no puedo dejar de verlos. Tienen un no sé qué, que transmite paz. Parecen una tormenta negra, oscuros y vibrantes. Cuando lo conocí, sus ojos me intimidaban, no lograba descifrar que había en ellos y me asustaba la profundidad con la que me miraba, como si pudiera ver más allá del cascarón que intentaba construirme con él. Me resulta imposible no recorrer cada rasgo de su rostro, mientras él se mantiene con un gesto calmo, que con el tiempo fue adquiriendo.

—¿En qué estás pensando? — su voz me saca de mis ideas.

—en cómo cambiaron tus ojos.

—mis ojos siempre fueron los mismos, Isla.

—tu mirada— le aclaro.

—¿Mi mirada?

Asiento e intento explicarle, lo mejor que puedo.

—antes me mirabas como si... me analizaras, incluso como si quisieras adivinar cada cosa que iba a hacer, para prevenirlo.

Killian se queda unos segundos en silencio.

—¿Y ahora? ¿Cómo te miro ahora?

—diferente— murmuro, sin poder explicarle lo que me pasa.

—¿Diferente bien o diferente mal?

—bien, diferente bien— Killian se mueve un poco y quedo mejor sentada sobre sus piernas.

—tú tampoco me miras como antes— una de sus manos, ya mojada por el agua toca mi rostro. Él desliza su pulgar por mi labio inferior, tan suave, que podría no sentirlo.

—siempre fuiste un misterio, Killian.

—lo sé— él suspira suavemente— pero ya sabes todo sobre mí, ya lo has visto todo.

Asiento lentamente, sabiendo que ya no hay secretos entre nosotros. Todo, lo bueno y lo malo, está puesto sobre la mesa y nos queremos así. Cierro los ojos cuando me acaricia, dejándome llevar. Durante unos cuantos segundos, su mano sigue en mi rostro.

—no sé qué hice para mecerte.

—algo muy malo, seguramente— me responde.

Parpadeo y lo observo, para darme cuenta de que él me está mirando. Tiene las pupilas dilatadas y los ojos brillosos, clavados en mi rostro.

—o algo muy bueno.

—yo sí que no sé qué hice para merecerte.

—algo muy malo, seguramente— repito sus palabras.

Fuera del set #1Where stories live. Discover now