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VEINTISÉIS

Es viernes.

Pasó una semana desde que me enteré de que estoy embarazada y tres días desde que Killian me dijo todo. Podría decir que jamás lloré y me sentí tan mal como ese día. Le destrozaron la vida.

Esa noche dormimos juntos y él parecía incluso más relajada, aliviado. Yo por mi parte me encontraba un poco más tensa. Yo no largué mi mierda todavía y no sé cómo voy a decirle que estoy embarazada luego de lo que me dijo. Sobre todo, porque ahora entiendo por qué no quiere ser padre y lo entiendo.

El miércoles a la mañana me fui de su casa con la excusa de que todavía no hice las compras y el jueves lo veo de nuevo para hablar con el abogado. Fue bastante bien de hecho. Tuve que darle la denuncia, contarle todo y él haría el resto, hasta que fuera necesario que yo dijera o firmara algo.

—¿En qué piensas tanto? —Liam me saca de mis pensamientos. Vino hace un rato a mi casa y lo puse al tanto de todo lo que me dijo el abogado. Me parece justo ya que Liam estuvo en esto desde el primer día—, estás como perdida.

—Tengo demasiadas cosas en la cabeza y todo esto me tiene intranquila—le sonrío e intento cambiar de tema—. ¿Qué hiciste esta semana, Liam? ¿Pudiste descansar algo?

—Dormí toda la semana como un oso, ¿Sabes? Creo que este fin de semana voy a hacer algo con mi vida porque, si no, me voy a mimetizar con mis sábanas—me río de su ocurrencia y él me observa—, ¿y tú?

—¿Yo qué?

—¿Sigues... más o menos?

—Estoy bien—he practicado tanto esa frase frente al espejo que ya me he convencido de que es así—. Descansé bastante esta semana, también.

No he dormido bien desde que sé que estoy embarazada, pero qué más da.

—Yo... tengo algunas preguntas—Liam se rasca la nuca en un gesto nervioso—. En realidad no sé si deba hacerlas, pero me mata la curiosidad. Cuando hablamos dijiste que podías quitarme las dudas y...

—¿Quieres saber algo sobre el porno, Liam?—me burlo de él y veo su mejillas más rojas—. ¡Oh, Cristo! Te sonrojaste.

—Mejor no digo nada— resopla.

Suelto una carcajada y la verdad, agradezco que Liam me está distrayendo de toda mi mierda, al menos por un rato.

—Puedes preguntarme lo que quieras, sin filtros.

—¿Cómo es? Quiero decir... ¿Filman en cualquier lado?

—No... al menos la empresa en la que yo trabajo, no. Nuestro jefe es un tipo bastante decente, nos cuida. Grabamos en una casona ambientada, que funciona como nuestro estudio. Hay muchos cuartos que parecen ser distintos lugares... un consultorio, un salón de clase... —le digo. Me sorprende la naturalidad con la que le hablo—, las escenas son ahí. Leo, que es el camarógrafo casi siempre está dentro con quienes actúan, ya que graba con una cámara móvil y Peter... mi jefe también, luego se editan y se suben.

Fuera del set #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora