50. Pietro Maximoff

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Continué alisando mi vestido, me miraba bonita y era algo que no se veía diariamente en mi.

Suspire, nunca creí que el día llegaría y aquí estoy.

—¿Lista?—Mi padre tocó la puerta y su voz se escuchó.

—Lo estoy.—Sonreí.

Mi papá entró y al mirarme sonrió con nostalgia, yo hice lo mismo yendo a abrazarlo.
Estaba a punto de casarme...

—Estoy seguro que Will se emocionará de ver lo hermosa que estás cariño.

—Tiene que hacerlo.—Ambos reímos al tiempo que él tomaba mi muñeca para salir de la habitación.

Mi corazón comenzó a latir más rápido que nunca, cuando llegue al principio del camino hasta donde él estaba, se veía muy guapo.

Mi sonrisa era enorme, nunca me había sentido tan feliz en mi vida pero al momento de dar el primer paso el miedo me inundó, las dudas y preocupaciones se apoderaron de mi.

Alce mi mirada hacia mi futuro esposo pero su mirada denotaba algo de duda, su mirada viajaba de una cabellera rubia hasta mi, mi sonrisa desapareció y me di cuenta de lo que sucedía.

—Papá...—Su mirada feliz volteo a verme y me lamente tanto por arrebatarle la esperanza.—Perdóname, por favor.

Mi padre me miro confundido y para cuando me di cuenta ya estábamos frente a Will.
Antes de que mi papá entregase mi mano yo la retire en un rápido y brusco movimiento, todo a mi alrededor se volvió silencio, uno totalmente abrumador.

Voltee a ver a esa cabellera rubia que me miraba con superioridad y al mismo tiempo con odio, Will rápidamente entendió.

—No te vayas...

Solté el ramo en mis manos, una lagrima fugaz recorrió mi mejilla seguramente corriendo algo de maquillaje. Camine por donde antes lo había hecho, el silencio era totalmente incómodo, tome mi vestido levantándolo para poder apresurarme.

Me encontré afuera, el hombre que me había traído esperaba  dentro del auto.

—Necesito que...—Suspire.— Sáqueme de aquí.

Sin reprochar él accedió llevándome Dios sabrá a donde, pero al ver la ciudad decidí bajar. La noche había caído y seguramente debí haber estado tan concentrada en mis pensamientos que ni siquiera noté las horas.

Baje en medio de muchas personas, sus miradas eran de curiosidad o simplemente para recorrerme.
Camine sin rumbo alguno hasta llegar a alguna calle donde no había alma alguna.

El frío comenzaba a hacerse presente pero continué, todo hasta detenerme en medio de la acera mirando fijamente a los hombres al final de esta que también me observaban con detenimiento.

Me di la vuelta dispuesta a tomar otro camino, escuche varios gritos hacia mi y algunas cosas obscenas que me hicieron enfurecer. Camine hasta ellos y los mire con furia en mis ojos.

—¿Se te perdió algo?—Pregunto uno de ellos.—Si así lo quieres te ayudo a buscar el camino...

Bufé antes de ver cómo acercaba su mano hacia mi y la golpeé, su risa se me hacía totalmente horrible.
Me vi atrapada entre los dos hombres, abofeteé a uno de ellos pero su mirada llena de enojo me hizo retroceder hasta chocar con la pared.

Espere un golpe, un insulto, lo que sea pero solamente sentí una ráfaga de aire. Abrí mis ojos esperando verlos pero ahí no había absolutamente nadie.

Suspire tallándome los ojos y cuando voltee a ver, frente a mi estaba un hombre de cabello rubio platinado.

—¿Nunca te advirtieron sobre salir sola en la noche?—El sonrió al momento de ver mi vestido.—¿Te extraviaste camino a la iglesia?—Tenía un extraño acento que no logre identificar pero sonaba tan bien.

ℳ𝒶𝓇𝓋𝑒𝓁 ℱ𝒶𝓃𝓉𝒶𝓈𝒾𝑒𝓈 lWhere stories live. Discover now