El meeting.

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- Pablo, por favor coge a Manu, yo cojo a Leo! ¿Has metido las cosas en el coche?
- Si, ya esta todo! solo faltan estos dos tesoros.

Irene y Pablo iban a pasar el día a casa de los abuelos, tenían comida familiar.
Habían pasado algunas semanas, el único logro de Irene había sido dejar de llorar a escondidas, pero no había perdido ni una pizca del amor que sintió ese fin de semana. Al menos ahora, no le dolían los recuerdos, y le gustaba pensar en aquella noche, como lo que fue, algo inolvidable.

En menos de treinta minutos habían llegado a casa de sus suegros, habían hecho cocido madrileño, se iban a poner las botas! Con el estomago lleno y a punto de explosión, Javi, el padre de Pablo se sentó en el sillón y puso las noticias. Allí estaba ella, hablando a cámara, tan preciosa, tan impoluta.
Inés daba voz a su partido, a través de una entrevista. Irene cogió el mando y le dió voz, quería escucharla.
Pablo la miraba, llevaba semanas sin hablar de Inés, cuando habían parecido las mejores amigas del mundo, y desde hacía un tiempo Irene no era la misma. - Serán cosas mias - pensó.
Pero Irene no podía dejar de mirar la tele, sonreía, incluso cuando lo que escuchaba no le hacía ninguna gracia, y era ella la que ahora pensaba " ay por favor, Inés..."
Se mordió el labio " no puede estar mas guapa, porque se rompe."

- La de barbaridades que suelta tu amiguita por la boca cada vez que habla, no cariño?
Irene reaccionó, en realidad había escuchado solo la mitad.
- Aun que llevas mucho sin hablar de ella, ¿Ya no sois amigas?
- Claro que somos amigas, es solo que hemos estado ocupadas durante estas semanas, además, apenas tengo tiempo para ninguna de mis amigas, no sería diferente con Inés.
- Ya, la verdad que últimamente hemos tenido mucho trabajo. Pasado mañana nos reunimos todos los partidos, no te olvides. Seguro que esta entrevista justo antes, tiene algún objetivo.
- Todos los partidos? me habías dicho que había una reunión oficial, no que fuese general con todos los demás. - Irene se puso nerviosa, iba a ver a Inés.
-Perdona, creía que lo había hecho. Por eso estoy tan pesado estos días, seguro que se tocaran temas importantes, y debemos ir bien preparados.
- Si...debemos ir bien preparados.
Continuaron la sobremesa con una Irene un poco más dispersa, y después se marcharon a casa, con la barriga llena.

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Llegó el día del reencuentro,  a Irene le hubiese gustado que Inés le avisase de su llegada, pero al parecer Inés había optado por respetar el pacto de no escribirse hasta ese punto. ¿Debería escribirle ella? No, mejor no. Sacudió la cabeza con la intención de deshacerse de esos pensamientos.
Irene se había puesto muy guapa para ese día. Se decidió por la americana y la camiseta de aquel primer contacto en el café, era su manera de decirle "sigo aquí".

Llegaron directos al palacio de los diputados y empezaron a saludar a todo el mundo. Sin darse cuenta estaba rodeada de todos los del partido y no podía escapar de allí.
Entonces la vio entrar por la puerta, estaban muy lejos, y todo iba a empezar así que Pablo la cogió del brazo y le indicó que pasase adentro. Apenas le dio tiempo de levantar un poco la cabeza como saludo. Era extraño que Inés hubiese tardado tanto en llegar. Fuese como fuese no pudieron verse, quizá fuese mejor así, menos nervios.

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Inés casí llega tarde,  y nada más entrar por la puerta la buscó con la mirada. Vio a Irene levantar la cabeza y desaparecer hacía el interior. "Mierda" pensó. La de ciudadanos hubiese deseado llegar antes y poder verla, pero tenía una buena razón para retrasarse.

Una vez dentro Irene miró hacía su butaca. Reconoció el body negro que le había dicho a Inés que le gustaba tanto.Joder, que guapa estaba!
Inés también reconoció esa camiseta, aún que la última vez tenia un manchurrón enorme de café. Una parte de ellas se agitó por dentro, como un huracán, mientras que otra parte había entrado en calma, los mensajes que escondían en su outfit, habían llegado a la otra.

Volcanes dormidos.Where stories live. Discover now