Sin timón ni timonero.

726 27 11
                                    


- Que coño. - Inés habló un momento para si misma. - Nicole perdona, pero acabo de recordar que tenía una conversación pendiente con alguien importante y tengo que irme. Nos vemos  mañana, de acuerdo?

Salió corriendo para alcanzar a Irene.
- Irene! Irene por favor espera! - No dejaba de correr para intentar alcanzarla. - Irene, para por favor!
Llegó hasta ella y la cogió del brazo.
- Suelta Inés, por favor.
- Irene, mi amor....Se puede saber que ha pasado para que te pongas así? 
- ¿En serio me preguntas eso, después de vuestra escenita en el bar? - Irene se puso en marcha de nuevo.
- Diras después de "su" escenita, porque yo no he hecho nada. - Inés volvió a coger la del brazo para tirar de ella.
Irene frenó un momento, llena de lagrimas. Probablemente Inés no hubiese hecho nada, pero se sentía incapaz de responder de otra manera. Inés la cogió de la mano, allí en aquella acera, tan cerca y tan lejos del resto del mundo, mientras el sol desaparecía sobre ellas.
- Mi vida, ella no es nadie... - Le hablaba con calma, con ternura. - tú lo eres todo para mi. 
-¿Hasta cuando, Inés? Existiendo una mujer como ella, quién preferiría una mujer como yo?
Inés se sentía perpleja, no entendía el rumbo de esa conversación.
- Irene, mi vida, yo te pre- Irene la interrumpió.
- Inés, llevo todo el día con el mismo sentimiento dentro de mi! Desde este mediodía he visto como te miraba, mientras yo me sentía invisible. Es... la mujer perfecta!
- Irene, mi amor...
 Irene siguió hablando, sin poder dejar de llorar. - Inés, no os habéis visto desde fuera... Eres perfecta. Lo veo cada mañana desde que despierto a tu lado, y cada mañana me pregunto ¿Como puede una mujer como ella quererme a mi? - Volvió a resquebrajarse otro poco. -  Y de repente aparece una mujer, que sería la mujer de ensueño de cualquiera! La he visto mirarte, hacerte reir, compartir tus ideas...
Inés intentó abrazarla pero Irene se apartó.
- No tienes ni idea de lo pequeña y ridícula que me he sentido...
Irene terminó de derrumbarse. Ahora si, Inés la cogió entre sus brazos, y la abrazó tan fuerte como su cuerpo le permitía, no dijo nada.
Un taxi doblaba la esquina, y levantó una mano para que parase.
- Vamos mi amor, vamos a casa.
Irene se sentía flojear, y como pudo se metió en el taxi, con la cabeza apoyada contra Inés, que no la soltaba.
 Nicole parada ante lo que acababa de presenciar, y sin poder creer todo lo que había visto y escuchado, cogió el siguiente taxi. Mañana será otro día.

Llegaron a casa, Irene estaba un poco más tranquila, pero tan débil que parecía romperse. Fueron al dormitorio, y se sentó en la cama.
- Irene mi amor, voy a preparar un baño, con agua calentita como a ti te gusta, vale?
Irene asintió viendo a Inés apoyada en sus rodillas, le acarició la mejilla.
- Eres tan guapa...
A Inés se le escapó una lagrima indiscreta. Se incorporó un poco hasta llegar a la altura de sus labios y la besó con delicadeza. 
- Eres toda mi vida...
Se separaron para que Inés pudiese preparar ese baño de agua caliente.
La bañera estaba llena de agua y espuma. Inés se metió la primera, dejando hueco entre sus piernas.  Irene se recostó sobre su pecho, y ella la arropó con sus brazos contra su cuerpo, mientras la acariciaba suavemente con una esponja.
- ¿Estás mejor, mi amor? 
- Si...perdóname por ser así.
- Sshh...no pidas perdón por nada, ¿me oyes? ¿Te gustaría escuchar lo que tengo que decir?
- Si...
La voz de Inés detrás de ella sonaba como una canción relajante.
- Voy a contarte una historia ¿vale? Empieza así.

"Había una vez, una mujer que se esforzaba terriblemente cada día de su vida por ser la mujer perfecta. Hija perfecta, esposa perfecta, ciudadana perfecta, y una perfecta defensora de su Pais. Creía que la felicidad residía en ser la mejor versión de si misma en todo lo que hacía. Fue disciplinada desde el colegió. Nunca se cogía borracheras. Jamás cantó ni bailó en ninguna discoteca. No jugó a juegos como la botella, o el conejito de la suerte. Y desde luego, no perdió la virginidad hasta después de los 18 años. 

Pasaron los años y todo ese esfuerzo dio sus frutos. Formaba parte de un partido como ciudadanos, y escaló peldaños dentro de él, así que estaba claro que las cosas estaban saliendo bien. Se casó con un hombre idílico, con el que formar una familia. Sus padres se sentían orgullosos de sus triunfos. 
Sin embargo, después de tanto y tanto esfuerzo, de tantas cosas que había conseguido, ¿Por qué sentía que nada le hacía feliz? ¿Por que todavía no era suficiente!? ¿Que más tendría que hacer?
Siguió esforzándose cada día. 

Un día cometió un error fatal! Mira que siempre había sido cuidadosa y educada, y va y le tira un café por encima a la comunista mas rabiosa del congreso.

-
Irene soltaba pequeñas sonrisas durante el relato, que hacían que Inés cada vez más feliz, continuase con la historía. -

Volcanes dormidos.Where stories live. Discover now