Reposo relativo.

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Inés apenas pudo dormir. Caminó hasta el baño, y encendió el grifo para llenar un poco la bañera.
Se metió dentro en cuanto el agua cubrió un poco sus pies.
Pasó todo tan rápido que no le había dado tiempo de pensar, y sin embargo ahora era incapaz de quitárselo de la cabeza.
Con total nitidez las imágenes de la tarde anterior comenzaron a circular en su mente.

Volvió a sentir el aliento a alcohol de Xavi. El golpe contra la estantería ahora le dolía más. La lengua de Xavi volvió a recorrer sus labios, y su mano de nuevo estaba en su entrepierna.

Comenzó a frotar su cuerpo con la esponja, tan llena de rabia, que si pudiese se arrancaría la piel para olvidar que en algún momento fue tocada por esas manos.Las lágrimas volvieron a caer por sus mejillas. El agua seguía subiendo caliente, y eso la reconfortaba un poco en medio de ese amargo sentimiento. Enterró la cabeza entre sus rodillas, que flexionadas, encerraban un cuerpo del que por un momento se había sentido horrorizada.

Bajó una de las manos y la llevó a la barriga. "¿Como darte la paz que necesitas para estar bien, cuando solo siento terror?". Quería gritar, pero ni a eso se atrevía. De todas las sensaciones que la desbordaban, una de ellas ahora se apoderaba de cada célula de su cuerpo. El miedo.

De repente el agua se quedó fría. Ya no le reconfortaba. Decidió ponerse en pie, y quitando el tapón, dejó correr el agua hacia el sumidero.Hasta lo más profundo del mar se llevaron su secreto.

Se secó ante el espejo. Notó que la espalda le dolía un poco por encima de la cadera. Se giró de medio lado y vio que una parte de su piel, ahora estaba morada. De todo lo que pudo pensar, solo le asustaba la reacción de Irene, cuando lo descubriese.

Salió a la habitación vestida, se había maquillado para disimular las ojeras, y se había puesto un brillo en los labios. 
Irene abrió los ojos. Era bastante temprano, pero tampoco quería dormir más, así que decidieron salir con cuidado de no despertar a las chicas para hacerse un café. 
Al pasar por delante del sofá-cama, les hizo mucha gracia ver a Melisa con el brazo alrededor de Noe.
- Pero bueno, ¿Y estas dos? - La cara de cotilla de Irene podía verse desde Tombuktú.
A Inés le costó pillar por donde iban los tiros.
- ¿Noelia y Mel? Irene ves lesbianas hasta en la sopa! He dormido muchas veces con Mel, y ella es así de cariñosa.
Irene no estaba muy convencida, pero bueno, que importaba! Sus amigas se llevaban genial, entre ellas, y habían demostrado ser las mejores amigas que podían tener.

Inés con la taza de café en la mano, y  apoyada contra el mueble de la cocina esperando que Irene terminase de preparar su café, miraba a su alrededor.


- Me gusta mucho este apartamento...
- A mi también. Pero sabes que en cuanto llegue la pequeñita vamos a tener que buscar algo más grande, ¿No?
Inés asintió con algo de pena e Irene la abrazó. Ese pequeño ático representaba todo lo que habían logrado. Ahí habían vivido cada momento desde que Inés se trasladó a Madrid, y habían revivido cada momento hasta que llegó ese día.

- No te pongas triste mi amor. Da igual donde estemos mientras estamos juntas. - Acarició su barriguita de nuevo. - Pienso mimarte hasta que me aborrezcas!

Inés levantó su cabeza y la besó. Sus labios conseguían que perdiese la cordura. Irene cada vez más excitada la apretó contra ella, pero Inés se quejó de dolor, y se separó al instante asustada.

- ¿Inés cariño estas bien? ¿Ha sido el bebé?
Inés dolorida, observó los ojos llenos de miedo de Irene, al pensar que estaba haciendo daño al bebé.  "No puedo ocultarle el golpe." Pensó.

- Tranquila Irene, estoy bien. - le acarició la mejilla, y sujetó su cara entre sus brazos. - Voy a enseñarte algo, pero no quiero que te alarmes, ni que pongas el grito en el cielo, ni que salgas de esta casa como una escopeta recién cargada.
- Me estás asustando...
Inés se dio la vuelta y se levantó la camiseta. Si hacía un rato se tornaba a un color morado, ahora  tiraba más al negro.
Irene  supo al instante que Xavi le había pegado.
- Inés... - De sus ojos cayeron dos lagrimas - ¿Que te hizo?
- Nada mi amor, nada, sshh...no te preocupes. - Abrazó a Irene, que lloraba desarmada. - Intenté alejarme de él y al tirar de mi, me golpeé contra la estantería. Nada más.
- ¿Me golpeé? Querrás decir que tiró de ti y te golpeó contra la estantería, ¿No? Esto se llama agresión.
Inés intentó calmarla, porque  el miedo de sus ojos se transformaba en ira.
- Irene mirame! No quiero hacer nada, ¿Me oyes?. Ese hombre no era Xavi. No quiero verle, no quiero saber nada de él, y no quiero perder a mi hija por enfrentar una lucha para la que no estoy preparada.
Irene miró al suelo impotente.
- Mi vida, necesito que respetes esta decisión, aunque te cueste. Que lo hagas por mi.
Se abrazaron de nuevo, cada una de ellas con el corazón roto por algún sitio.

Inés  había elegido luchar por su hija, una batalla que necesitaba ganar. Ya llegaría el momento de ganar la guerra.
Irene sin embargo luchaba por no salir ahí fuera con toda la artillería pesada y machacarlo. La sola imagen de Inés sola en ese despacho enfrentándose a Xavi, la ponía enferma de desesperación. Si algo malo le pasaba a Inés, no podría soportarlo. 

Escucharon dos voces que empezaban a despertar en el salón, se secaron las lagrimas la una a la otra, y después de un beso para recuperar fuerzas, se lanzaron a por el nuevo día.

Noelia era un poco menos perezosa que Melisa, y se levantó de la cama. De camino al baño se acerco a darle un beso a Irene y otro a Inés.
- Buenos días mis niñas. - Bostezando y sin decir nada más, se fue directa al baño.
Inés e Irene se sentaron junto a Melisa para comprobar que seguía con vida, a  lo que ella respondió con un cojín sobre su cara.
- Me parece a mi que tengo que hacer dos cafés más si quiero que estas chicas espabilen! - Irene salió de nuevo a la cocina.
Inés se tumbó al lado de Melisa, y le dio un beso en la cabeza.
- Mel, gracias por estar a mi lado...Quiero que sepas que le he contado a Irene el empujón contra la estantería, pero no le he contado lo que viste al llegar. Si se entera de eso no podría pararla, y yo ya no puedo soportar pasar mas miedo.

Melisa se quitó el cojín de la cara y se abrazó a Inés.
- Inés, voy a quedarme.
- ¿Qué?
- Que me necesitas aquí. Hablaré con Albert y me quedaré contigo. No pienso dejar que te enfrentes a ese despacho sola.

¿Como podía leerla tan bien? Melisa  conocía a Inés casi mas que ella misma. No sería fácil volver ahí ella sola.

Desayunaron juntas, y salieron un rato a la terraza para que les diese el aire. Todas pensaban que era momento de que Inés se quedase en casa a descansar, pero la muy cabezota se empeñaba en hacer todo lo contrario.
- Me ha dicho que no tenga emociones fuertes. Trabajar en un despacho no es precisamente como hacer puenting!

Perdían la esperanza por hacerle cambiar de opinión. Y además estaría con Melisa. Todo iría bien.
- Si,  por cierto Noe, si a ti te parece bien que me quede en tu piso,  durante los meses que esté en Madrid puedo pagarte la mitad del alquiler, y así no tendría que buscarme otro sitio.
- Puedes quedarte sin pagar, pero te tocaría comprar siempre la cerveza y quizá salgas perdiendo cuando hagamos las cuentas.
- Idiota! - la golpeó con cariño -No, en serio, te pagaré alquiler, y las cervezas también. - Le guiñó un ojo en complicidad..

Empezaron a cambiarse, y a ponerse guapas para salir hacía el trabajo. Todas trabajaban en el mismo sitio así que eso facilitaba las cosas. Pablo le envió un mensaje a Irene para que recogiese por la tarde a los niños.  Les vendría muy bien volver al papel de madres responsables y olvidarse de los problemas.

Volcanes dormidos.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن