El Mar del Cielo [KHR]

Capitulo 12

—¿Piensas en verdad en casarte con mi hermana?— La de cabellos castaños rojizos y ojos miel cuestionó.

—Si— Respondió sin más.

—No puedo dejarte hacer eso— Takeshi frunció el ceño al escucharla.

—¿Porque?— Esta vez el cuestionó.

—Estoy dándote una recomendación Yamamoto.— Anzu miraba fijamente al castaño frente a ella.

—¿Y esa recomendación es?— Cuestionó volteando para encararla.

—No usar a Akane como un reemplazó— Yamamoto no encontró el sentido de aquello.

—¿Usarla como un reemplazo?— Anzu asintió. —Esa nunca ha sido mi intención—

Duraron varios segundos viéndose a los ojos fijamente, Yamamoto pensó en cuan intimidante era la mirada de la hermana de su prometida. Encontró el parecido entre ambas el cual las hacia ver cómo hermanas a pesar de que no se parecieran físicamente.

Akane tenía una mirada que pretendía decir que no sufrírias aún cuando te toparias con el dolor a gran escala, una mirada amable y considerada con sus enemigos. En cambio Anzu, tenía una mirada que prometía tu sufrimiento en silencio, mostrándose pacífica y calmada.

Justo como el río y la cascada.

—¿Entonces cual es tu respuesta final?— Le cuestionó Anzu.

—Por supuesto, ella no es un reemplazo de nada ni de nadie— La castaña esperaba encontrar algo de duda en sus ojos, falló por completó en eso.

Suspirando a modo de derrota, Anzu se retiró del jardín de Concordia.

—No entiendo algo— Susurró M.M. justo a un lado de Viper.

Ophelia la miró, esperando que la pelirroja dijera sus dudas.

—¿Entonces al final de quién quiere vengarse Tsuna-chan?— Ophelia rió por la pregunta de la ex-kokuyo.

—Entre Vongola y Aaron... No hay quien le haya hecho más daño, ambas familias fingieron quererle. Con la excepción de que hubo alguien que se lo advirtió, Den en cada momento intentaba recordárselo, porque nadie mejor que ella conocía lo doble cara que eran la mayoría de los Aaron antiguos.— La de ojos azules explicó.

—El cambió a Aaron como había dicho... ¿Entonces porque deshacerse de Vongola?— Cuestionó el ilusionista.

—Quizás el daño emocional que le causó ser traicionado una vez más, debió haberle recordado a los Vongola— Ophelia sonrió con tristeza.

Los únicos tres presentes en ese lugar, eran los mismos que Eiji o Tsuna había enviado a Italia con un propósito.

M.M entonces recordó.